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St. Woods: «Tengo el síndrome del impostor muy tatuado en la espalda»

Conocido como el ‘Bon Iver a la española’, charlamos con Nacho García, el músico detrás de St. Woods

 

MIGUEL CANALDA

Cuando Nacho García habla de lo que proyecta hacer con St. Woods próximamente, nadie lo vería como un músico en ciernes que todavía no puede vivir de su obra. Hasta que llegue ese día de la independencia, combina su labor musical con su trabajo en Cuervo Store, la tienda ubicada en el corazón de Malasaña donde lo entrevistamos cuando aún coleaba el vilipendiado 2020.

“Si no hubiese habido pandemia, yo ya estaba 24 horas dedicado solamente a la música”, apunta con un convencimiento cercano a la fe quien el pasado mayo publicó Bones (ONErpm, 2020) cuando España vivía sin poder salir de casa. Que haya tenido que prescindir de la gira de su primer álbum no impide que su creador piense a lo grande. “El objetivo es dar todos los conciertos que podamos y ejecutar el plan de 2021-22, que era tocar más fuera que dentro y, cuando todo vaya superbién, que mis fechas en España sean Madrid y Barcelona y el resto sea Europa”, explica un expansivo Nacho que contrasta con la introspección de St. Woods, el proyecto musical que le ha valido el sobrenombre del ‘Bon Iver español’.

Esa obvia pero efectista etiqueta se la puso Tomás Fernando Flores, director de Radio 3, cuando el músico madrileño se dio a conocer con el single ‘On Me’. El año y medio transcurrido desde entonces hasta la publicación del disco generó unas expectativas que St. Woods parece haber cumplido. Además de colarse en varias listas de lo mejor de 2020, para alivio de Nacho, quien reconoce entre risas el “miedo a no aparecer en ninguna”, lo avala su fichaje por una promotora internacional como ATC, que colabora con nombres como Nick Cave, Passenger, The Lumineers o Big Thief.

“De repente tengo un brazo más en mi proyecto que ya no está trabajando, con todo el respeto del mundo, en que yo suene en Radio 3”, explica la versión más ambiciosa de Nacho. “Todo lo que va en la atmósfera de esos grupos, desde tocar en los mismos festivales hasta hacerme giras teloneando, me parece tan absurdo como real. Aunque tener ese apoyo internacional me hace ver que sea muy real el hecho de que esto no es un juego”. Pero el joven de Tres Cantos también mantiene sus gastadas Vans en el suelo, cuando se recuerda a sí mismo que es un músico autodidacta digno de su tiempo, con YouTube como escuela, criado lejos de los cánones. “En mi familia siempre hemos sido muy del mainstream de los 40 Principales. Yo he crecido escuchando a Estopa, Juanes y ya está”, reconoce sin tapujos quien tiene en La Oreja de Van Gogh –“la de Amaia”– su guilty pleasure particular.

Fotografías: Joaquín G.

“Siempre tiendo a pensar que voy con el síndrome de impostor por bandera, que lo que estoy haciendo no va a colar”, confiesa cuando habla de su experiencia en el South By Southwest, el gigantesco festival de Austin al que acudió de la mano de Live Nation. “Fue un alivio ver que el proyecto tiene cabida fuera de España; si jugamos bien nuestras cartas, funciona”. La última canción que ha sacado es ‘my honor’, el primer single de una nueva etapa donde buscará “sonidos que a lo mejor no te esperas que toque una banda indie-folk” y, con esa capacidad para emocionar y tocar la fibra sensible tan reconocible en St. Woods, asegura no querer las luces ni la fama porque son frías. Pero no hay que hacerle mucho caso.

“Vivo en una constante dualidad”, señala al tratar el tema del éxito. “Igual que tengo el síndrome del impostor muy tatuado en la espalda, cuando les propuse a mis colegas tocar para mí ganando dos duros, se lo dije muy claro: yo tengo la confianza de que este proyecto va a salir para adelante. No tanto por la pasta o la fama, que también están de puta madre, y ni siquiera porque piense que la música sea la hostia, que tampoco lo pienso, pero tengo la confianza ciega de que va a funcionar”.

Lo de la confianza ciega es otra reminiscencia de la fe que se entiende mejor al descubrir que Nacho se ha criado “en una familia muy tradicional, muy religiosa, con sus partes buenas y sus partes malas”, un origen representado en la parte santa de su nombre artístico “como una especie de guiño cómico a todo eso y a recordar un poco de dónde vengo”. Respecto a dónde va, lo primero es el concierto del Teatro Lara que estaba previsto para el pasado mayo y que finalmente dará el 4 de febrero con las entradas ya agotadas. “Es una pasada porque ya estaba todo preparado y lo que estamos haciendo ahora es añadir pluses. Tengo muchas ganas porque me parece un punto de inflexión en mi carrera el poder presentarme en condiciones en un teatro con mi banda y con mi disco”.

Nacho podrá sentirse en la piel de un impostor, pero cuando hace dos años firmó con Live Nation pidió que si algún día podía elegir dónde presentar su disco en Madrid, quería el Lara porque lo ve “como un foco de la cultura emergente madrileña que ha visto crecer ‘La Llamada’ y a otros artistas y compañeros”. Si ahora no piensa que un estadio le “quede grande, ni un gran festival me venga demasiao”, ya sabemos dónde encontrar a St. Woods en un par de años.