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Carrera: mucho más que un 6’6

CABEZA EN RUTINA ES EL PRIMER LARGA DURACIÓN DE LA JOVEN BANDA DE NOISE-POP CARRERA

 

PALOMA HERNÁNDEZ MATELLANO

Un 6’6 fue la media de Tomás en primero de bachillerato. También lo fue en segundo. Y en Selectividad. Y ahora es su media en la carrera. “Es eso: que hagas lo que hagas vas a ser un 6’6”, sentencia con una carcajada resignada. El ‘Anticasting’ de Carrera sintetiza el agotamiento y desespero de una juventud que al final del túnel solo ve oscuridad. Sin embargo, su sonido ácido y su filosofía de grupo de colegas edulcoran este profundo mensaje, convirtiéndolo en una jocosa crítica de una sociedad que no llega al aprobado.

Tomás (voz y guitarra), Gonzalo (guitarra), Hanna (batería) y Carla (bajo) forman Carrera, la joven banda madrileña que está haciendo mucho ruido en la escena noise-pop de la capital. Su primer larga duración, Cabeza en rutina (TBC Records, 2022), habla del “momento situacional” que están atravesando como banda emergente, tratando de no ahogarse en medio de la marejada que es la industria musical. Aunque también es extrapolable a toda una juventud que vive agarrada a un bote salvavidas. Sin embargo, el álbum no suena tan triste, pues precisamente la música es el flotador al que se engancha Carrera: “cuando ese lamento viene arropado de estar ensayando y creando canciones con tu banda, al final suena algo bonito”.

“En el disco somos muy fieles al directo, no añadimos muchas más capas de lo que luego tocamos en sí”

De unas canciones “hechas con unos cacharrillos y unos Casios comprados en Wallapop” surgió Carrera a finales de 2018. Gonzalo y Hanna ya tocaban juntos en Homegirl y a Tomás le bastó con acudir a uno de sus ensayos para convencerse de que “eso era lo que quería hacer”. En el verano de 2020 sacaron su primer EP, un breve recopilatorio de esas canciones que ya tenían escritas y que distan bastante de lo que hoy es Carrera. La banda ha madurado, “la temática es menos cruda” y su sonido ha evolucionado, aunque la gran diferencia es otra: “el primer EP se grabó en 12 horas: fue entrar a las 10 de la mañana y salir a las 10 de la noche; esta vez tuvimos tiempo para dormir entre medias, que no es poco”.

A parte de unas horas de sueño, la grabación de Cabeza en rutina les brindó la oportunidad de recrearse en el estudio y “probar cosas, descubrir a lo que queremos sonar y lo que nos gustaría hacer”. Desde la terraza de su local de ensayo en Carabanchel, recuerdan el piano del siglo XVIII que su productor Carlos Díaz atesoraba en el estudio junto a “un Fender Rhodes de la última gira de Chick Corea”, y cómo ambos se introdujeron en el sonido de Carrera empastando a la perfección. Aunque suelen llevar las canciones casi terminadas antes de grabar, están abiertos a que sea la improvisación in situ la que ponga la guinda al pastel.

Cabeza en rutina es el retrato sonoro de un local de ensayo garajero, con su tímida ventana, un cableado infernal y un fluorescente desgastado. Las guitarras sucias más características del noise llevan la voz cantante en todo el álbum, y una lírica más pop se amolda a ellas sin ninguna pretensión de rima y casi encabalgando los versos. Heredera del sonido de bandas post-punk españolas como Triángulo de Amor Bizarro, cualquier semejanza de Carrera con otros grupos es fruto de la casualidad: “al empezar las canciones no es algo que tengamos pensado, no decimos ‘queremos que esto suene a equis’, pero claro, cuando escuchas esos grupos sí ves similitudes”, comenta Tomás. Reconocen que en sus auriculares suenan artistas muy variopintos: desde Family Time, la banda germano-española que cautiva a Gonzalo, hasta from, el artista asturiano al que está enganchado Tomás. Es Hanna quien encuentra el nexo musical que comparten: “¡Sorry! Sorry es el grupo que nos gusta a las cuatro mucho”.

Para una banda que aún apenas se ha estrenado sobre los escenarios por culpa de la pandemia, trasladar este álbum al directo está siendo un proceso muy trabajado para así mantener intacta su esencia. “En el disco somos muy fieles al directo, no añadimos muchas más capas de lo que luego tocamos en sí”, comenta aliviada Carla, aunque Gonzalo y Tomás le recuerdan entre risas que “de la canción ‘Cabeza en rutina’ tenemos como cuatro versiones, una por ensayo”.

La tormenta pandémica no solo arrasó con los planes de Carrera en cuanto a conciertos se refiere. La salida del disco se ha retrasado casi un año, y no tienen dudas de que sin coronavirus “el álbum habría sido otro, no sé si por situaciones pandémicas, pero desde luego sí por la vida”. “Compositivamente, hemos tenido más tiempo para darle vueltas a las canciones”, concluye Hanna, y el sentimiento de ver la vida pasar que el confinamiento trajo consigo ha dejado su huella en este larga duración: “A veces tengo la sensación / Que se está esfumando mi juventud / En este período raro / Cuando termine la transición / Para poderlo celebrar / Haré un feliz no cumpleaños”, cantan en la pista que abre el disco.

A la pandemia, probablemente, no le darían un 6’6. Como tampoco se lo dan a la forma en que funciona hoy en día la industria musical: “está lleno de intermediarios que han encontrado un nicho muy importante en sacar dinero básicamente de los artistas, ni de la producción ni de nada en particular”, lamenta Gonzalo. Él mismo está estudiando para producir el próximo trabajo de la banda, pues están convencidos de que la solución pasa por “revivir la escena desde dentro”: “gente de nuestra edad que decide, tras haber vivido esto en primera persona, iniciar sus proyectos como promotor: eso se agradece muchísimo porque sabes que no te la van a liar”. Fieles a su manera de concebir la música (y la vida), Carrera es un grupo de colegas que han encontrado en esta banda su desahogo y su mayor fuente de disfrute. Y eso merece mucho más que un 6’6.