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Beat Happening, el indie era esto

La historia de los precursores del do-it-yourself y el indie

 

MIGUEL CANALDA

Si de algo dependieron Beat Happening durante sus inicios fue de la caridad de bandas amigas para que les prestaran una batería. En todo lo demás, se mantuvieron independientes. Con su pop sencillo y hasta inocente, este trío de Olympia encarnó a principios de los 80 los preceptos del indie y el movimiento do-it-yourself (hazlo tú mismo) que surgió en Estados Unidos al disiparse la humareda del punk, cuando la música de los Ramones había llegado incluso a las películas de Chevy Chase.

Inspirados por esas bandas que habían triunfado aporreando guitarras, gritándole al micrófono y subiendo el volumen al máximo, muchos jóvenes se dieron cuenta de que la única limitación para entrar a un estudio de grabación era la que cada cual quisiera ponerse. Y si el resultado no pasaba el filtro de ninguna discográfica, siempre quedaba la opción de fundar un nuevo sello. Calvin Johnson hizo eso mismo, alterando el orden: en 1982, con apenas 20 años, montó K Records para distribuir en casetes la música emergente del centro de Olympia y luego creó Beat Happening junto a Heather Lewis y Bret Lunsford, dos compañeros de la universidad. La primera tocaba la batería (la de otros, se entiende) y el segundo le daba a la guitarra de manera onanista, por placer personal y en la soledad de su habitación.

Cuando nadie es experto en nada, todos pueden hacer de todo y, así, el trío intercambiaba sus roles sobre el escenario sin apuros, con la distorsión como aliada para tapar lo que la inexperiencia pudiera mostrar. Ese amateurismo es un signo de identidad en Beat Happening (K Records, 1985) compuesto originalmente por 12 canciones bajo la supervisión -la palabra producción se queda grande- de Greg Sage, líder de la banda de punk Wipers y fundador él también de su propia discográfica independiente.

La mayoría de las canciones no llega ni a los dos minutos, raramente superan los tres acordes más repetidos del pop, suenan más a demo que a otra cosa y tratan el amor y la rebeldía desde un prisma casi adolescente. ¿Hay influencias de la primera Velvet Underground en la alternancia de la voz masculina y la femenina, en la predilección por la monotonía de acordes o en la presencia de una mujer a la batería? Que nadie busque en Beat Happening lo que no hay. Lo que en el grupo neoyorkino es deliberado, aquí es necesidad. Lo que suena en este disco no destaca particularmente por nada y precisamente esa es su grandeza, ahí radica su importancia. Todo en él, hasta la infantil imagen de la portada, podría hacerlo cualquiera que pusiera un poco de empeño. Es como ese arte contemporáneo que tanto recelo provoca bajo la sombra del “eso también lo puedo hacer yo”. Pero ¿acaso no es ese el significado del do-it-yourself?

Beat Happening nunca habría salido a la luz si hubiera dependido del visto bueno de una discográfica tradicional en busca de beneficios. Esa independencia mantuvo con vida tanto a la banda como a K Records. El sello continuó abriendo las puertas a quien quisiera entrar y su apoyo a bandas femeninas, cargadas de razones para rebelarse contra el sistema, fue esencial para el surgimiento del movimiento riot grrrl; mientras que Beat Happening siguieron publicando discos más elaborados enmarcados en el twee pop -literalmente, pop cursi- hasta principios de los 90 y recibieron la bendición del mismísimo Kurt Cobain. ¿Puede eso hacerlo cualquiera? Sí, cuando no hay barreras, cuando el indie posee el sentido original que acabó perdiendo por el camino.