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Biznaga: canciones para combatir el ahora

Más próximo al pop, el quinto disco de Biznaga arenga a la acción colectiva e inmediata para reapropiarse del presente

 

MARÍA CANET

Sin acción presente, no hay futuro posible. Más aún, cuando la realidad atrapa cual rueda de hámster convertida en una apisonadora de ilusiones. En el laberinto salvaje del capitalismo, el verde ya no es sinónimo de esperanza, sino de una triada destructiva: ludopatía, fascismo y especulación inmobiliaria. No se vive, se sobrevive a base de jornadas eternas alimentadas por la estafa de la meritocracia y la cultura del esfuerzo, para caer rendidos en un cuchitril al que se destina más de la mitad del sueldo. Se descuidan (o evitan) los vínculos afectivos, la salud mental, a base de pastillas y de la búsqueda de la satisfacción inmediata. Lo que antes se llamaba “hogar”, ahora es un Airbnb; las pantallas sustituyen el roce de la piel y la libertad tiene poco que ver con los derechos y más con las cervezas.

El momento de escapar de esa rueda es ¡AHORA! (Montgrí, 2024). El nuevo disco de Biznaga elabora una radiografía de los males que atañen a una sociedad atravesada por la política donde el entusiasmo y la reivindicación colectiva sostienen y mantienen el pulso. Un furioso trabajo de guitarras urgentes con importantes novedades melódicas próximas al pop (el protagonismo de los coros, las acústicas o los medios tiempos), que conforman ese himno que toda revolución necesita. Nos reunimos con Jorge (bajo y letras), Álvaro (voz y guitarras) y Milky (batería), para desgranar su quinto trabajo de estudio.

Han pasado poco más de dos años desde que publicarais Bremen no existe (Montgrí, 2022), vuestro anterior disco, con una gira que terminasteis hace relativamente poco, el pasado enero. Da la sensación, tanto por el poco tiempo transcurrido entre ambos discos como por lo actual de las letras, que, prácticamente, no habéis parado de componer. ¿Cuándo nacen las canciones de ‘¡AHORA!’?

Jorge: Sí, la sensación es que no paramos de tocar y de repente sacamos un disco. Hay un hecho diferenciador y es que ahora nos dedicamos exclusivamente a esto. Antes lo teníamos que compatibilizar con trabajos que nos quitaban ocho horas laborables más una o dos de transporte, los fines de semana tocando… Cuando quitas esa labor de supervivencia y puedes centrarte exclusivamente en hacer canciones, ganas muchísimo tiempo. Ahora lo que pienso es: ¿cómo narices lo hacíamos antes?

Milky: Primero se demuestra y luego te pones a vivir de ello.

Lo que no ha cambiado es vuestro equipo. Habéis vuelto a contar con Raúl Pérez (Pony Bravo) en la producción desde los estudios La Mina (Granada), en esta ocasión, ¿ha habido algún cambio en la forma de trabajar o ya tenéis la dinámica consolidada?

Milky: Hemos hecho doblete: Raúl en la producción y Santi García masterizando.

Álvaro: Cambios no, Santi, a la hora de la mezcla, ha tenido más libertad, le hemos dejado que experimente, que juegue.

Jorge: En Bremen ya lo hizo sin que se lo dijéramos, y en esta ocasión desde el principio, porque las canciones ganaron mogollón. Son perfiles muy diferentes pero que se complementan a la perfección. Viva Belgrado, por ejemplo, han contado también con ellos.

Milky: Al final, ellos nos conocen más y nosotros confiamos más en ellos.

 

Escuchando el disco, da la sensación de que las melodías acompañan muy bien (incluso mejor que en cualquiera de vuestros anteriores discos) el mensaje que queréis trasmitir en las letras. ¿Cómo habéis trabajado esta sincronía entre la letra y la música?

Álvaro: Ha sido el disco que más se ha trabajado desde esa perspectiva. Es el más melódico, pero a la vez tiene la mala baba.

De hecho, también se percibe un cambio significativo en tu forma de cantar, Álvaro, con más rabia. ¿Te has preparado de una forma especial?

Álvaro: Habrá gente que diga que no, pero creo que canto más desgarrado, más agresivo. Estoy calentando más la voz y, para el disco, hemos hecho más tomas que nunca.

Las armonías vocales son otras de las novedades importantes que tiene el disco: los coros tienen más protagonismo que nunca en temas como ‘El futuro sobre plano’, ‘Las afinidades eléctricas’ o ‘Agenda 2030’…

Milky: Le hemos dedicado más tiempo a las voces.

Álvaro: Le estamos perdiendo miedo a los coros, siempre hemos sido muy planos: emplear una sola voz para que fuera más crudo todo. Ahora, con Torete (guitarrista, última incorporación a la banda), hay coros donde se anima a la gente a que cante.

 “No queremos que nuestras canciones estén en listas para limpiar la casa; queremos que la gente preste atención a lo que se está diciendo y que produzcan una acción”

En vuestros anteriores trabajos habéis introducido conceptos filosóficos o teorías de sociólogos o antropólogos como el “no lugar” que acuñó Marc Augé en Gran Pantalla, ¿ha habido algún autor que os haya marcado especialmente a la hora de componer las letras de ¡AHORA!?

Milky: Quizás nos hayamos empapado más de la sociología urbana.

Jorge: No sabes cuándo te van a salir canciones que han sido influenciadas por algo en concreto. Puede que leas un libro y hagas una canción cinco años después. Yo voy anotando cuando leo, veo una película, cuando alguien me cuenta algo que me interesa; luego ya toca ordenar ideas. Por ejemplo, Mark Fisher, un filósofo bastante en boga desde hace cinco años a esta parte, fue muy importante para Bremen y su influencia llega aquí. También David Graver, antropólogo, estudioso popular que falleció hace poco, escribió Trabajo de mierda.

De hecho, en el disco incluís una cita de Fisher: “si las canciones dejaran de ser entretenimiento, podrían ser cualquier otra cosa”. ¿Por qué habéis decidido que aparezca literalmente en el disco?

Jorge: El archivo en el que empecé a escribir las letras empezaba con la cita de Fisher; cada vez que lo abría, lo primero que veía, era eso. Se ha mantenido ese mantra hasta el final. Teníamos claro que queríamos hacer un disco de canciones que importaran. Una manera de vivir la música como la de antes; a día de hoy la música es contenido, sale hoy y mañana hay otro contenido, pasa desapercibido.

Milky: Antes formaba parte de la vida de las personas de forma muy intensa.

Jorge: No queremos que nuestras canciones estén en listas para limpiar la casa; queremos que la gente preste atención a lo que se está diciendo y que produzcan una acción.

De todas las problemáticas sociopolíticas que abordáis en las letras, hay una, la vivienda, que ocupa un protagonismo especial desde la portada ¿cómo surge esa idea?

Milky: Es muy estética: entre el fondo y el ¡AHORA!, resume perfectamente las canciones, son letras más terrenales y concretas.

Álvaro: Se le dio muchas vueltas, al principio iba a ser algo más de diseño gráfico, sabíamos que tenía que tener la palabra “ahora” y ladrillos. Karen Else (autora del artwork y del diseño) mandó esta foto que originalmente iba a ser para la contra y vimos claro que funcionaba perfectamente. Pero ha sido un proceso llegar hasta ahí.

Jorge: Un proceso de deconstrucción, porque nos hemos puesto a construir mogollón de ideas y nos hemos dado cuenta de lo bien que quedaba destruido.

Ya desde el primer tema, ‘El futuro sobre plano’, jugáis con ese crescendo melódico para mencionar el título del disco (¡AHORA!) y aludir a la acción inmediata. ¿Lo dejamos todo para el futuro?

Milky: Totalmente, estamos postergando el presente.

Jorge: El disco anterior mezclaba espacios y tiempos, lo teníamos como un diálogo entre pasado, presente y futuro, pero este queríamos centrarlo en el presente. Las críticas se vierten sobre problemáticas que se están dando aquí y ahora, pero también proponemos antídotos como el entusiasmo que, en la actualidad, es más necesario que nunca. Proponemos actuar en el presente para solucionar esos problemas o convertir en realidad esas ilusiones. Sin postergar, sin pensar si se va a solucionar en el futuro; el futuro es ya, y lo que ocurra en el futuro está estrechamente ligado con el presente, no va a ocurrir algo de manera mágica.

Es algo que también sale a relucir en ‘Agenda 2030’…

Jorge: ¡Que le den por culo al 2030, estamos en 2024, vamos a hacer cosas ahora!

De hecho, en ese tema, el final tan abrupto no anuncia buenos augurios…

Milky: No es esperanzador ese final, no. En música clásica, cuando melodía y letra generan lo mismo armónicamente y discusivamente, se ajusta lo que se dice con la composición musical, se llama madrigalismo. Soy musicólogo, aunque nunca curré de ello (risas).

Vuestra forma de denunciar realidades, explícita, arengando para que se produzca un cambio, que es algo muy punk, pero a la vez ensalzando las cosas buenas y bonitas que aún resisten, sin renunciar al pop, me recuerda mucho a la filosofía de los Clash. El posicionarse, pero sin renunciar al baile ¿no?

Milky: Desde luego son un ejemplo a seguir: tener esencia punk, intervenir en otros estilos y tener alma pop. Hacer muy buenas canciones con mensaje, eclecticismo…

Álvaro: No tener miedo a mezclar tantos estilos y que te salga bien.

Dentro de esa llamada a la acción, canciones como ‘Imaginación política’, interpelan directamente al oyente, parece casi una conversación con ese “¿te imaginas que fuera posible otra vida?

Milky: Parece la conversación de los colegas cuando se juntan, cuando van borrachos y parece que van a arreglar el mundo. Es un poco eso.

Jorge: Tiene un tono un poco irónico, vacilón, pero en el estribillo sale el “te acuerdas cuando te podías imaginar que esto no iba a tener que ser así”…

Otra curiosidad es cómo introducís la jerga que está ahora de moda entre los más jóvenes, en redes sociales, palabras como “bebé” o “bro” y la mezcláis con conceptos económicos como la mano invisible de Adam Smith…

Jorge: Nunca pensé meter la palabra bebé (risas)… A veces nos lo llamamos entre nosotros, pero una cosa es decírtelo en la furgoneta y otra meterlo en una letra, en un grupo como el nuestro (risas).

Álvaro: Yo estoy encantado con esta letra, de las que ves de reojo y no hay que tocar nada: “la mano invisible con uñas de gel”, “es el mercado, bebé”, es muy gráfico, se interpreta bien.

“Proponemos actuar en el presente para solucionar los problemas o convertir en realidad las ilusiones”

A pesar de eso, mantenéis la esperanza en que se produzca ese cambio y defendéis, ‘El entusiasmo’, como bastión de resistencia, ¿quedan fuerzas para encontrar esa ilusión entre tanta desazón?

Jorge: Joder, hay que hacerlo, nos tenemos que permitir estar tristes, pero pasarnos la vida tristes y deprimidos…

Milky: Es malgastarla.

Jorge: A veces no hay más remedio, y has perdido el control sobre tu propio ánimo y tu círculo tiene que tirar de ti; son ellos los que tienen que tratar de contagiarte el entusiasmo. A nivel individual y colectivo es esencial para que, si no nos gustan determinadas cuestiones, tener la posibilidad de producir cambios. Si hay que morir, es de vivir. Estamos vivos, que se note.

A nivel lírico, posee la letra más poética, pero a nivel melódico, a pesar de esa cercanía al pop con los sintetizadores, es uno de los cortes más curiosos de vuestra carrera al introducir las acústicas, prácticamente una novedad para Biznaga, ¿cómo surgió esa idea?

Álvaro: Es un tema que ha ido creciendo en estudio, no teníamos clara la estructura. Ese bajón que se produce cuando entra la melodía fue un cambio de última hora, una propuesta de Santi que le da mucha dinámica. Cuando la acabamos teníamos claro que era la canción del disco.

 Milky: Era un tema que lo tenía todo: garra, momento agresivo, momento pop, intro con punteo  redondo… De repente llega Santi y dice: “aquí todo fuera”. Fue una cosa que no nos habíamos atrevido a hacer nunca. Biznaga siempre había tenido el bajo y la batería ahí presentes y de repente se va eso.

Jorge: Esperas que el estribillo sea como el primero, y lo que ocurre es que la base rítmica se cae.

¿Qué más temas han cambiado de forma considerable con respecto a las maquetas originales?

Álvaro: ‘Benzodiazepinas’ y ‘Espejos de caos’ también ha sido un tema que ha tenido muchos cambios, se probaron cosas locas, que diría Torete.  Últimamente cada vez nos dejamos llevar más.

Milky: En el local, al final, tenemos los medios que tenemos y somos cuatro tíos tocando en directo. Es todo más bruto.

‘La gran renuncia’, el último sencillo que publicasteis antes de que el disco viera la luz, es otro de los temas donde sois más críticos: se habla de la precariedad laboral, de la patraña que es la meritocracia, la dificultad de salir de ese “estado del malestar”, hay un señalamiento directo al verde “Codere, Vox y Tecnocasa”…

Milky: Tenemos pa’ todos.

Todo esto con una melodía muy urgente y oscura, que en determinados pasajes imita alarmas, ¿cierto?

Álvaro: Es una canción muy frenética, los golpes que se escuchan los hacemos directamente con la guitarra.

Jorge: Es la canción más post punk que hemos hecho. Alguien en Instagram nos puso que sonaba a Gang Of Four y no puede ser más cierto.

Esta canción deja uno de los lemas del disco, “vivir para vivir, no para trabajar”. ¿Por qué, en momentos donde se habla más que nunca del autocuidado es necesario reivindicar esto?

Jorge: Pasamos gran parte de nuestra vida en el trabajo, ¿cómo no vamos a hablar de ello? Influye en el amor, que es otro de los grandes temas del disco, o la vivienda.

Justo después de un tema tan vertiginoso que plasma bien la ansiedad, se llega al letargo que provoca ‘Benzodiazepinas’: ¿las pastillas son la única solución ante la falta de recursos e inversión en salud mental?

Milky: Hacía tiempo que queríamos hablar de la medicalización de la sociedad. La psicofarmacología está muy a la orden del día; empastillarte antes de hacer un trabajo terapéutico que consista en ir, ir, hablar, cambiar, romper tus esquemas cognitivos, ir progresando… Claro, la terapia lleva un tiempo y es más fácil medicarte para seguir produciendo.

Jorge: Vivimos en la época de los resultados instantáneos, tanto para lo bueno como para salvarte de lo malo. La medicalización de la sociedad es también uno de los grandes temas de Mark Fisher. Propone destruir esa idea de que no se trata de un malestar individual, sino de una cuestión estructural que tiene que ver con la estructura social.

La melodía mucho más etérea y tranquila, busca un símil con el problema que abordáis. Recuerda al ‘Heroin’ de la Velvet Underground, donde la instrumentación pretende imitar el subidón que provoca el chute de heroína. Es algo premeditado ¿cierto?

Álvaro: Efectivamente, la reverberación tanto en la guitarra como en la voz, busca crear un efecto como de anestesia. La letra, además, acaba con un “tranqui, tranqui”, que hace referencia a la sedación, cuando ya se ha ido la ansiedad. Es un tema que estaba compuesto desde Bremen, pero no dio tiempo a terminarla, no encontrábamos las palabras. Se le han dado vueltas y el resultado es distinto.

Jorge: Es verdad que, por la temática y por cómo va creciendo, recuerda a ‘Heroin’, pero, a nivel musical, fue más influyente el Berlín de Lou Reed.

Este tema marca el final de la cara A, ¿le habéis dado muchas vueltas al orden del disco?

Jorge: De vez en cuando, al ponerme las canciones sueltas, el móvil hace su propio orden y digo me cago en la puta. A día de hoy hubiera hecho otro orden (risas). Cuando hicimos el orden, no sabíamos que íbamos a sacar cuatro singles.

Álvaro: Teníamos la idea de sacar sólo dos singles, pero luego surgieron cosas por el camino.

Jorge: No queríamos jugar a eso de ir destripando el disco con muchos singles, pero se nos empezó a dilatar mucho el tiempo, nos pilló el verano, queríamos sacar temas…. En Biznaga los órdenes son importantes tanto en los discos como en los directos.

La cara B, arranca con otra sorpresa sonora. Una balada donde vuelven a destacar las acústicas en ‘Espejos de caos’, que presentabais en redes como una “la mejor canción de Oasis en veinte años”. Optáis por reflejar a través de una pareja, Ana y Carlos, muchos de los problemas que nos atraviesan como sociedad. ¿Lo personal es siempre político?

Jorge: Absolutamente. La precariedad laboral, el problema o la falta de acceso a una vivienda digna repercute en tu relación sentimental. Lo hemos tenido que plasmar así, de forma caricaturesca, que es una palabra un poco despectiva, pero es una foto: se trata de acentuar los rasgos para que el mensaje sea más contundente. El arte es eso, sublimar la realidad para acrecentarla, tanto para la bueno como lo malo. Alguna gente nos preguntaba, “¿por qué tienen que tener estudios”. Eso es a lo que me refería con acentuar la realidad, tienen estudios porque es una realidad, pero a los que no tienen estudios les pasa exactamente lo mismo.

Este modelo “caricaturesco” del que habláis es el mismo que empleáis en ‘Réquiem por un rider’ ¿no?

Milky: Es una canción muy dura.

Jorge: Exacto, es otra de esas historias inventadas pero que no nos extrañaría que fueran reales. No me estoy basando en un caso concreto, pero es muy verosímil.

Como ya ocurrió con vuestro anterior trabajo en ‘Domingo especialmente triste’, donde contasteis con la voz de Isa Cea (Triángulo de Amor Bizarro), volvéis a contar con una voz femenina, en este caso Anxela  Baltar (Bala), ¿cómo surge esta colaboración?

Álvaro: Grabando la canción vi que mi voz no acababa de encajar ahí. Nos pusimos a pensar en gente de nuestro alrededor y salió el nombre de Bala: les molan Biznaga, hemos coincidido, compartimos booker… Anxela enseguida dijo que sí, grabó varias versiones, más agresivas o melódicas. La última es más desgarrada, como canta ella habitualmente, porque está ahí la llamada de la muerte.

Un título que, además, es un guiño a Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender, ¿van por ahí los tiros?

Jorge: Sí, la llamábamos “rider” y en el estudio se nos ocurrió el título de ‘Réquiem por un rider’. La canción estaba grabada con la letra en presente, así que hubo que volver a cantarla porque tenía que ir en pasado.

«Vivimos en una sociedad marcada por el individualismo, eso lleva a no tener tiempo para los colegas, hacer ghosting, sudar de ellos»

Otro de los temas que muestras ese ímpetu por seguir adelante a pesar de todo es ‘Las afinidades eléctricas’: donde proclamáis “quién se olvida de los amigos, se olvida de sí mismo”. ¿La amistad es otro gran bastión de resistencia? ¿La valoramos poco?

Milky: Sí, vivimos en una sociedad marcada por el individualismo, eso lleva a no tener tiempo para los colegas, hacer ghosting, sudar de ellos… Esta canción recoge la esencia de unos chavales juntándose en un sitio para construir algo:  se puede trasladar a chavales montando una banda, que personalmente recuerdo como uno de los momentos más felices de mi vida, pero también a la gente que se une para montar un colectivo artístico, político, una rave, una revista, un podcast, salir a hacer skate en el barrio…

El sentimiento de comunidad ¿no?

Jorge: Eso es, encuentras personas con las que sientes una afinidad y entre todos conseguís crear algo que es más grande que vosotros mismos. A eso es a lo que apela esa canción.

Antes hablábamos de ‘Espejos de caos’ por esa influencia del britpop, y de Oasis en particular, pero no es la única: ‘Lorazepam y plataformas’, también posee ese aroma. En ambas, Álvaro tiene cierto deje Gallagher al cantar, justo cuando se acaba de anunciar la vuelta de Oasis.

Milky: Es noventas a saco. Mejor acompasarnos a la reunión de Oasis que con la pandemia como ocurrió con Gran Pantalla (risas).

Álvaro: De hecho, al principio nos referíamos a ‘Lorazepam y plataformas’ como “la Oasis”. Pensábamos que iba a ser potencial single y al final no fue, pero igual ahora la gente la coloca en otro sitio.

Si empezabais con una llamada a la acción, ‘Ocupar el ahora’, es otra arenga a echarse a las calles, de nuevo, con el acompañamiento de una melodía que deriva en derroteros algo ska ¿no?

Milky: Sí, llamar a las armas, con unos timbales que podrían ser de guerra para acabar en un tema que suena a los Jam, The Strokes, Amy Winehouse… Hay un bombo a negras con un charlecillo, cuelo cositas, porque me encantan el reggae y el dub, esas baterías y esos bajos, pero en Biznaga no…

Álvaro: Quién sabe, yo desde hace tiempo llevo con el regustillo de hacer algo reggae, dub o rap.

Milky: Hacer el sandinista (risas).

Álvaro: Es un tema Bowie también, con un final bastante épico, se grabaron muchas guitarras… Es un tema bastante raro para ser de Biznaga.

¿Cuál es ese chispazo que falta para arder? Parece increíble que no lo hayamos hecho aún…

Jorge: Estamos rociando de gasolina la época. A veces el detonante es una cosa nimia, como ocurrió en Chile antes del gobierno de Boric. Se tiraron tres meses de lucha callejera y el detonante fue la subida del precio del metro. La gente empezó a colarse en masa en el metro. Obviamente, había cosas más graves, pero ese fue el detonante.

Tampoco obviáis el Genocidio que Israel está perpetrando en Gaza…

Jorge: Es un tema complejo de cantar. Intenté que la canción fuera entera sobre eso, pero no lo conseguí. Más que el qué, el cómo es fundamental.

Milky: También es difícil que tu sensibilidad se cruce con la actualidad en el momento en el que estás escribiendo.

Para terminar, ¿cómo afrontáis la gira que arrancáis en breves?

 Jorge: Súper ilusionado y trabajando muchísimo todos los aspectos.

Milky: Tenemos nuevos uniformes, una tela guapísima en marcha… El set es un poquito más largo porque hay que pillar ya cinco discos.

Álvaro: Está guay porque ya ves el set y dices ostia, “estas cuatro van seguidas” y ya cuesta sacar canciones.