Bonus Track: Jero Romero y la grandeza de lo cotidiano
Nos acercamos a ‘Miracoloso’, el tercer disco en solitario de Jero Romero
JORGE OCAÑA
La euforia de descubrir un nuevo artista suele ser tempranera y efímera. Escuchas una canción pegadiza que te vuela la cabeza y la repites (una y otra vez) como un adolescente se masturba en su habitación; y Está muy bien, diría la letra de ‘De mi síndrome antes’, pero está mejor lo que ha conseguido Jero Romero en sus canciones. Obsesionan una vez que se hacen propias, una vez se ha hurgado en las sensaciones que encierran sus letras, en la poesía que esconde lo cotidiano de cada una de ellas, con una sencillez abrumadora.
Puede que haya que hacer un pequeño esfuerzo en conectar con Miracoloso (2022) y la esencia de sus temas, para encontrar la profundidad que disimulan esas palabras aparentemente corrientes. Si se hace caso a la letra de ‘Las Ballenas’, solo necesitas la torpeza ideal, o la inocencia de ‘Plantas de Interior’, sincera y amable como un niño que saluda feliz a todo el mundo por la calle.
La complejidad de Miracoloso reside en la escasez de sonidos, en como con tan solo tres o cuatro elementos Jero Romero construye todo un universo. Partiendo de los ritmos de guitarra acústica y las pinceladas de eléctrica que ya reinaban en su Cabeza de León (2011), a este nuevo trabajo se incorporan unos sintes esponjosos, que acompañan durante todo el disco, vibrantes, algo rotos, algo sucios. Súmale unas segundas y terceras voces coloridas, un bajo y un ritmo de batería firme y marcado, sin abalorios, y ya tienes la cama perfecta para calentar estas letras con la firma personal del que fue cantante de The Sunday Drivers.
Se respira en un ambiente más melancólico que los discos anteriores, a un paso más ralentizado, pesado, como el bombo denso de ‘El aguacero’, que parece atrasarse a cada pulso pero que, simplemente, marca una lentitud necesaria en ciertos momentos en los que solo hay que parar un poco, como hace la canción para empezar a despedir el disco; Tú túmbate y que nos sorprenda la vejez.
Miracoloso representa la segunda parte que se merecía Cabeza de León, primera entrega en solitario de Jero Romero, volviendo a la calma tras el ejercicio de técnica y sonidos que supuso La Grieta (2014). Un disco que asienta una forma única de hacer música, tal como dice ‘América’: Un lugar muy corriente / (…) De dimensiones colosales.