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Joel Reyes: canciones en la retaguardia

Joel Reyes celebrará sus 30 años en la música presentando un disco recopilatorio el próximo 26 de febrero en la sala Galileo Galilei de Madrid

 

IVÁN GONZÁLEZ (@ejercitosdelrock)

Aunque no hay que buscar un motivo especial, treinta años en la música sirven como merecida excusa para que Joel Reyes (Reus, 1971) se dé el capricho de reunir a un grupo de buenos amigos y revisitar su fructífera carrera, publicando un recopilatorio de sus grandes éxitos.

Este nuevo trabajo que aparece bajo el nombre de El Blues del Perdedor (20/30/50) (La Produktiva Records, 2022), coincide además con el vigésimo aniversario de su llegada a Madrid y con sus recién cumplidos cincuenta años, una cifra redonda que invita a echar la vista atrás antes de continuar camino. Una parada llena de satisfacciones y gracias a la cual está descubriendo que “no ha transitado por una vía tan invisible como pensaba”.

Para hablar de ello nos citamos en el bar del barrio, aquel donde conocen a Joel por su nombre. Un lugar tranquilo en la ribera del Manzanares, cerca de Casa Mingo, en el Madrid más castizo.

Joel habla de lo difícil que es vivir de la música, especialmente del rock, algo que ha conseguido gracias a “la música de otros” haciendo bolos de versiones durante el verano en su Tarragona natal. Recuerda sus inicios, desde su primera actuación haciendo playback de una canción de Level 42 en el instituto, a cómo estando en un bar unas amigas le animaron a presentarse a una audición para vocalista de su primera banda de hard rock, sólo porque tenía pinta de rockero, aunque no supiera nada de música.

Revive su mejor momento con su banda Baked Beans, una formación que empezó en el pop punk, en la estela de Green Day y que evolucionó al britpop más sofisticado de los noventa al estilo de Oasis, Suede o Blur y con la que llegó a sonar en todas partes, girando por España con cierto éxito, incluido el Festival de Benicassim.

Pero también hablamos de los baches, de cómo tras la disolución de la banda se mudó a Madrid, y de cómo Antonio Vega le robó el alma al verle actuar en las fiestas del 2 Mayo, actuación gracias a la cual comenzó a componer en castellano y descubrió “el carácter terapéutico de escribir canciones”. Revive su primer concierto en la capital, al que fueron 4 personas; cómo le costó convencer a Julián Herráiz para entrar en la programación del Libertad 8; y cómo vivió su primer trabajo en solitario, Eléctrico (La Produktiva Records, 2014).

En este nuevo álbum hay 21 canciones que van de la americana al country rock y al blues con mucha facilidad, pero también hay cabida para ritmos más entretejidos en la cultura popular mediterránea y latina. Cuatro de estas canciones son inéditas y una de ellas da nombre a este último trabajo, ‘El Blues del Perdedor’, y aunque estaba escrita con anterioridad, es perfecta para transmitir el espíritu de esta nueva entrega y en cierta manera de su carrera. Es un blues optimista que habla de su carácter indómito, del tesón y esfuerzo que supone seguir luchando por lo que uno cree, aún a sabiendas de que no saldrá bien.

Otra de las nuevas canciones es ‘Aves de Paso’ en la que colabora Nadia Álvarez, un country fronterizo algo arrancherado que rinde tributo a los duetos del country más clásico y cuya letra está inspirada en el poema que el propio Joel escribió hace algún tiempo para su libro No Tardes en Suceder (Esdrújula, 2018).

‘Mi Estrella’ es otra de las novedades, un blues rock dedicado a su chica que empieza al más puro estilo Stones y que se abre en el estribillo incluyendo vientos, haciéndose más brillante y aportando un toque festivo y “de buen rollo”.

La última de las novedades es ‘Droga Dura’, donde vuelve a contarnos que es consciente de lo difícil que son algunos caminos, pero que “si tenemos cicatrices, es porque seguimos aquí y lo hacemos apasionadamente”. Una canción con una ambientación muy cabaretera, cercana a los boleros, a los tangos y a la tradición latinoamericana. Nos recuerda en ocasiones a Enrique Bunbury y a Tom Waits, con ese tono saturado, voces y percusiones distorsionadas.

Hay otras muchas colaboraciones, entre las que destacan Lichis, Isma Romero, Nat Simons o Esther Zecco, pero especialmente llama la atención la colaboración con Marazu en ‘Virgen de Las Causas Perdidas’ una canción de su penúltimo trabajo, Diez Gramos de Arena (La Produktiva, 2020), que pasó algo desapercibido por la pandemia. Es una canción con la que está muy identificado, donde interviene la cultura y tradición mejicana y un mensaje omnipresente, “el ser consciente de que no es el camino pero que es el tuyo…y joder, que alguien me ayude”; y es que la canción crece gracias a la colaboración de un autor que, como el propio Joel; hace “canciones en la retaguardia”.

Joel Reyes está de celebración. Más calmado, ha cumplido cincuenta años, ha sido padre recientemente y es muy consciente que, como decía el padre de un amigo, “no todos pueden vivir en la plaza del pueblo”.