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La perra blanco

Dejad de matar al rock, tenéis que escuchar a La perra blanco

La gaditana Alba Blanco, más conocida como La perra blanco es la penúltima esperanza del rock n’ roll y ha hecho ‘sold out’ en Madrid

 

JAVI TEJERO

El viejo axioma que dice que el rock está muerto ha sido enterrado por el propio rock. Es un estilo absolutamente integrado y presente en la sociedad y en la cultura, y a día de hoy sigue habiendo gente joven que lo revive y le da nuevos impulsos. Es el caso de La Perra Blanco, que se ha ganado su propio hueco a base de energía y talento con su propuesta de rock clásico. Tras el nombre artístico está Alba Blanco, guitarrista, cantante y compositora, nacida en La Línea de La Concepción (Cádiz) que acaba de publicar un nuevo disco: Get it out (Folc Records, 2024), su consagración tras otros tres trabajos.

Muchos podrán considerarla una rara avis musical en esas latitudes sureñas, pero la propia Alba nos cuenta que no es así. “Hay muchas bandas que tocan rock clásico por aquí, aunque Andalucía tenga poco que ver con la música americana. Proyectos que destaquen como el mío apenas hay, pero afición por el rock and roll sí que existe”.

 

 

Todo en ella nos remite al rock and roll primigenio de los años 50: la estética y la propia música, que en cuanto empieza a sonar nos lleva de forma inequívoca a aquella década que parece ya lejana en el tiempo. La Perra reconoce sus primeros referentes a la hora de decantarse por este camino: “Uno de los primeros artistas en los que me fijé fue Little Richard, me llamó mucho la atención por su actitud, por la forma en la que hace la música. También me gusta mucho Jerry Lee Lewis, el concepto de rock and roll como algo salvaje, y me fijé mucho en la manera de tocar la guitarra de Carl Perkins”. Todo ello junto a otras influencias han ido moldeando su sonido, que no pretende emular sino hacer suyo un concepto que “o se siente o no se siente, y yo lo siento”, sentencia.

Esencia de Little Richard, estética de los 50, peinado muy Amy Winehouse

Get it out es un disco compuesto por 12 cortes de rock sin concesiones, casi sin respiro. Abre con la potente ‘Treat me (like a man should do)’, una puesta en valor de la artista con una letra directa y unos arreglos que se desmarcan un poco de las típicas secuencias rockabillys. “Ese tema cuando lo compuse no tenía nada que ver, era un shuffle de blues bastante básico. Pero quise cambiarle el ritmo al escuchar una canción que me gustó mucho, se la puse a la banda y les propuse llevarla a ese terreno. Al añadir el Hammond creo que el tema ha crecido mucho y se asemeja a la Creedence, que aunque no sea una banda que escuche mucho siempre está ahí y me gusta”.

Esa presentación nos deja muy claro que estamos ante una mujer con las cosas muy claras. También actúa como reivindicación del papel de la mujer en el rock, que siempre ha existido y ha sido parte fundamental pero que muchas veces ha estado eclipsado. Así muestra su admiración por la valentía de pioneras como Sister Rosetta Harpe o Basie Smith.

 

Un redoble arrebatador anuncia la segunda pieza, ‘Come back home’, una canción rockera cuyo ritmo te lleva en volandas y que cuenta con la inconfundible voz de Carlos Tarque. “Al entrar en la misma agencia que lo representa a él me comentaron que podríamos buscar una colaboración, pero antes de que iniciaran los contactos él ya empezó a seguirme en redes y todo se fue haciendo solo, mitad intencionado y mitad casualidad. Para mí es una pasada que participe en este tema que además es muy personal, habla de una vuelta a casa que no te gusta, con cosas que han cambiado, y Carlos lo borda con su vozarrón”, afirma Alba.

La tercera pista relaja un poco el ambiente con la dulce ‘Dream about’, para ir dando paso al resto de canciones que componen el álbum, viajando entre guitarras con tremolo, corazones rotos y pistas de baile. El tema que da título al disco se inicia con un obstinato oscuro e insistente que agarra al oyente y no lo suelta durante lo que dura este movido blues, incluso una vez acabado sigue resonando en la cabeza… Hasta que ‘New lover new sweetheart’ te sacude con un ritmo frenético y una energía imposible de esquivar.

 

El disco cierra con dos piezas instrumentales donde Alba da muestras de su habilidad y trabajo con la guitarra. La primera es la clásica y bailable ‘I got cats’, aderezada con divertidas variaciones rítmicas. Después viene el atípico final, ‘Starry Night’, una corta balada de guitarra solitaria, reflexiva y ensoñadora. “Creo que es la canción más personal que tiene el disco, es una pincelada de minuto y medio. A mí me encanta, tiene algo de oscuridad, es como otra cara mía y tengo muchas ganas de tocarla en directo”.

 

Get it out es un excelente trabajo de orfebrería rock and roll, pero donde mejor se puede disfrutar de estas canciones es en los conciertos de una gira que arranca ya. La Perra Blanco es animal de escenario, y sus próximos espectáculos prometen: “Tengo muchas ganas de ver qué ocurre en el directo, cómo se refleja este trabajo y ver qué le parece a la gente. Además hemos introducido un piano, Hammond y saxofón, que harán que el sonido sea más completo”

El rock no está muerto, nunca lo ha estado. Siempre habrá artistas como La Perra Blanco que lo resuciten en rituales chamánicos, donde el ritmo posee a los cuerpos y los hace moverse al son de una banda bien engrasada, haciendo que la magia pase de unas generaciones a otras.