Adam Giles Levy: Reflexiones desde el silencio del caos
Entrevistamos al artista británico, que presentará su último disco en Madrid este fin de semana
MÓNICA RAMÍREZ RODRÍGUEZ
Para Adam Giles Levy, la guitarra es “una herramienta que le permite jugar”, sobre todo con las afinaciones, y cualquier manera de intentar racionalizar eso le haría perder la magia que existe en su particular relación con el instrumento. Sin embargo, según nos confiesa, un día de vuelta a su Inglaterra natal, a la que viaja desde el continente en furgoneta, intentó leer un libro de técnica musical en casa de su madre y casi se quedó dormido. Aun así, la música para este cantante y compositor autodidacta es mucho más que una profesión, es una verdadera pasión y queda más que claro al conversar con él. Tanto es así que, en un día soleado, dejó su trabajo como abogado para hacer caso “a la voz interior” que le decía que ese no era su camino: “En mi último día, salí bailando de la oficina, con esa ilusión por un nuevo comienzo”. Y no se equivocó en su decisión. A partir de entonces, no ha parado de girar internacionalmente desde que grabó su primer disco en Vancouver, siguiendo esa nueva vida que de algún modo le estaba esperando.
Reside en España, país que le ha dado miles de experiencias, una pareja y le brindó la oportunidad de conocer a los músicos que ahora son su equipo: Laura Solla (guitarrista), Lluís Mas (batería) y Fede Salgado (bajista). A todos ellos los fue conociendo en diferentes bolos y sesiones de open mic a lo largo y ancho de este territorio. Según afirma, le aportan diferentes líneas melódicas y más textura en el directo que cuando actúa en solitario. Tal es la conexión adquirida que incluso ha generado su propio idioma con Solla para comunicarse mientras tocan; “ella habla lenguaje de músico y hemos encontrado una lengua propia común”.
Desde su hogar en un pueblo cercano a Barcelona, Adam destaca lo necesarios que le resultan el silencio y el contacto con la naturaleza en su proceso compositivo, del que ha nacido el álbum que ahora presenta, Wake of Disarray (Hillside Global, 2022).
El tiempo que la pandemia nos obligó a parar le dio la oportunidad de profundizar en pensamientos que le han hecho fluir llegando a explorar más géneros, sin querer etiquetarse en uno solo. Lo afirmaba así: “quiero que la gente venga a verme por mi energía y por lo que transmito con mi música”, y no por encajar en un determinado estilo. En un equilibrio entre el folk y la música de raíces americanas, desarrolla un intenso discurso interno mientras se vale de la poesía como base para sus canciones, en las que Adam nos habla de la “necesidad distanciarse del ego”, como en ‘Devil in Me’.
Con la relación del ser humano con el planeta como hilo conductor, a lo largo del disco nos lleva a reflexionar sobre esa interacción con el entorno, que generalmente no es equilibrada. Mientras reitera que ‘el cielo está en llamas’, ‘Wild Earth’ abre el álbum recordando: ‘Only one, only one Wild Earth / This land on which stand, belongs to no man’. No hay planeta B y no somos dueños de este. Sin embargo, él prefiere ser optimista en este sentido y considera que no todo está perdido, porque si adoptamos esa actitud derrotista “no haríamos nada por cambiar y sí que existen pequeñas acciones que pueden ayudar a mejorar la situación, aunque la gran responsabilidad recae en la gente poderosa”.
Tampoco le son ajenas otras grandes cuestiones que ocupan la actualidad, como es el caso del papel de la mujer en la Historia, casi siempre la parte olvidada. En ‘Legendary’ habla de una poderosa mujer en un mundo dominado por hombres, a través de un personaje que bebe de la mitología nórdica, una temática que siempre le ha interesado, cosa que se acrecentó cuando se vio “enganchado” a la serie Vikingos. En concreto, fue la relación entre Ragnar y Lagertha la que le causó tal impacto que decidió reivindicar que, si le escribió una canción a él (‘The Fall’), también tenía que dedicar una a ella.
En este disco se percibe un tono algo más oscuro si se compara con sus trabajos anteriores, Unrraveled (2016) y Peninsula (2018), pero está lejos de bailar en torno a la tristeza. Wake Of Disarray es una llamada a la acción y una declaración de intenciones contra las desigualdades y el respeto al entorno.
Se le vienen a la mente Stevie Nicks o Robert Plant como colaboraciones soñadas en un camino de constante progreso, tanto personal como musical que, asegura, no piensa abandonar.
Por el momento, podremos disfrutar el día 17 de diciembre en Madrid, en Fotomatón Bar, de su potente y emocional directo con esa voz que arropa y lo envuelve todo al instante, desde la primera nota.