Judy Collins: folk contra los reveses de la vida
Recuperamos a una de las grandes damas del folk-rock americano de los 60 con motivo de la publicación de su último álbum
JUANJO RIESGO
La figura de la mujer en el mundo de la música ha sido tan pisoteada o más que en cualquier otro ámbito de la vida. No hay que ser un lumbreras para darse cuenta de que, al recopilar nombres históricos de artistas y bandas, el número de hombres sobrepasa exageradamente el de mujeres. Janis Joplin, Patti Smith o Amy Winehouse son algunos de los nombres femeninos que han conseguido destacar en el patriarcado del rock, pero si la historia ha sido especialmente injusta con una mujer es con Judy Collins (Seattle, 1939). A propósito de la publicación del álbum Everybody Knows (Cleopatra, 2018), en el que también participa Stephen Stills (CSN&Y, Manassas), conviene recordar quién fue y quién es aún Judy Collins: una mujer entregada a las canciones y al folk norteamericano, un género al que puso los primeros compases pop.
Nacida y criada en una familia con fuertes lazos musicales, la cantautora estadounidense aprendió a tocar el piano a temprana edad, pero pronto comenzó a desarrollar un ávido interés por el folk de Pete Seeger y Woody Guthrie. Desmarcándose del ambiente clásico en el que la habían intentado educar, Judy cogió su guitarra y viajó desde Denver, Colorado, hasta el epicentro del folk revival en Greenwich Village, Nueva York. Era importante para ella rodearse de la escena musical que vería crecer a Bob Dylan, entre otras leyendas de la música popular norteamericana. Allí, en 1961 y bajo el sello discográfico Elektra Records, vio la luz el primer álbum de Collins, A Maid of Constant Sorrow.
Judy Collins mostró desde sus inicios una preocupación por la sensibilidad lírica que la llevó a fijarse en Leonard Cohen, del que grabaría algunas canciones. Sin embargo, no fue hasta 1967, con su álbum Wildflowers, cuando empezó a grabar sus propias composiciones. Con todo, el mayor éxito de aquel trabajo y que le valió un Grammy fue ‘Both Sides Now’, canción cedida a Collins por su coetánea canadiense Joni Mitchell.
Como tantas otras figuras de la música, Judy Collins también sufrió tragedias que acabaron por convertirse en adicciones. Desde muy joven había sufrido enfermedades como la polio, con once años, o una tuberculosis en 1962 que la tuvo apartada de los escenarios durante más de seis meses. Pero los problemas que afectarían directamente a su carrera musical llegaron a comienzos de la década de los setenta: dejar de fumar le provocó un terrible trastorno alimenticio que acompañó durante un tiempo a su reconocida y ya superada adicción al alcohol. La propia Collins reconocía que el alcoholismo tuvo un notable impacto en su composición, alimentando una incipiente depresión. Pero, como ha comentado orgullosa en alguna entrevista, lleva sobria alrededor de cuarenta años y ni siquiera recayó cuando su hijo Clark se suicidó en 1992 con 33 años.
La fuerza de voluntad y el ansia de superación han sido más fuertes que las tragedias que han perseguido a Judy Collins a lo largo de su vida. La prueba es una sólida carrera musical que se vio recompensada hace diez años con el álbum homenaje Born to the Breed: A Tribute to Judy Collins (Wildflower Records, 2008), donde artistas como Dolly Parton, Joan Baez, Leonard Cohen, Rufus Wainwright o Chrissie Hynde interpretaron algunas de las canciones más icónicas de la cantautora, como ‘Since You’ve Asked’, ‘My Father’ o ‘Albatross’.