TOP

Antonio Hernando, pasión en la zanja

El músico jiennense presenta La Liturgia Eléctrica, su nuevo trabajo

 

MARÍA CANET

De niño, Antonio Hernando (Jaén, 1986) ya imaginaba su futuro encima de un escenario. “Me hice una guitarra de cartón, me ponía discos en vivo e iba cantando encima. Abría las persianas para que las luces de los coches iluminaran el salón y la lámpara me llegaba a la altura para hacer de micrófono”, cuenta con brillo en los ojos. Aunque ese sueño de infancia se hizo esperar —“con 14 años me regalaron una harmónica para que me callara un poco y hasta los 16 no llegó la guitarra”— hoy es una realidad. El jiennense presentaba hace pocos meses La Liturgia Eléctrica (autoeditado, 2021), su tercer disco en solitario, en el que el rock cavernoso y el sonido Nueva Orleans se funden. El resultado recuerda a la escena creada en la Alameda de Osuna a principios de los 2000 con Le Punk o Pablo Galiano como estandartes.

Constancia y pasión caracterizan a Hernando. Al músico se le iluminan los ojosa al hablar de la música de los 60’s y 70’s. Un Erasmus en Italia le hizo descubrir a los clásicos: “Eran tiempos pre internet. Mis colegas me pasaron discos de Led Zeppelin, Janis Joplin, Deep Purple…”. Cuando se instaló en Oxford con el objetivo de perfeccionar el inglés, Antonio acabó por caer de lleno en la marmita del rock and roll: “Había estudiado filología inglesa porque quería saber qué decían las letras de Dylan o Los Beatles; no quería opositar, quería tocar. Allí descubrí a Rory Gallagher, Humble Pie, Grand Funk Railroad…”. En 2009, gracias al sueldo que ganó trabajando en una discoteca —“primero como fregaplatos y luego como camarero”— grabó su primer disco. Tras pasar por Los Tres en Raya, regresó a España y formó La Banda del Trapo, conjunto “muchachitero” que bebía de la fusión de la rumba con el blues o el rock: “Realmente, mi primer contacto con la música fue gracias a grupos españoles. Me gusta mucho esa mezcla del blues con el flamenco o la rumba que hacían Veneno o Los Rodríguez y más tarde Muchachito Bombo Infierno. De hecho, hasta hace 2-3 años yo no he tenido una guitarra eléctrica buena, siempre he defendido todo con mi guitarra española”, cuenta. Tras grabar dos discos, Rumbanouche’n’roll (2013) y Aswing Son Las Cosas (2015), Antonio decidió emprender su aventura en solitario.

“Creo que los artistas no se están mojando. Ya no hay crítica, reflexión, no hay ganas de hacer pensar”

La Liturgia Eléctrica toma cierta distancia con respecto a sus predecesores. Si Los 30 Aullidos de Antonio Hernando (2017) bebe claramente del espíritu cabaretero de Tom Waits, El Viaje Infinito (2019) se aproxima al folclore griego y balcánico. Como su propio nombre indica, este tercer álbum gira hacia lo eléctrico. Desde la portada, con ese bodegón rockero (vinilos de Neil Young, Dr. John, Johnny Cash, Dylan, Bandini, un libro de Pessoa, las gafas de Lennon o una foto de Meri, su chica, en Nueva York), el elepé es todo un homenaje a su artista favorito, Bob Dylan: “Tenía claro que quería hacer un guiño al Bringign It All Back Home. Aparece con sus referencias, pero es también el inicio de su etapa eléctrica, que es la que más me gusta”, señala. Un álbum grabado bajo la producción de Miguel Herrero en Asturias de manera analógica —“todos los instrumentos y el equipo eran originales de los 60’s y 70’s”— cuyas canciones desprenden nocturnidad y misterio: “Creo que la noche es más interesante que el día, los personajes son más interesantes, la gente se descubre a sí misma. El rock es muy nocturno, casa muy bien con la luna y el canalleo”, apunta.

La crítica a una sociedad en decadencia es una constante a lo largo del álbum: “hay tanta inmediatez que no sabemos vivir, cosas tan puras como la música se están viviendo de una manera muy poco honestas”, añade sin reparos. Letras de cortes como ‘La Noche Oscura’, de aire tenebroso o ‘El Aguacero’, así lo demuestran: “Ahora está muy estipulado todo, hay que escuchar el disco de rigor, la serie de Netflix… Creo que los artistas no se están mojando. Ya no hay crítica, reflexión, no hay ganas de hacer pensar”, sentencia. La lucha  “en la carretera con las canciones” es protagonista en ‘A La Manera de Arturo Bandini’, un medio tiempo con feroces guitarras, vientos, teclados y harmónica. El alter ego en las novelas de John Fante, un guionista que no consigue que le publiquen, le sirve a Hernando para subrayar ese espíritu que un amigo del compositor califica como “colchonero”. Mitómano confeso —”cuando viajé a Nueva York en 2019 estuve en la calle de la portada del Freewheelin’ o en la fachada que sale en el Physical Graffiti de Led Zeppelin”— , Antonio Hernando quiere preservar a toda costa la llama del rock and roll y de la música popular del S.XX: “Entiendo que cada generación quiere vivir su historia. En los 60, la invasión británica fue un homenaje al rock norteamericano, pero,  ¿quién se acordaba de Ella Fiztgerald o Duke Ellington en los 70’s? Eso es lo que me da miedo”, confiesa. En el elepé, contribuye a la causa a su manera, mediante un  tributo a figuras como  Dr. John o Elvis. ‘Bye Doctor’, su particular despedida al chamán de Nueva Orleans, fue el primer tema que compuso para el disco: “Es uno de mis grandes referentes, nunca fue una gran estrella, pero estaba en todos los tinglados: El Último Vals, estuvo con Clapton, Morrison, los Stones…”. Por su parte, en ‘Elvis Ha Abandonado el Edificio’, de aura fronteriza, reivindica a esos pioneros  (“no rendiré pleitesía al profeta que escupe al pasado”) con un divertido guiño al rey del rock: “Cuando Elvis acababa los conciertos, decían eso por megafonía y todo el mundo sabía que se tenían que ir a casa”.

Musicalmente, temas como ‘Perdido’ o ‘Entre el Polvo y mi Ataúd” —que compuso “pensando en la escena del entierro con Richard Gere en I’M Not There”— en los que predominan hammond y harmónica, remiten a Dylan, Neil Young o a The Band, mientras ‘Meri Moon’, dedicado a su chica, es todo potencia gracias a las pegajosas guitarras en la onda de los Rolling Stones de los 70’s o T-REX. La impronta del soul es potente en piezas como ‘El Triunfo del Predicador’, una especie de “balance” que cierra el disco, que también tiene a Dylan como punto de partida: “cuando estaba buscando referencias, la trilogía cristiana estaba ahí, hay discos como el Saved que me vuelan la cabeza”. Algo que también se percibe en  ‘Como Los Demás’, lamento gospel iluminado con hammonds cuya estrofa aborda una serie de abortos que sufrieron su pareja y él: “era mi luto particular, pero muy aplicable a la lucha constante, a estar en la zanja como dice Neil Young”. Desde esa zanja, Antonio Hernando defenderá con pasión y un puñado de canciones su forma de entender la música: “no es ocio, es cultura, mi forma de entender la vida”. La lucha sigue.