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Buzzcocks: Adoptar la actitud, no la pose

Repasamos la trayectoria de la banda británica pionera en prescindir de la industria discográfica

 

JAVI TEJERO

Déjate de historias, sólo quiero hacer canciones. Algo así debió de pensar Pete Shelley, líder de los Buzzcocks, cuando dejó su trabajo arreglando ordenadores 24 horas antes del primer concierto de su recién creada banda. Algo así debieron de pensar cuando pidieron prestadas 500 libras para autoproducirse su primer EP, Spiral Scratch, en 1977. Para ello crearon su propio sello, New Hormones, llevando a la máxima expresión uno de los principios del punk británico: do it yourself (hazlo tú mismo). Fue el primer lanzamiento que prescindió de la industria discográfica, marcando el camino para muchos grupos. El bajista y el batería de aquel primer concierto se fueron del grupo tras esa noche (el bajista, Garth Davies, volvería poco después de forma temporal).  No era un buen presagio, pero quedaba un largo camino por delante.

Howard Devoto, el otro fundador y cantante del grupo, abandonó el proyecto después de esta primera publicación, dejando a Shelley al frente de la nave. Devoto pensaba que la música no era lo suyo, pero lo cierto es que poco después entró de lleno en la new wave convirtiéndose en el abanderado de los Magazine. Eran de Bolton, localidad cercana a Manchester, donde el ambiente industrial todavía eclipsaba por completo al ambiente musical emergente que estallaría en poco tiempo. Estos chicos  sólo querían hacer canciones. Canciones enérgicas, directas, con mensajes concisos y simples, mensajes como “y yo qué obtengo” (‘What Do I Get’); o “voy a salir a buscarme una chica” (‘Love Is Lies’); o “en el mundo real todos ganamos cuando jugamos al mismo juego” (‘Real World’).

Shelley y Devoto vieron un concierto de los Sex Pistols y decidieron montar un grupo, contagiados por la energía que se desprendía de aquel escenario y animados por la aparente facilidad con la que se podía ejecutar aquel tipo de música. Ritmo frenético, guitarras furiosas, frases crudas y desencantadas, era una nueva actitud que derribaba (o al menos hacía tambalearse) los cimientos del pop. Meses más tarde invitaron a los de Rotten a tocar de nuevo en Manchester siendo teloneados por los Buzzcocks, lo cual contribuyó a construir la escena musical de la ciudad, que tendría un desarrollo espectacular en los años sucesivos.

Los Buzzcocks adoptaron la actitud, pero no la pose. No vestían ropas llamativas ni tenían una imagen rompedora. Parecían chicos normales que en cuanto enchufaban sus instrumentos demostraban la energía que llevaban dentro (déjame de historias y de pintas estrafalarias). Tenían garra, urgencia, una imagen despreocupada, y algo más que los diferenciaba de otros grupos de punk: melodías. Es uno de los elementos más identificativos de los Buzzcocks, la búsqueda de melodías reconocibles, la musicalidad insertada en las explosiones sonoras de tres minutos. Se pueden encontrar precedentes e influencias en los Kinks más enérgicos o en los Troggs, de quienes versionaron ‘I Can’t Control Myself’ añadiéndole un par de revoluciones. Habiendo numerosas idas y venidas en sus miembros, se considera la alineación más clásica la formada por Pete Shelley como guitarra y voz, Steve Diggle a la guitarra, Steve Garvey al bajo y John Maher a la batería. Todos ellos, además, tenían proyectos musicales paralelos.

En 1978 lanzan su primer LP, Another Music in a Different Kitchen. Habían firmado con United Artist, así que la difusión fue mucho mayor y alcanzaron nuevas cotas de mercado. Ese mismo año sacan otro LP, Love Bites. Eso debía de pensar a estas alturas Pete Shelley, a quien la arriesgada apuesta le había salido bien. En 1979 publicarían otros dos elepés, el primero de ellos titulado A Different Kind of Tension, donde se advierten nuevos recursos musicales en las canciones, un sonido algo más refinado y propuestas que rompen algunas premisas del punk, como canciones de cuatro o hasta siete minutos (‘I Believe’).

El segundo LP de ese año fue Singles Going Steady, un recopilatorio que constituye un auténtico manual del punk rock, un disco de referencia. El grupo se disolvió en 1981 por desavenencias con la compañía, y durante ocho años cada cual fue por su sitio. Volvieron a reunirse, con algún que otro cambio en la plantilla, sacando algún disco recopilatorio (Operators Manual, 1991) y alguno en directo (Entertaining Friends, 1993, concierto hecho en 1979 en el Hammers Odeon). En 1993 editaron un LP con nuevo material, Trade Test Transmission, donde mantienen la actitud punk con guitarras afiladas y ritmos más asentados.

Su último disco con composiciones nuevas será Flat-Pack Philosophy (2006), donde siguen demostrando que no han perdido la capacidad de crear buenos pildorazos de punk rock de menos de tres minutos. Por el camino ha habido más recopilatorios y discos en directo (el último es de este mismo 2021, Late For The Train: Live and In Sessions 1989-2016), y alguna concesión a la electrónica, como en Modern (1999). Aunque los Buzzcocks no tienen la vitola de los dos buques insignia del punk británico (Sex Pistols y The Clash), su importancia e influencia en bandas como Green Day, The Offspring o Pearl Jam, entre otras, es reconocida, y Nirvana los seleccionó para abrir los conciertos de su última gira europea.

En 2012 se podía ver con asiduidad un anuncio en el que un grupo ensayaba una y otra vez el estribillo pegadizo de una canción dentro de un coche, presumiblemente mientras iban al concierto con el que remataban el anuncio (gracias al coche la canción salía bien, hay que suponer). El grupo se llamaba Sexy Zebras, y la canción ‘Ever Fallen In Love (With Someone You Shouldn’t’ve)’. Es una de esas canciones chicle, no puedes parar de masticarla, un tema indestructible que trasciende las décadas y que se suele conocer sin saber de dónde ha salido, como le pasaría a mucha gente (me incluyo) con este anuncio. La canción ha sido versionada numerosas veces, una de las más conocidas es la que hizo el grupo Thursday, y está realmente bien construida.

Pero los Buzzcocks no son una banda de un solo éxito (one hit wonder), son un eslabón clave entre la tradición beat, el punk rock en el que destacaron por su personalidad, y todos los subgéneros posteriores al punk que fueron surgiendo inmediatamente después, además de ser pioneros del do it yourself y de la escena de Manchester. Un grupo para dejarse de historias y dejarse llevar por canciones directas y contundentes.