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Ede: “En otra vida tuve que ser folclórica”

La cantante madrileña presenta en su ciudad Lucero, su personalísimo álbum debut de producción milimetrada

 

JORGE OCAÑA

Cuando una de las voces más especiales del país hace un disco sin dar rienda suelta a todo ese torrente es porque tiene algo que contar. Lucero (Infarto Producciones, 2022), primer disco de Ede (Madrid, 1997), es como el suspiro que se suelta cuando consigues quitarte un gran peso de encima. Una exhalación que dura 35 minutos y que ha conseguido que el peso solo sea metafórico, porque la aceptación y el autoconocimiento que hay detrás de estas canciones hacen más liviana cualquier carga. “Esto no es un disco, es una mujer”, reza el interior del formato físico y, a diferencia del poema de Gloria Fuertes del que sale esta frase, no desconcierta. Con orden (y concierto), demuestra el (cierto) amor con el que escribió Ede estas canciones. “Si has escuchado un poco el disco, me conoces”, se sincera la autora.

Ede ha hecho de la sensibilidad – o hipersensibilidad, como lo define ella – una profesión. No solo hacia lo bello, sino hacia el mundo que la rodea, y por eso sorprende al confesar que se pone técnica al componer y canaliza todo lo que lleva dentro sin que se apodere de ella. “Siempre hay una imagen que suele ser muy visceral, que escribo en algún momento en el que no estaba pensando en hacer un tema, pero luego cuando me siento a escribirlo le doy 150 millones de vueltas, me cuesta muchísimo cerrar una letra, soy muy rallada con el uso de las palabras, la prosodia”. Saliéndose de esta dinámica cierra el disco ‘Rabia suave’, que sin estructura ni estribillo y tan solo un órgano de fondo, se cuela entre las entrañas de la madrileña de la misma manera que salió en su momento: “Es la única canción en mi vida con la que he llorado al componer”. Dice su letra, Me canso de llevar en el puño el corazón / Pero no sé hacerlo de otra manera, y deja en evidencia la oscilación constante de una persona corriente, permeable, a la que atraviesan ciertas situaciones y comportamientos y que se incendia contra absurdos e injusticias. “La compuse en un momento en el que, genuinamente, quería poder bailar sin toda esa carga, pero yo luego en mi día a día no la expulso ni reniego de ella. Ha conectado con un montón de gente porque es un tema muy verdadero”.

Como la vida misma, las contradicciones se apoderan del disco. El bombo legüero de ‘Amapolas’ late mientras una melodía de aires folclóricos camina en plena duda: Aún no sé si tus manos / Me reviven o me matan. Sin haberlo heredado de ningún lado, estas influencias castizas se cuelan en sus composiciones, “siempre vuelvo al bolero y a la copla, son mi base de disfrutar de la música”, y ha aunado retazos de Concha Piquer y Miguel de Molina con una contención vocal admirable y sutiles arreglos electrónicos, contrabajo y sintes.

De igual manera, Ede busca el equilibrio entre su posición como joven compositora que lleva por bandera el feminismo y desligarse de esa visión de justa, buena y pura, dos conceptos que deberían convivir de forma natural. “No soy un estandarte feminista con patas que hace canciones para ello, yo hago temas de lo que a mí me pasa, y me pasan cosas empoderadas y otras veces me siento como una mierda, y me siento insegura y soy celosa”. Se describe como “revanchista”, y lo reivindica tanto en su vida personal como dentro de la industria musical, a la que se enfrenta en ‘Lo que yo hago’; Demasiados ladridos pa’ tan poca hambre / Si tanto queréis saber, ¿por qué no calláis?

«Estoy viviendo un proceso de desencanto absoluto con la idea de dedicarme a la música»

Adentrarse en un mundo tan deseado y atractivo como el de la música corre el peligro de darse de bruces contra la realidad: “Estoy viviendo un proceso de desencanto absoluto con la idea idealizada que tenía de dedicarme a la música; de repente te das cuenta de que es súper dura, precaria, injusta, en la que no triunfa solo quien se lo curra”. Sin embargo, está siendo capaz de darle la vuelta a la situación; tal y como lo cuenta ella, “es como cuando des-idealizas a alguien y lo conoces de verdad, y entonces es cuando te puedes relacionar con esa persona”.

Mediante una producción íntima, de corte minimal, buscando el menor arreglo, preciso, “hacíamos varias tomas de cada frase o verso y siempre nos gustaba más la que estaba más pequeña”, ha logrado encajar, coproduciendo junto a Sergio Fernández, Mario Carrión y Julio Martín –detrás también del Santo Amaro (Universal Music, 2022) de María Yfeu – unir todas estas temáticas de manera compacta y coherente, para terminar de redondear la frase de Gloria Fuertes y hacer un gran disco que contiene a una mujer concreta, verdadera.

Junto con su grupo de amigas, entre las que se encuentran María Yfeu, Teyou, María de la Flor, Eva McBel… está construyendo una escena de jóvenes talentos que seguramente comenzó una noche en el micro abierto de la Búho Real. “Si yo no hubiese ido a esa sala y conocido a toda esa gente, creo que no habría hecho el disco que he hecho, yo sé que esa noche me cambió la vida”.

Como una folclórica actualizada, la actriz, cantante, bailarina, compositora y productora defiende la naturalidad, las aristas y la rabia cuando es necesario, Toco todo lo que me nace / Del secreto a la estridencia, canta la canción que da nombre al disco, y continúa con una última contradicción: Lo digo en alto porque se clava / Bajito por si lo escuchan.