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15 años del ‘Demon Days’ de Gorillaz, un registro de violencia, guerra y fuego

El que fuera el tercer álbum de la banda fue descrito de mil maneras diferentes por la crítica y fue, posiblemente, la articulación más clara del intelecto musical de Damon Albarn

 

RAQUEL ELICES

Hay discos que describen mejor el relato de la historia en la que fueron concebidos que la historia misma. A través de sus canciones queda registrado el plano emocional, el que más se agarra al recuerdo colectivo, en el que los hechos que marcan a una sociedad se acoplan bajo el lenguaje universal de la música. Demon Days es uno de esos discos, aunque quizá tenga que pasar otros 15 años para que sea reconocido como merece.

Más que un disco fue un registro de violencia, guerra, adoración, brutalidad y fuego. Demon days salió a la luz un 23 de mayo de 2005. Un disco con canciones pop gigantescas (“Feel Good Inc”, “DARE”, “Kids With Guns”) y una narrativa compleja, en el que Damon Albar, el líder de aquella banda virtual, trató de redimirse de un mundo que olía a petróleo quemado y sangre.

De repente, unos músicos en dos dimensiones querían hablar de un mundo real bajo uno de los escenarios más grises de la historia, la atmósfera posterior al 11-S y el negocio bélico. Años en los que se inventaban guerras, armas de destrucción masiva y en los que se tuvo que hacer frente a la explosión de un terrorismo a escalas nunca vistas hasta entonces. A la cabeza de la locura, cuatro personajes en tres dimensiones: BushBlairAznar y Barroso.

Solo unos meses antes de la publicación del disco, se producía la mayor protesta a nivel mundial. Más de 30 millones de personas participaron en una marcha masiva contra la Guerra de Irak. Demon Days fue una sucesión de aquellas manifestaciones. En forma de calcomanías y grafitis que algunos llevaron pegada a su carpeta de instituto, Rechazad iconos falsos fue la proclama con la que fueron sembrando la publicidad del disco días antes de su lanzamiento. También iba a ser inicialmente el título del álbum.

“Estoy lleno de culpa / De las cosas que he visto / Por las noches escucho los disparos”. En la canción “Dirty Harry”, una de las más potentes del disco, Bootie Brown rapea desde perspectiva de un soldado estadounidense (“Soy un señuelo amante de la paz listo para las represalias”). ¿Pero quién es Harry el sucio aquí? Hacía el final de la canción hay un guiño claro al entonces presidente de los Estados Unidos. “La guerra ha terminado, dijo el orador, con el traje de aviador puesto”, canta Brown. El mismo traje con el que en 2003 George WBush lanzaría aquello de “misión cumplida”, en referencia a la guerra de Irak, desde el portaaviones americano USS Abraham Lincoln. La guerra, por supuesto, no había terminado y la gran mayoría de las bajas militares y civiles ocurrirían tras estas palabras. Sin embargo, la faceta más directa de la Guerra de Irak que se evocó en Demon Days es la mencionada búsqueda de petróleo. Para Gorillaz, esto se manifestó como un drenaje de la tierra, el vaciado literal del planeta. Un guiño a la conciencia medioambiental o al equilibrio natural de las cosas. “¿Pero que vamos a hacer? ¿Cómo vamos a resolver esto?”, se pregunta Albarn en “Every Planet We Reach is Dead”.

Es una narración que nos plantea los hechos, sus problemas, el debate moral y finalmente nos avoca a los días demoníacos que cierran el disco. Pero en mitad de la explosión, una canción como DARE nos invita a pulsar el botón, a tomar las riendas y actuar de una vez por todas. Puede entenderse desde la perspectiva más bélica o desde la acción que nos impulse a tomar cartas en el asunto, a enfrentarse a un mundo sangrante guiado por una panda de locos. “Solo piensas / Eso es lo que haces / Mantenlo presionado / Atrévete”, reza la canción. Una proclama que servía para 2005 y que puede volver a activarse quince años después.

En varias entrevistas antes del lanzamiento del disco, Albarn aseguraba que el disco surgía de una idea muy ingenua, preguntarse aquello de:”¿Qué va a pasar cuando hayan sacado todo el petróleo de la tierra? “Seguramente esos agujeros no deberían estar vacíos. Seguramente hay una razón por la que tenían todo esto. Es como una mala cirugía plástica, finalmente se derrumba”, apuntaba Albarn.

El que fuera el tercer álbum de la banda fue descrito de mil maneras diferentes por la crítica. Algunos hablaban de una experimentación decepcionante, un proyecto divertido y en el mejor de los casos Pitchfork lo calificó como “un alijo de canciones kitch de ciencia ficción”. Con todo, consiguió colarse en el número 1 de las listas británicas y superó ampliamente el récord de debut de la banda y desde entonces ha vendido 8 millones de copias en todo el mundo.

Lo que cambió entre su debut y el lanzamiento de Demon Days en 2005, fue que Albarn empezó a dejar de lado la creación del universo de Gorillaz. Es decir, del medio, para centrarse en el contenido, creando un proyecto que le sirviese para reflejar la realidad social del momento.

Un éxito sin precedentes que jamás se celebró merecía, posiblemente la articulación más clara del intelecto musical de Damon Albarn, y un oscuro y emocionante testimonio de la reciente historia de Reino Unido, tanto cultural como políticamente.