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Cuidar la imagen de Sonorama Ribera no es ir de conciertos

Ana Medina y Ane García Bereciartu dan voz al festival arandino a través de su trabajo en redes sociales y comunicación

 

RAQUEL ELICES / MARÍA F. CANET

El público general no suele recaer en ellas, pero siempre están ahí, cargadas con una energía imbatible. Entre la multitud agitada de la Plaza del Trigo, al pie del cañón, desde la mañana, hasta altas horas de la madrugada. Capturan el instante más memorable y se encargan de que nadie se lo pierda. Atendiendo a los medios y al público. Apagan fuegos que prende chispa a la hora de la siesta, comparten anécdotas y cuidan con mimo que la personalidad del Sonorama Ribera, una de las marcas esenciales del festival, siga destacando entre la extensa variedad del festivales que no dejan de brotar en nuestro país.

Ambas se han recorrido Aranda de Duero de punta a punta, conocen cada detalle y han vivido multitud de experiencias, empezando por la primera de todas, la del camping y las duchas frías. Y es que, antes de que Ana Medina se convirtiese en la mano que mece las redes del Sonorama Ribera hace más de diez años, y  de que Ane García Bereciartu llegase al en 2015 al equipo Emerge que se encarga de la comunicación del festival, las dos estuvieron al otro lado, disfrutando como público. Así fue como se enamoraron del festival.

A un día para que arranque una edición muy especial, tras el dos años de pandemia y con la celebración de su 25 aniversario, unimos a estas dos mujeres para descubrir su trabajo, compartir anécdotas y hablar de uno de los festivales más genuinos a nivel nacional.

  • Como buenas profesionales, antes de formar parte del Sonorama, fuisteis su público, ¿cómo comenzó vuestra relación con el festival?

Ana. Pues yo para ser de Burgos, empecé un poco tarde, en la edición de 2009. Eso sí, lo hice con la experiencia completa: camping, duchas frías y todo. Cosa que no me importaba porque fui muy feliz. Me olvidé del móvil, no me importaba si no tenía batería, si no tenía un espejo… pero es que el rollo que había (aunque los baños no estuvieran como quisieras) y la comunidad que se crea es muy guay. Me acuerdo cantar canciones de Iván Ferreiro mientras nos duchábamos con el agua congelada y pensar «qué está pasando, estoy sufriendo muchísimo, pero a la vez soy muy feliz». Esa experiencia la viví dos años y después pensé que igual cinco días no eran suficientes, que yo quería trabajar ahí todo el año.

Ane. Yo también empecé con experiencia completa, creo que fue mi primer festival o de los primeros, y me encantó. Tenía 18 años y fui cuatro años seguidos con amigos, pero siempre camping, nunca pase al «high level», en plan hotel o pisito (se ríe). Luego ya, mi quinto Sonorama ya empecé a currar, con 23 años.

  • ¿Cambia mucho pasar de asistente a currar en el festival?

Ane. No sé como explicarlo, porque cuando llegas crees que es el mejor trabajo del mundo, pero a la vez te das cuenta de todo el curro que lleva. Me parece super emocionante ver que la gente lo disfrutas tanto cómo tú te lo pasabas antes cuando eras parte del público y entender el por qué. Te dan envidia, pero te sientes muy orgullosa de provocar parte de esa felicidad. En balanza, trabajar en un festival como este tiene muchas más cosas positivas, aunque cada vez es un festival más grande y te das cuenta de todo el trabajado que conlleva. Hay que currar mucho para que tu puedas llevar un festival a cada esquina de una ciudad y que los vecinos se involucren tanto. Por supuesto, ahí hay mucho curro de dirección.

Ana. Es un festival que tiene mucha personalidad y las personas que trabajan en él también son protagonistas, se involucran. Todo el mundo sabe quién es el director del festival, él habla directamente con la gente y, tendrá muchos detractores y muchas personas que le aman, pero eso da también una sensación de cercanía que no hay en otros festivales donde el publico normal no suele saber quién es.

Ana. Bueno, yo al principio estaba emocionada por trabajar en el Sonorama, pero luego he acabado llorando en todas las ediciones…

  • ¿De emoción?

Ana. De emoción… y de cansancio.

Ane. Sí, porque es muy intenso. Quieres que pasé, pero a la vez te da mucha pena cuando termina. Trabajar en el Sonorama es una auténtica montaña rusa. También hay que decir que nosotras somos externas, es decir no somos de Aranda, pero el equipo de Art de Troya, Javier Ajenjo y la ciudad es super acogedora.

  • También físicamente tiene que ser un machaque, os hemos visto al pie del cañón desde la mañana hasta bien entrada la madrugada. Los conciertos en Sonorama empiezan a las 12.00 y terminan al amanecer…

Ana. Puff… es que tenemos que cubrir todo el recinto y todo Aranda… Yo he calculado que yo hago unos 15 kilómetros diarios, más o menos, porque suelo ir andando a todas partes.

Ane. Y a eso hay que sumarle que no duermes, no solo porque llegues tarde, sino porque estás pensando en todo lo que viene al día siguiente.

  • Sin embargo, seguro que hay muchos que piensan que vuestro curro es ir de fiesta a un festival, ¿no?

Ane. Esto lo hemos comentado muchas veces Ana y yo, porque creo que la gente no entiende muy bien cuál es nuestro trabajo y piensa que es como ocio. Mira esta será ya la sexta edición que curro en el Sonorama y mis amigos cuando voy siempre me dicen «pásatelo bien en el Sonorama». Bueno, a ver, sí, pero que me den ánimos, que yo no les digo el lunes a las 8 de la mañana «pásatelo bien en la oficina» (ríe). Es una anécdota que creo que refleja muy bien la idea de que parece que nuestro curro es como ocio…

Ana. A mí también me dicen eso de «qué bien, yo quiero currar de lo tuyo».

  • ¿Cómo empieza vuestro día durante la semana del Sonorama?

Ana. Pues yo, después de dormir unas tres horas… (ríe) lo que hago es verme todas las fotos de los  fotógrafos, que son muchas, de muchos escenario, hay un montón de momentos y las subo todas a un álbum, después selecciono otras para redes y justo termino, que me llegará un par de horas, es cuando empiezan los conciertos a las 12 de la mañana. El cansancio es enorme porque no paras.

  • Espero que, al menos, hagáis una minisiesta.

Ana. Bueno… es que recuerdo un año que toda la gente estaba en la Plaza del Rollo, borrachísima y pensé, venga, este es mi momento de echarme una pequeña siesta y justo, nada más cerrar los ojos abrían las puertas del recinto, pero hubo un problema y se retrasó la apertura, todos esperando, preguntando por redes, se lio una… cuando abrí los ojos me encontré con todo y fue horrible, así que ya no me las echo jamás.

  • Claro porque tú eres la Community Manager, pero realmente ejerces bastante de Atención al Público…

Ana. Yo creo que en mi trabajo, el 80% de las veces se trata de ser atención al cliente y contestar a la gente, pero es verdad que no me importa ese papel, porque eso hace que conozca el festival casi mejor que nadie. Me sé todo lo que es Info para el publico  y siempre que pueda ayudar genial.

  • ¿No existe el puesto de Atención al Público?

Ana. Otros años eso estaba derivado en un mail de información, pero no había una persona concreta, este año creo que sí, pero al final, todo acudimos a las redes sociales para solventar las dudas.

  • ¿Cuál ha sido la pregunta o duda más surrealista que te han hecho?

Ana. Pues la semana pasada llegó una persona que nos dijo que iba al festival con su novia y nos preguntó si necesitaba dos pulseras o valía solo con una.

  • ¡Combo de pareja! ¿Y cómo reaccionas a estas cosas?

Ana. Contestas con educación, pero por el otro lado tienes que compartir, en este caso muchas se las cuento a Ane.

  • El otro día leímos a Puri Vicente, también Community Manager de festivales como el Gigante que le preguntaban si era posible salir del festival antes de la hora a la que acababan los conciertos, por ejemplo…

Ana. Sí también me han preguntado varias veces que si en lugar de llegar el miércoles, que es cuando empieza el festival, puede llegar otro día, cosas así…

Ane. También es verdad que nos reíamos, pero seguro que detrás hay una persona muy joven que seguro que nunca ha ido a un festival y no sabe estas cosas. Además, he de decir que Ana es super elegante. Recuerdo una edición, ya era sábado y estábamos en plan «ya no puedo más», y Ana contestando super elegante mensajes que yo contestaría de otra manera, creo que Ana tiene una paciencia infinita.

  • Oye, y la gente cambia mucho de una red social a otra? ¿critica menos en Instagram, por ejemplo?

Ana. Sí, los comentarios son muy diferentes. Por ejemplo, en el Sonorama hay una cosa muy curiosa con la cuenta de Facebook (¡que sigue existiendo!), y es que el publico es sobre todo de Aranda entonces casi todos conocen el Sonorama. Aquí hay muchos haters que están en contra y otros que están encantados, pero todos lo hacen desde el punto de vista de Arandino. Luego, de un tiempo a esta parte, te diré que en Twitter y en Instagram, más o menos suele ser el mismo tipo de publico, o sea que ya critican y se quejan por todas partes por igual.

  • De todas las ediciones en las que habéis trabajado, la del año pasado, en plena pandemia por el covid, debió ser una de las más duras.

Ana. Sí, el año pasado fue muy heavy a nivel mental. Venían cosas malas por todas partes, en los medios muchos iban a hacer daño, diciendo que el festival no se tenía que hacer y la gente enfadada en las redes todo el reato. Recuerdo que las dos semanas anteriores del festival tenía charlas y charlas con Juan Carlos Hincapié (director de producción del Sonorama Ribera) y le llamaba llorando diciéndole que no podía más, que iba a dejar de contestar porque la gente es que llegó a decir que me iba a denunciar a mí, fue muy duro, la verdad.

  • Este año la cosa está más relajada…

Ane. Sí, pero nosotros estamos igual de nerviosos. Hay que tener en cuenta que han pasado dos años sin un festival grande y que solo una vez lo hicimos en el recinto nuevo. Obviamente, no tengo la misma sensación del año pasado, que sentías que todo estaba medido con lupa, pero hay cierta presión. El Sonorama de 2021 a Ana le afectaba más el tema del público, pero yo recuerdo estar lidiando con medios como Espejo Público que directamente querían entrevistar a Javier Ajenjo (director del Sonorama Ribera) para que entrase en una charla de tertulianos que le iban a decir directamente que era un irresponsable. Pero claro, tenías que aceptarlo, porque no entrar iba a ser mucho peor.

Es verdad que tenemos la suerte de tener un director que está dispuesto a dar la cara si hay un malentendido. También recuerdo el caso de una chica que puso un articulo criticando al Sonorama, sin si quiera haber estado allí. Decidimos hablar con ella, pero al final fue Ajenjo quien lo hizo y ahí te sientes más protegida. Aunque, lo normal es que haya siempre muy buena relación con la prensa, siempre estamos en contacto y la gente en general es muy respetuosa.

Ana. También pasó algo muy significativo con respecto a la edición pasada, que justo los días anteriores todos los medios estaban a tope con el Sonorama para ver qué pasaba o si había contagios y cuando a los 15 días salió una noticia que no había habido ningún contagio, ni nada, ahí nadie dijo nada, prácticamente ningún medio lo cubrió.

  • Pero también hay cosas muy chulas de tener un contacto tan directo con el público, ¿algún momentos bonitos hayáis vivido?

Ane. Pues creo que hubo una declaración de boda, en la Plaza del Trigo, ¿no?

Ana. Sí, de hecho después cuando se casaron invitaron a Javi (Ajenjo), que hizo de maestro de ceremonia y la hicieron temática del Sonorama, con pulseras del festival y todo, fue muy guay. Después compartieron fotos y yo flipé. Y, este año, hay una cosa muy curiosa que es que están haciendo el Camino de Santiago, pero al revés, empezando en Santiago para acabar en Aranda de Duero.

Ane. También hay muchas historias de grupos de amigos que se conocieron ahí y siguen juntos, que hacen piña o se vuelven a juntar allí año tras año.

  • Precisamente una seña de identidad del festival es, más allá del cartel, la comunidad que se crea entre su público y el buen rollo que se vive en el pueblo ¿Cómo definiríais al sonoramer?

Ana. Hay un publico muy amplio. Uno muy nuevo, guiado por los nuevos escenarios y por las nuevas músicas urbanas, luego están los que viene de festivales tipo el Arenal Sound, que quieren estar con las pistolas de agua y de fiesta y los asistentes que llevan años siendo fieles al festival. Javier Ajenjo va pensando cada año en contentar a todos. Este año, por ejemplo, en el cartel están los grupos que estuvieron en el Sonorama del primer año, como Chucho y Mercromina. Creo que se buscan cosas para contentar  a todos y al final eso genera una unión intergeneracional muy bonita. Eso no ocurre en todos los festivales.

  • Si os tuvieseis que quedar con un momento personal, especial, que vivisteis en el Sonorama, ¿cuál sería?

Ana. El momento más especial para mi fue el día en el que Supersubmarina fue la sorpresa en la Plaza del Trigo, porque acababa de empezar a trabajar con ellos, además estaba trabajando ya en el Sonorama, dos cosas que eran mi sueño. Además es que la sorpresa del Sonorama siempre es un momento muy especial y me pegué una llorera…

Ane. Yo también viví eso con León Benavente y Sidonie, esos momentos son superchulos… Luego, profesionalmente, recuerdo que el primer año que yo trabajé vino el Dúo Dinámico, era la primera vez que trabajaba con un artista consolidado, que ha trabajado durante mucho tiempo y no sabía como me iba a manejar en esto. Pero después de tocar, al día siguiente, sus mujeres, que tendría uno s 80 años, me escribieron para darme las gracias por todo y bueno, dentro de tu síndrome de la impostora, recibir este tipo de reconocimientos, además siendo mi primer año, fue muy especial.

  • Oye, y qué me podéis decir de la famosa barra libre… ¿cómo celebráis cuando todo termina?

Ane. Es que nosotras no podemos salsear mucho. Pero recuerdo el año pasado que estaba tan agotada de todo que se metió Juancar detrás de la barra y me preparó una copa y me dijo, venga tomate una. A ver, mola mucho porque está todo el mundo.

Ane. Los artistas se autoinvitan porque dicen que esto es maravilloso o, si no tocan al día siguiente, se quedan algún día más.

Ana. Luego, el último día hay una fiesta solo para la gente de la organización, que ya no pueden entrar artistas ni nada, pero ya estamos tan muertos que no podemos con la vida.

  • En plano más general… vosotras que estáis dentro de uno ya consolidado y habéis ido a muchos otros: la «burbuja» de los festivales, ¿existe?

Ana. Sin duda. A mí me parece que es algo muy goloso de hacer. La gente ve que ha funcionado en lugares que van desde la España vaciada a zonas de costa y que son eventos que además dan muy buena imagen a un lugar, a un municipio, y es normal que la gente quiera hacer cosas así, lo que pasa es que creo que es importante saber diferenciarse, saber hacerlo bien, saber todo el trabajo que hay detrás, porque muchos creen que es fácil pero no es así.

Creo que sí hay una burbuja, porque hay muchísimos. Creo que antes de la pandemia eran 1800, pero para sobrevivir tienen algo especial y que aportan algo diferente. Además este año ha sido especialmente difícil porque estaban los festivales que se iban hacer en 2020 que no se hicieron, lo de 2021 que no salieron y los nuevos que han salido este año. Además, la gente no puede comprar entradas para todo, ya tenía entradas para otros y hay muchísimos grupos de gira. Es un año complicadísimo para la música en directo y para conformar un cartel de un festival.

Ane. El gran error es crear festivales iguales, que solo te aportan un conjunto de conciertos y ya, pero nosotros estamos trabajando en uno en constante renovación.

Ana. Sí y eso, que se ha criticado mucho, que entre la música urbana, que no tenga la misma esencia de antes, esa constante renovación es lo que al final necesita un festival para sobrevivir, si vas a llevar al mismo publico que escuchaban música de hace 25 años es que al final no van a ir, porque tendrán mejores cosas que hacer.

  • Pero Sonorama Ribera sobrevive, ¿no?

Ana y Ane. Sí, por supuesto, ¡el Sonorama Ribera de 25 para arriba!