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Boygenius, un trío perfecto

Julien Baker, Lucy Dacus y Phoebe Bridgers firman un primer EP con seis canciones de ‘indie-rock’ confesional entre el dolor y la angustia

 

CELIA GALEANO 

Los niños sueñan desde pequeños con volar a la Luna, convertirse en las grandes figuras que gobernarán el mundo y ser los héroes de cada aventura. Las niñas aspiran a cuidar de otros, ser rescatadas en los cuentos y escuchar sin pasar a la acción. Cabalgando la nueva ola feminista (pink wave) en Estados Unidos, tres cantoautoras independientes, Phoebe Bridgers, Lucy Dacus y Julien Baker, decidieron ser las protagonistas de su propio sueño: un supergrupo indie de mujeres, Boygenius, que se convierte en realidad con la publicación de su primer EP (Boygenius, Matador Records, 2018). Pasan a la acción y gestionan su proyecto del principio al final. Su primera decisión: los hombres fuera del estudio.

Las tres coinciden en que se mire con sorpresa el éxito de un grupo musical formado por mujeres ya consolidadas como compositoras. Lucy Dacus lanzó en 2018 uno de los discos del año, Historian; Julien Baker fichó por Matador y lanzó un precioso Turn Off The Lights en 2017; Phoebe Bridgers, con la creatividad de un volcán en constante erupción en su carrera en solitario, también ha compuesto junto a Connor Obest Better Oblivion Community Center (2019), un proyecto sobresaliente con las contribuciones a la batería de Carla Azar (Autolux) y las guitarras de Nick Zinner (Yeah Yeah Yeahs).

Los supergrupos parecen coto reservado a grandes nombres, en su mayoría hombres. David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash hicieron su “reunión de amigos” en los años sesenta. Cream juntó a Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce entre el 66 y el 68. Los noventa consagraron a superpotencias del grunge como Temple of the Dog y Audioslave, con Chris Corner como uno de sus indiscutibles protagonistas. David Coverdale y Jimmy Page fusionaron sus apellidos y en 1993 dejaron su particular herencia. Los últimos diez años han dejado otras alianzas tan interesantes como la colaboración entre Trent Reznor con Atticus Ross, o la formación Them Crooked Vultures, compuesta por Dave Grohl, John Paul Jones y Josh Homme.

Boygenius está formado por tres mujeres que comparten inquietudes y momento vital. El EP de nombre homónimo regala seis canciones que dejan con ganas de más. Composiciones en las que Bridgers, Dacus y Baker se intercambian los roles, retroalimentándose y creando una pieza delicada. Guitarras suaves cuando es preciso o tan intensas como para derribar un edificio si se lo proponen.  Tres estrellas consideradas “emergentes” en una constelación de talentos indie-rock masculinos.

El título del EP alude a todos esos hombres que sueñan con gobernar el mundo, mientras que a las niñas se las enseña a escuchar, no a soñar. Todas sumisas, todas iguales. “A los hombres se les enseña a actuar y perseguir sus ideas, mientras que a las mujeres se les enseña lo contrario. Deben escuchar en vez de hablar”, comentaba Bridgers a Vogue poco antes del lanzamiento de Boygenius. Julien Baker y Lucy Dacus se conocían desde hace años. Casualidades de la vida, Lucy mencionó en una de las largas cadenas de email a Phoebe Bridgers. Cientos de mensajes más tarde, se conocieron y establecieron un espacio seguro para crear, componer y compartir todo el material. Literalmente echaron a los hombres del estudio, dejando en sus manos toda la tarea de mezcla y arreglos. Cinco días de un caluroso junio dieron a luz seis canciones  que salieron, tal y como Baker ha confesado en varias ocasiones, con una espontaneidad que no esperaban.

‘Bite the Hand’ abre con una Lucy Dacus que recuerda a su último disco como solista, Historian (Matador, 2018). Muestra una voz que saca a flote la profundidad que esconden sus letras. ‘Me & My Dog’ deja la batuta a Phoebe Bridgers para olvidar al amor más duro (“I never said I’d be all right” / “nunca dije que estaría bien”). Julien Baker toma las riendas en ‘Souvenir’, una canción más suave antes de las turbulentas ‘Stay Down’ y ‘Salt in the Wound’, dos últimos coletazos donde las tres compositoras terminan de vaciarse emocionalmente. ‘Ketchum, ID cierra, a voz desnuda y guitarra acústica, un sexteto de canciones creado desde la hermandad y desde un momento vital muy parecido.  Angustia, humillación y dolor volcados en común, pero llenos de matices individuales.