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Karavana, portavoces musicales de su generación

Tres años después de la publicación de su primer álbum, la banda afianza su sonido y discurso con Entre Amores y Errores

 

MIGUEL F. BAUTISTA

Fin de semana en la gran ciudad. Tras la euforia de la fiesta, toca caminar pesado por unas calles húmedas que se desperezan, un inminente amanecer, oídos taponados y zumbido interior, manos embutidas en las chaquetas, cuerpos encogidos defendiéndose del frío. Un silencioso trayecto en metro con la mirada fija en algún punto perdido, reflexiones bajo una percepción recientemente alterada, al lado, personas que comienzan su jornada laboral, parecen llevar una vida más reglada. Otros despiertan retorcidos en algún sofá conocido o no, recuerdan como han llegado ahí o no. Análisis y reconstrucción acomodada del relato nocturno, caos y felicidad se turnan en el pensamiento.

Todo esto conforma el imaginario del cancionero de la banda Karavana. Formada por tres beatlemaníacos: los sevillanos Gonzalo a la voz y guitarra y Emilio en el bajo y el gallego Jaime a la batería. Los dos primeros, amigos desde la infancia, en plena adolescencia decidieron juntarse para versionar a sus bandas favoritas. Sus canciones destilan un pop rock inspirado en, por supuesto, The Beatles, otras bandas como Arctic Monkeys, The Wallows, The Strokes o The Vaccines y las más cercanas al punk pop norteamericano, Blink 182 y Sum 41. En 2020 publicaron el EP No Pegamos Nada con su sello actual Vanana Records. Le sucedió en 2021 su primer larga duración con el irresistible título de Muertos en la Disco. No tres días, pero sí tres años después, resucitados de esa peculiar defunción, publican Entre Amores y Errores (Vanana Records, 2024).

«Karavana deslumbran a través de sus historias vitales concretadas en canciones desenfadadas y divertidas. Maduran en una sociedad vacía de contenido»

¿Quién no conoce el famoso meme “en su cabeza sonaba espectacular”? Los tres músicos con su tercer disco han conseguido materializar su idea mental. El resultado es fiel reflejo de la imagen gestada hace ya bastante tiempo en sus cabezas. La seguridad en la idea del disco les ha llevado a producir ellos mismos el disco. Solo han dejado la mezcla final al polifacético productor Aron Kobayashi, guitarrista de la banda californiana Momma.

Entre Amores y Errores es un disco mimado en su concepto de principio a fin. Su portada muestra una típica habitación impersonal de un piso compartido en cualquier gran ciudad, amueblada a retales. Representa una idea de temporalidad, de sitio de paso y de transición a la vida ¿adulta?

Dentro del disco, diez pildorazos de pop rock. Canciones acomodadas en tres minutos, construidas sobre una base rítmica compacta y contundente, que proporciona a Gonzalo la ola perfecta a la que subirse y surfear con su icónica Rickenbacker a base de riffs distorsionados e irresistibles estribillos. Arrancan con el potente tema homónimo “entre amores y errores me siento perdido en una madrugada” y finalizan, canónicamente, con ‘El Final’ sobre el paso de la fascinación a la monotonía. Les acompañan temas que abordan el “síndrome del impostor” como ‘Martes, sábados’ (“sabiendo que el monstruo soy yo”) o ‘Cariño’ (“a quién pretendo engañar con este disfraz que llevo todas las noches”), ejercicios de autopercepción en ‘Fantasma’: “es que no encuentro mi corazón” y la nostalgia en ’El Tiempo’.

El himno del disco es ‘Verano de los 27’, metáfora sobre el momento de “sentar la cabeza” con la certidumbre de que lo anterior no habrá sido en vano, donde destaca sutilmente la dicción de Gonzalo que revela un profundo sentimiento de lealtad a su grupo. Y su némesis, el antihimno: ‘¿Quién quiere más?’, ácida, perdón, crítica al consumo de MDMA, en un mantra repetido en bucle: “¿quién quiere más MDMA?, yo, yo, así mañana estoy roto en el sofá de otro, lo hice porque sigo siendo un puto tonto”, sobre una base rítmica enloquecida empastada con una guitarra muteada y trufada por múltiples efectos estridentes de guitarra y bajo.

Karavana deslumbran a través de sus historias vitales concretadas en canciones desenfadadas y divertidas. Maduran en una sociedad vacía de contenido que desahucia moralmente al ingenuo, pero ellos han elegido la música para contarlo y lo han plasmado en un disco llamado a ser altavoz de toda una generación.