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Holanola Lab-Fest: el laboratorio musical que une Nueva Orleans y la Península Ibérica

La tercera edición del Holanola Lab-Fest llega a Madrid los días 27 y 28 de septiembre en el Café Berlín

 

MARÍA CANET

Transmitir la esencia de la ciudad de Nueva Orleans en la Península Ibérica. Crear un comunidad de músicos entre ambos lados del charco para abrir nuevas ventanas musicales. La fusión, el amor por la música y por esa ciudad, dieron origen al Holanola Lab-Fest, un festival itinerante que permite la convivencia de una comunidad de músicos de folk que se estableció en Nueva Orleans tras el huracán Katrina, con artistas de la Península Ibérica.

Este peculiar laboratorio musical que en anteriores ediciones tuvo lugar en Lisboa u Oporto, aterriza, tras pasar por Ourense y Santiago de Compostela, por primera vez en Madrid. Los días 27 y 28 de septiembre  músicos internacionales como Sabine McCalla, Duff Thompson, Sam Doores y Kiki Cavazos, se darán cita en el Café Berlín. Además de música en directo, el Holanola Lab-Fest incluye encuentros musicales como el que tendrá lugar el sábado 28 a la hora del vermú (12h00) en el Café Varela, entre los periodistas Fernando Navarro, Jacobo Rivero y Gonzo (entrada libre hasta completar aforo). Una programación cuidada para un festival genuino y especial del que Martín Calviño, su director, nos ofrece más detalles.

“Holanola ofrece la posibilidad de ver cómo ha evolucionado Nueva Orleans. Todo el mundo asocia la ciudad al jazz, pero tienen cabida muchos estilos musicales”

FR. ¿Cómo nace Holanola? ¿Cuándo surge la idea de crear este festival tan especial?

Martín Calviño. Holanola nació gracias a la estrecha relación que desarrollé hace años con la ciudad de Nueva Orleans, a la que viajo habitualmente, y con la pretensión de crear un laboratorio musical entre esa ciudad y la Península Ibérica.

¿Qué tiene de especial este laboratorio artístico con respecto a otros festivales o ciclos de conciertos?

Lo que hace especial al Holanola es la convivencia artística. Al final están casi dos semanas aquí entre 10 y 12 músicos de Nueva Orleans viendo lo que es la música tradicional gallega con la pandereteiras, viendo lo que es el flamenco… También ver lo que es Nueva Orleans de verdad, porque, aunque todo el mundo asocia esa ciudad al jazz, tienen cabida muchos estilos musicales (músicos garífunas de Guatemala, cubanos, de los Balcanes…); este festival pretende mostrar cómo ha evolucionado la ciudad.

Se incide en el “intercambio cultural” entre la Península Ibérica y Nueva Orleans, ¿qué situaciones mágicas se han producido en ediciones anteriores fruto de ese intercambio?

Se crean situaciones muy especiales. A estos músicos les gusta mucho el flamenco, pero les ha chocado mucho la música tradicional gallega y el tema de las pandereteiras. La pandereta es un instrumento que tiene mucha presencia en Nueva Orleans, sobre todo con las tribus indias, y que se ha trasladado a varios estilos de música allí, pero el instrumento y la forma en que se toca en Galicia es algo único en el mundo. Ellos han mostrado mucho interés, de hecho, hacemos talleres para que aprendan a tocarla como se toca aquí y seguro que acaban por aplicarlo a su música.

Esta es la tercera edición del festival, pero hay algunos cambios. Si en ediciones anteriores Porto y Lisboa fueron dos de las sedes, este año es el turno de Madrid, ¿a qué se debe esa decisión de convertir al festival en un encuentro itinerante? 

El tema de que el festival sea itinerante tiene mucho que ver con la comunidad de artistas que han venido estos tres años; este año se cierra este círculo. Son una serie de artistas que llegaron a Nueva Orleans poco antes del huracán Katrina y eran músicos ambulantes, un poco esa herencia de Woody Guthrie y de los viajeros en tren con la guitarra, del dust bowl… Hubo un disco que se llama Soundown Sounds que lideró Kiki Cavazos, que está este año con nosotros, que asentó este estilo más folk en la ciudad. Se creó esta comunidad de músicos herederos del folk, del country, que era algo más propio de ciudades como Nashville. Esto no existía antes en Nueva Orleans. Todos estos músicos eran itinerantes, viajero, y quise que el espíritu del festival fuera ese.

¿Cómo surge la idea de conectar ciudades como Nueva Orleans, Santiago de Compostela, Ourense y Madrid?

La idea de conectar ciudades, además de logística y de que el festival nació en Galicia, es no centralizar, que los músicos puedan ver lo que pasa en otras ciudades, en otras partes de la Península Ibérica y no sólo en lo que ocurre en Madrid o Barcelona.

¿Cómo se lleva a cabo la selección de artistas tanto nacionales como internacionales? ¿Hay algún filtro o alguna premisa?

La selección de artistas corresponde a los viajes que hago a Nueva Orleans. No es una ciudad demasiado grande; siempre conoces a gente que te acaba presentando a gente. Es muy importante para nosotros crear la comunidad durante el festival, buscamos amigos o amigos de amigos que nos recomiendan y hacen cosas interesantes. No responde a un criterio para vender más entradas, de hecho en Nueva Orleans no hay industria musical y nunca va haber grandes nombres que nos hagan vender muchas entradas. Se basa en lo que ofrece el artista y en cómo va a encajar en esa comunidad que vamos a crear durante dos semanas. También traer diferentes estilos de la ciudad; el año que viene será algo nuevo completamente.

¿Qué respuestas habéis obtenido en pasadas ediciones por parte de los artistas internacionales? ¿Cómo viven esta inmersión en la Península?

Para ellos es una oportunidad única. A la mayoría les cuesta mucho salir de la ciudad, es muy caro traerlos, no son muy conocidos, así que lo valoran muchísimo. Musicalmente, esas inmersiones que hacen aquí, les influyen muchísimo. Se han ido músicos gallegos a grabar allí, ahora por ejemplo se va Julián Maeso.

¿Han nacido colaboraciones a largo plazo entre artistas nacionales y los internacionales?

Estas colaboraciones ya han dado sud frutos. Por ejemplo, PALOMA PALOMA, una artista gallega estuvo allí grabando en Nueva Orleans. Julián Maeso estuvo ayer mismo grabando en un estudio con los músicos de allá y se va a ir en enero o febrero a grabar allí.

Además de conciertos, la programación incluye sesiones vermú con charlas como  “resistencia musical” con Fernando Navarro, Jacobo Rivero y Gonzo. ¿Qué buscáis transmitir al público con esta iniciativa?

Lo que buscamos con este tipo de charlas es que la gente se acerque un poco más y conozca la ciudad de Nueva Orleans. Fernando Navarro es un apasionado de la ciudad y conoce este festival desde su nacimiento; estuvimos allí juntos cuando hizo un reportaje para El País Semanal. Jacobo Rivero, también periodista, ha pasado temporadas allí, conoce bien la ciudad. Entre todos queremos que la gente se acerque a la terraza del restaurante Varela y que vean cómo la ciudad ha evolucionado. Que la gente pregunte y sea partícipe de esto.

Tanto en Santiago como en Ourense o Madrid, las salas son el escenario clave del Holanola. ¿Crear un clima de cercanía y fomentar el circuito de salas eran una prioridad desde el primer momento?

El festival en sí demanda esto: salas pequeñas de mediano aforo, que permitan la cercanía con el público, que es la esencia de Nueva Orleans.  Tampoco queremos convertirnos en un festival grande que movilice masas. No queremos para nada entrar en ese circuito.