Delgado, el artista salmantino que se revela ante un mundo feroz con su folk luminoso
Poesía, música cuidada, sensibilidad se unen en el trabajo del artista salmantino, Es más feroz la vida
JAVI TEJERO
El mundo necesita discos como el de Delgado. Poesía, música cuidada, sensibilidad. En un entorno cada vez más deshumanizado, rebelarse es parar y deleitarse con los sonidos, las palabras, valorar el arte, saborear, hacerse preguntas, empatizar. Es más feroz la vida (2024, Javier Heras Delgado) vio la luz a finales del año pasado, parece un mundo, pero hablamos de apenas un par de meses. Toma el título de un verso del poeta Jorge Guillén (“Feroz, feroz la vida. Tras la esperanza siempre”), lo cual anticipa que la poesía va a ser una de las grandes protagonistas de la obra.
Es un paso importante en la carrera del autor, ya que se trata de su primer LP, después de su EP de 2023 ¿Hay alguna forma de dolor que haga soportables las demás? En este primer trabajo de larga duración, Delgado demuestra un temple y una madurez extraordinarios, ofreciendo una colección de un acabado y una profundidad intachables. Podemos hablar de una consagración, que se completará con la gira de presentación que tiene preparada para el recién estrenado año por muchos sitios de la geografía española.
Entre el pop refinado y el neofolk
Nos recibe el sonido limpio y amable de ‘Oigo un rumor’, cuyo ritmo ligero engaña, porque esconde abismos líricos como la frase “El ansia de vivir, el peso insoportable de saber que acabará”. Cuando se ha llegado ahí ya te ha atrapado la dicción perfecta de una voz sugerente que declama de forma tranquila y clara. Un estribillo cuya melodía se canta nada más oírla una vez nos pone de manifiesto que “Estuvo siempre ahí la única verdad, tenemos tanta prisa que pasamos por encima”. El segundo corte, ‘El silencio’, funciona como continuación: después del rumor viene el silencio. Aquí la instrumentación es más minimalista al principio, con un obstinato de piano eléctrico que marca el paso de los segundos, hasta la pequeña explosión que viene cuando canta el título del disco de forma repetida.
La música oscila entre el pop refinado y el neofolk, con ecos de la tradición de cantautores. Se han visto influencias de artistas como Sufjan Stevens o el grupo Wilco. Una referencia más cercana podría estar en Jero Romero, en cuanto a concepción de la canción y timbre de voz. Hay en todo momento una expresividad contenida, el vibrato mínimo pero necesario, y la cercanía de las historias que te suenan conocidas pero no por ello dejas de escucharlas con gusto. Un buen ejemplo de delicadeza salpicada de guitarras distorsionadas a modo de bombas que caen sobre un pueblo es ‘El invasor’. “¿Quién es el que cuida de quién?”.
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El disco cuenta con varias colaboraciones, la primera de ellas es la de Alberttiny en ‘El clan’, una de las piezas más pop. La canción muestra su garra en el estribillo, precedido de un puente que prepara la tensión. Interviene también Mäbu en ‘Si me atreviera’, uno de los momentos más folk con una melodía de regusto tradicional y belleza desnuda. Por último tenemos a Young Forest participando en ‘Catedrales’, dando un toque jovial y refrescante a otra de las canciones más folk.
Encontramos un enorme colofón con ‘La memoria es un perro’, palabras extraídas del escritor Ray Loriga (“La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa”). Nos ofrece Delgado aquí una reflexión sobre los recuerdos y cómo estos son caprichosos e impredecibles. Es una bellísima pieza artesana a guitarra y voz que pone el broche a media hora de buenas canciones.
Es imposible no amar un disco como el de Delgado, porque en él se aprecia la sensibilidad, el buen gusto y la voluntad de crear belleza. Encontramos muchas voces, no sólo las de los cantantes, que lo hacen de manera excelsa, sino de todos los escritores y poetas cuyas ideas han quedado plasmadas en estos versos y esta música. Ante una vida feroz, buscar la belleza es una forma de rebelarse.