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Donovan o la alargada sombra de Bob Dylan

Redescubrimos la figura de este artista y trovador del folk más allá del título del «Bob Dylan británico”

 

PABLO VÁZQUEZ
Dicen que las comparaciones son odiosas, y seguramente Donovan esté de acuerdo con esto. Se dio a conocer a mediados de la década de los sesenta, donde en sus primeros años era conocido como el “Bob Dylan británico”. Que el sonido de sus dos primeros discos sea aparentemente similar no se debe a ningún tipo de plagio o inspiración excesiva, sino de que ambos bebían, y mucho, del legado de la leyenda del folk norteamericano Woody Guthrie.

La voz del escocés era más melódica y limpia, sin esa cobertura nasal que caracteriza el canto del compositor de Duluth. Además, era notablemente superior a la hora de tocar la guitarra, dominando con maestría la técnica del fingerpicking, que aprendió de músicos como Ramblin’ Jack Elliot o Dirty Hugh. De alumno pasó a profesor, ya que durante su estancia en la India enseñó a los Beatles su secreto, dejando huella en canciones del White Album (1968) como «Blackbird», «Dear Prudence» o «Julia». Fairytale (1965) es el segundo y último coletazo del Donovan más folkie, quien se convertiría en los próximos años en uno de los abanderados de la psicodelia británica gracias a su disco Sunshine Superman (1966). En él reunió por primera vez a los músicos Jimmy Page y John Paul Jones, que unos años más tarde formarían Led Zeppelin. Además, se adelantó en cierta manera al sonido insólito y exótico del mítico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) de los Fab Four.

 

 

A pesar de ser un álbum bastante breve, con solo una canción que sobrepasa los cuatro minutos, Fairytale es un trabajo de un gran peso, que incluye algunos de sus temas más famosos como «Colours», «I’ll Try for the Sun» o «Universal Soldier». Esta última se trata de una versión del himno antibelicista de la cantautora canadiense Buffy Sainte-Marie. No es la única adaptación del disco, ya que también encontramos «Oh Deed I Do», «The Little Tin Soldier», «Circus of Sour» o la canción tradicional «Candy Man». Y, junto con «The Ballad of Crystal Man», es la única con cierta carga política o protesta, algo tan habitual en la época.

Sorprende la claridad y la calidez de su voz, además de su impoluta técnica a la guitarra. En «Sunny Goodge Street» se percibe como Donovan se aleja del folk más clásico, con una instrumentación más propia del jazz, incluyendo sección de cuerda, viento e incluso un solo de flauta travesera. «Hey Gyp», incluida en el último trabajo de la banda capitaneada por Jack White The Raconteurs, también nos muestra la cara más rockera de un elepé que, según consultes su edición británica o estadounidense (o alguna reedición posterior), contiene unas canciones u otras.

 

 

Son continuas las referencias a la naturaleza a través del sol, del mar, de los árboles o de las gaviotas. La mezcla de canciones animadas con otras más oscuras, de letras con gran carga poética a otras de un estilo más simple, hacen de Fairytale un álbum variado y muy ameno, además de una pieza de gran relevancia en la convulsa historia de la música británica en los sesenta. Y por mucho que se empeñen, Donovan siempre ha sido, es y será, simplemente Donovan, que no es poco. En sus propias palabras: “Como los trovadores, Bob y yo podemos escribir sobre cualquier faceta de la condición humana. La comparación es natural, pero no soy un plagiador”. Y punto.