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Fats Domino: El ritmo de Nueva Orleans que conquistó el mundo

Repasamos la historia del grupo de pioneros, con Domino a la cabeza, que pusieron al mundo a bailar

 

ANDRÉS ESTEBAN GONZALEZ 

Cuando el huracán Katrina golpeó Nueva Orleans en 2005, “Fats” Domino desapareció. Su familia informó que no había salido de la ciudad y que desconocían su paradero. Alguien escribió en la fachada de su casa “R.I.P. Fats. You will be missed” (“Descansa en paz Fats. Te echaremos de menos”). Tres días después, su hija le reconoció en una fotografía en la que aparecía junto a miembros de los equipos de rescate. El artista, que cincuenta años antes había sido crucial en el nacimiento del rock ’n’ roll, seguía viviendo en el célebre Distrito 9, el barrio que le vio crecer y que quedó anegado bajo las aguas. Domino encarnaba el espíritu de Nueva Orleans y, en mitad de la catástrofe, sus vecinos se lo recordaron al mundo.

 

Antoine “Fats” Domino comenzó su carrera discográfica en 1950 con la publicación de su primer sencillo, ‘The Fat Man’. La canción, construida sobre los martilleantes ritmos de piano de Domino y su estilo desenfadado, conectó inmediatamente con los adolescentes urbanos de la época, y el acento criollo del cantante aportaba el toque exótico que atraía tanto a sus vecinos como a los jóvenes del resto del país. Un año después de su lanzamiento, ‘The Fat Man’ había vendido un millón de copias. Este éxito de Domino supone el comienzo de un nuevo fenómeno de masas, el rock ’n’ roll. Aunque hay otras canciones que también se pueden considerar como precursoras de este nuevo sonido, esta es la primera en alcanzar semejante nivel de ventas. Sin embargo, este hito también puede entenderse como la culminación de un proceso de mestizaje musical que se remonta a la creación de Nueva Orleans.

 

La tradición musical de esta ciudad está íntimamente ligada a su propia historia. Este enclave portuario y antigua colonia francesa y española fue uno de los principales centros del comercio internacional de esclavos traídos de África durante el s. XVIII y parte del XIX. Vendidos como mano de obra para la construcción de la ciudad, los domingos se reunían para comerciar, tocar música y bailar en lugares como Congo Square, considerado uno de los lugares de nacimiento del jazz. El contacto de los ritmos y danzas africanos con las tradiciones culturales de la inmigración caribeña (Haiti, Cuba…) y las de los colonos europeos dio lugar a la enorme cultura musical de Nueva Orleans.

Ya en el s.XX, una de los estilos herederos de esta riqueza musical fue el de las bandas de jazz y rhythm and blues que amenizaban los clubs de la ciudad. Aquí se forjaron estrellas como Louis Armstrong y otras figuras locales como las orquestas de “Papa” Celestin o “Fats” Pichon. Miembro de ambas fue Dave Bartholomew, productor y coautor de todos los grandes éxitos de Domino. Este trompetista, que lideraba la principal banda de la ciudad tras la II Guerra Mundial, comenzó su relación artística con el cantante en 1949, cuando ejercía de cazatalentos para Imperial Records. En diciembre de ese año acudió junto a Lew Chudd, propietario de la compañía, al club Hideaway de Nueva Orleans, donde Domino actuaba regularmente. Chudd quedó tan impresionado que encargó a Bartholomew grabar ‘The Junker’s Blues’, conocida canción local que Domino versionaba en sus conciertos. El productor adaptó el tema hasta convertirlo en ‘The Fat Man’.

 

La grabación tuvo lugar a escasos metros de Congo Square, en los estudios J&M. Este pequeño negocio familiar regentado por Cosimo Matassa fue decisivo en la popularización de la música negra y en la expansión del rock ’n’ roll. Matassa, hijo de inmigrantes italianos, conocía la discriminación racial que sufrieron sus padres al llegar a Estados Unidos desde su Sicilia natal, y en su estudio trabajaba con músicos negros y blancos por igual. Por sus micrófonos pasaron figuras como Little Richard (que grabó allí ‘Tutti Frutti’, entre otras) o Ray Charles, y estrellas locales como Professor Longhair, Roy Brown o Lloyd Price. En J&M, Domino y Bartholomew encontraron el lugar perfecto para plasmar su sonido. El estilo bailable y dinámico de “Fats” encajaba con la predilección de su productor por los ritmos contundentes, y a ‘The Fat Man’ le siguieron otros éxitos como ‘Ain’t That a Shame’ o ‘Blueberry Hill’. Apoyados por algunos de los arquitectos del nuevo rock ’n’ roll, como el batería Earl Palmer o el saxofonista Herbert Hardesty, sus producciones llegaron al número uno en las listas de música negra en nueve ocasiones, y entraron incluso en las listas de música pop, copadas por artistas blancos en aquella época. Solo Elvis Presley vendió más discos en la década de los cincuenta.

 

La sociedad “Fats”-Bartholomew duró hasta la venta de Imperial Records en 1963, aunque el trompetista siguió formando parte de la banda que acompañaba a Domino en directo años después. En las décadas posteriores “Fats” siguió grabando, aunque con menos asiduidad y sin alcanzar el éxito de su juventud. Abandonó las giras internacionales en 1995 y ya no saldría del Estado de Louisiana, con esporádicas apariciones públicas hasta pocos años antes de su muerte, esta vez sí, en 2017 por causas naturales.

 

Existe un proverbio africano que dice: “Se necesita a un pueblo para criar a un niño”. O, en este caso, una ciudad: Nueva Orleans. Su riqueza musical, cultivada durante décadas, se manifestó en un joven pianista descendiente de los ritmos que sonaban en Congo Square un siglo antes. El pueblo había criado a una estrella. R.I.P. Fats. You will be missed.