Young Marble Giants o la atmósfera perfecta en clave de pop
Colossal Youth, un personalísimo baile entre el post punk y el pop con el que los galeses dejaron su huella en el mundo de la música
LAURA MARTÍNEZ
Cardiff, esa ciudad de Gales que te suena de algo y no es por ser un punto de referencia musical, es el lugar de origen de los hermanos Moxham (Phil al bajo y Stuart a la guitarra), artífices de Young Marble Giants, una banda sin precedentes que en palabras del mismísimo David Byrne, líder de Talking Heads, consiguió “crear un disco único en todo el sentido de la palabra, pionero de la atmósfera perfecta para escuchar en tu habitación”. Dos canciones le bastaron a Rough Trade, el sello independiente por excelencia de los 80, para fichar a estos anti-rockeros conscientes cuando eran True Wheel, una formación de versiones. Tiene sentido que vengan precisamente de una ciudad que en los 70 era mayoritariamente minera y en la que el asentamiento inglés terminó con la cultura tradicional galesa.
La invasión de imitadores de Chuck Berry y todo el impersonal aluvión de músicos de covers que invadía Cardiff, provocó una reacción en estos “frikis de la clase” que se propusieron crear algo distinto. Y vaya si lo hicieron. Este primer (y último) álbum de la banda, supuso un fenómeno marcador de un camino seguido por muchos otros-a pesar de que fue una revelación contra todo lo que el éxito supone-fue grabado en 5 días y aunque la banda no tenía ningún tipo de experiencia previa en producción, encontramos algún slide guitar en el tema “Include me out” y voces distorsionadas como es el caso de “Eating Nodemix”.
Un tal Anderson firma la apenas inexistente producción del elepé que la crítica calificó de Post Punk, quizá por la dificultad de etiquetarles, porque Colossal Youth, está mucho mas cerca de ser un disco de Pop. Algo disfrazado y muy minimalista, eso sí. Young Marble Giants tienen la virtud de expresar sensaciones a través de la ausencia de toda pista instrumental, al igual que otros que surgieron de este caldo de cultivo: los belgas Antena en los 90, los donostiarras Le Mans, High Places en la década anterior o mucho más recientemente, The XX.
El mérito de este rasgo tan personal, se debe en gran medida a la lánguida voz de Alison Statton, que igual te relata una ruptura amorosa (N.I.T.A) que el tedio de una relación que no da más de sí (Brand New Life) y si es por el tono, ni notas la diferencia. Donde sí se nota es en las letras: profundas hasta perderse en sí mismas, de esas que te arrojan dentro de la canción convirtiéndote en su protagonista fantasma. Algo que ayuda a crear ese aura de melancolía congelada que tiene como máximo exponente a Joy Divison.
La capacidad dramática que puede atesorar un tono vocal neutro, sin aspavientos ni giros que indiquen un efluvio melódico, es asombrosa. No hay duda de que a veces, lo más simple es lo más efectivo y ese parece ser el mantra de este cuarteto, que consiguió hacer uno de los discos más minimalistas de la década. “Searching for Mr. Right” comprende un prefacio de punk y una implosión de sentimientos al mismo tiempo. El bajo en esta canción rompe con todas sus limitaciones dentro de los cánones del rock. Bajo, guitarra y órgano se disparan a ver qué atinan, no hay ni rastro de batería en todo el álbum y de eso se hace responsable el ingeniero telefónico y primo de los Moxham, Pete Joyce, quien, en palabras del propio Stuart Moxham en una entrevista concedida al periodista Richie Unterberger en 1997, aportó todos los conocimientos técnicos y el equipo que utilizaron para la grabación del disco.
Joyce fue una influencia clave para la banda: construyó él mismo la caja de ritmos y utilizaba un sintetizador integrado dentro de un maletín. Su locura por Kraftwerk y la influencia del sonido synth logrado por Brian Eno en los primeros años de Roxy Music tiñen la inspiración de Joyce. Colossal Youth fue uno de los álbumes de cabecera de Kurt Cobain, quien revelaría que su grupo favorito era precisamente el formado posteriormente por Alison Statton con Ian Devine: Devine & Statton. No le falta razón a Byrne con su definición del disco y añadiría, además, que escuchar Colossal Youth es como descifrar el pop en código morse.