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Blind Lemon Jefferson: el indescifrable talento que venció al olvido

Recordamos la figura de la primera gran estrella del blues de Texas en la década de 1920

 

ANTONIO GOMARIZ 

“He practicado, lo he intentado, he hecho de todo, y aun así nunca he podido llegar a tener el sonido que él tenía. Era majestuoso. Blind Lemon era mi ídolo”, fue lo que respondió B.B. King, El Rey del Blues, cuando le preguntaron por sus influencias musicales. Quizás estas palabras no solo sean la mejor explicación sobre quién fue Blind Lemon Jefferson como músico, sino la manera de entender por qué su figura ha trascendido hasta el presente. En muchas ocasiones, la línea que separa a aquellas que sobreviven al paso del tiempo de las que caen en el olvido es finísima y no responde a ninguna ciencia exacta y el caso de Lemon Henry Jefferson, precisamente, contenía todos los ingredientes para decantar la balanza hacia el olvido.

Hijo de padres aparceros, nació ciego y como el menor de siete (u ocho) hermanos en 1893 en Coutchman, un pueblo fantasma en el norte del condado de Freestone, Texas. La localidad, que alcanzó su pico de población con 300 habitantes, dejó de ser reconocida como comunidad independiente a finales del siglo XX y pasó a engrosar la lista de más de 3.800 pueblos fantasma registrados en Estados Unidos. Comunidades cuyos vestigios cuentan la historia de aquel país incipiente y de sus habitantes, itinerantes a lo largo del territorio en busca de prosperidad. Criado de un lugar a otro por diferentes pueblos del este de Texas, aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta con apenas ocho años en la calle, en fiestas, picnics o frente a la barbería del lugar, pese a la ceguera innata le impedía apreciar el mundo que le rodeaba.

«Aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta con apenas ocho años en la calle, pese a la ceguera innata le impedía apreciar el mundo que le rodeaba»

Sus primeros pasos como integrante de un primigenio movimiento musical, el blues, los dio en la zona de Deep Ellum, en Texas. Establecido en el barrio desde 1917, allí coincidió con prominentes figuras del blues como Lead Belly, quien afirmó que Jefferson le enseñó a tocar la guitarra con una sola cuerda, o con T. Bone Walker. Su producción musical fue tan breve como productiva y exitosa y, desde su llegada a Chicago a finales de 1925, hasta su muerte en 1929, grabó 79 singles para Paramount Records. La discográfica, pese a contar con los principales músicos de jazz y blues de la época en catálogo, no destacaba por las condiciones económicas que ofrecía como contraprestación ni por la calidad de sonido de sus grabaciones. Pese a ello, el éxito de Jefferson fue inmediato desde que sus primeras grabaciones salieron al mercado, unas canciones gospel de carácter espiritual que firmó con el pseudónimo de Deacon L. J. Bates.

Fue un adelantado a su tiempo. ‘Booster Blues’ y ‘Dry Southern Blues’ fueron las primeras canciones representativas del estilo musical que popularizó y dominó como ninguno de sus coetáneos. Sin embargo, tuvieron que pasar varias generaciones, varios saltos evolutivos en el blues y la llegada del rock hasta su figura y su música fueron reconocidas con la relevancia correspondiente. Además del citado B.B. King, quien se erigió como el más ferviente de sus admiradores, ‘Jack Diamonds’ ha sido versionada por The Byrds, Fairport Convention o Nick Cave, ‘See That My Grave Is Kept Clean’ por el propio B.B. King, Bob Dylan, Grateful Dead o Lou Reed y ‘Match Box Blues’ por John Fogerty o The Beatles, entre muchos otros, además de ser elegida por el Rock and Roll Hall of Fame como una de las 500 canciones que dieron forma al rock.

Testimonios de su entorno relataron que su voraz apetito le llevó a engordar tanto que terminó actuando sentado y con la guitarra apoyada sobre la barriga. También fue descrito como un gran showman, que desarrolló un estilo único a la hora de cantar, con una atronadora y retumbante voz con la que “gritaba como si alguien le estuviera pegando todo el tiempo” y que contrastaba con su personalidad serena. Se convirtió en la primera gran estrella del blues en cantar y tocar la guitarra simultáneamente, sin necesidad de músicos de acompañamiento. La vertiginosa técnica con la que manejaba su pequeña guitarra lo convirtió en un bluesman único e inimitable para sus coetáneos, así como en una fuente de inspiración y admiración para sus sucesores. Su guitarra actuaba más como una segunda voz que como un complemento para repetir las melodías vocales y era capaz de tocar en compases inusuales y en muchas tonalidades diferentes.

Murió en 1929 en Chicago a la temprana edad de 36 años y en unas circunstancias que ni los principales expertos en la materia han sido capaces de determinar con exactitud. Entre las principales teorías a debate están las causas naturales (miocarditis crónica o asfixia a consecuencia de su obesidad) y otras más escabrosas como el envenenamiento a cargo de una amante celosa o el asesinato a manos de un guía que intentaba robarle sus royalties discográficos. De la vida de Blind Lemon Jefferson no han quedado registradas para la posteridad grandes anécdotas, ni momentos memorables. Tampoco ha inspirado leyendas populares ni adaptaciones cinematográficas, como fue el caso de algunos de sus contemporáneos como Robert Johnson o Ma Rainey. Todo lo contrario. Una historia reconstruida, en gran medida, pese a las numerosas conjeturas, contradicciones y el desconocimiento que la rodean y cuya supervivencia hasta el presente sólo se entiende desde una perspectiva musical. Generación tras generación, su talento ha sido venerado hasta conservarse inimitable e imposible de descifrar.