Carey: la música es el virus que corre más rápido
Presentan en Madrid su segundo álbum, La Casa Rosa
ROSALÍA DEL RÍO
FOTOS: RAFAEL CALVO
No es la primera vez que Aarön Sáez (escritor y teclista de Varry Brava, entre otros) y Antonio Turro (guitarra clásica, profesor y productor de Maldita Nerea o Second) hacen música juntos. Se conocen desde hace años y ya coincidieron en el Dúo Orquesta Regalices, un “grupo terrorista de la copla”. Ambos comparten en su ADN la mediterraneidad y el gusto por la canción clásica española, así como por los sonidos de otros mundos como las habaneras; ese “ritmo lento de ida y vuelta” —a 60 pulsaciones por minuto— con compás binario, que los marineros de hace dos siglos trajeron de Cuba a nuestras tierras, y que de aquí volvió retocado y convertido en un género propio que en este segundo (y personalísimo) trabajo como Carey han querido honrar.
La cita para hablar sobre su último disco, La Casa Rosa (Autoeditado, 2024), se produce en un local de ensayo de la capital. Llueve y hace frío. Mucho. Pero con ellos es imposible no acalorarse. La ilusión y las ganas los desborda. Nos cuentan este y otros tantos proyectos en los que andan atareados -juntos y por separado.
La historia que narra el elepé, la que les ha traído hasta aquí, es la de sus bisabuelos, o la de la tía de Antonio que le llevaba a ver zarzuela y “en la zarzuela hay habaneras, hay copla”. O la de la abuela de Aarön, que cuando era pequeño le cantaba habaneras entre los limoneros de la casa de verano familiar, mientras le narraba las historias de su padre, “marinero francés de los que iban a Cuba a llevar el azúcar y a traerse la sal y el tabaco”. Un pasado familiar que los une para la construcción de este particular “refugio sonoro” con gusto a salitre y tabaco, que invita a darse a la melancolía.
«Nuestra herencia de la habanera y de la música española está en el jazz, en las raíces de África… Pero es que llegamos a Japón, a través de las Filipinas. La música es el virus que corre más rápido y que más rápido va de un lado a otro»
La Casa Rosa se grabó en Cuba, en los estudios PM de Pablo Milanés durante once días y con los mejores músicos de la isla, atraídos por Miguel Núñez (encargado de la dirección artística). Por ahí desfilaron, entre otros, artistas de la talla de Pancho Amat, el tresero mayor de Cuba que Juan Perro trajo a España o Adel González, quien puso los ritmos (el changüí, el son oriental, o el guaguanó) a cada una de las diez canciones que lo conforman. Unas paredes cargadas de energía de músicos como Fito Páez, Caetano Veloso, Charlie García, Serrat o Sabina y que sirvieron para que Aarön pudiera terminar de componer alguno de los temas más representativos de este segundo trabajo con Antonio.
“Yo flipaba todo el rato, pensando en qué pasado tan interesante tenemos no solo con Cuba, sino con el resto de Sudamérica y con muchos otros países. Nuestra herencia de la habanera y de la música española está en el jazz… Está, por supuesto, en las raíces de África… Pero es que llegamos a Japón, a través de las Filipinas. Al final, la música es el virus que corre más rápido y que más rápido va de un lado a otro”, explica Aarön. “Encontrar este tipo de patrones es lo que a mí me hace más feliz. Y tiene que ver mucho con el autodescubrimiento, con el respeto hacia una tradición. Y, sobre todo, es un reto a la hora de traerlo a nuestro mundo, al mundo de Carey, que tiene un concepto: hacer música que siga sonando a habanera, pero traerlo a nuestra época”.
Y, por supuesto, por allí también se pasó la “Señora Rosa”, vecina del estudio y encargada de cuidarlos y de darlos de comer en el salón de su casa (de color rosa, como el título del álbum), con esa preciosa costumbre culinaria que es el paladar cubano. Un homenaje para ella, que también cantaba los mismos versos de las mismas habaneras que sus abuelas. La Casa Rosa es una propuesta intimista perfecta para escuchar una y otra vez sus letras, parándose a sentir las historias y paisajes que evocan. Una vuelta a los sonidos apasionados que han marcado nuestra historia y que hacía falta que alguien le diera continuidad en la escena musical actual.
Para seguir abriendo boca con el son cubano, acaban de presentar un adelanto de su tercer disco, una colaboración realizada con Iván Ferreiro. “Cuando estaba componiendo Nido, pensé en que esta canción era para Iván, por la inflexión de su voz. Y tenía muy claro que por lo menos quería enseñársela, a ver si le gustaba. Y no hizo ni falta, porque es tan crack y tan buena gente que me dijo: Aarön, si tú me mandas una canción la voy a cantar, sea lo que sea”.
Tras la presentación de esta noche en Madrid (12 de marzo – Café Berlín) se lanzan a una gira por México donde van a actuar en CDMX, Toluca, Puebla o Guadalajara, entre un largo etcétera de ciudades. Y planean acercarse a Colombia, República Dominicana y Argentina. De momento, en México, además de tocar van a seguir “conociendo músicos, componiendo y grabando colaboraciones con otros músicos de allí”. Están preparando su tercer disco “para después de verano” para permitir que el virus de la música siga expandiéndose sin límite.