El lado más animal de Black Islands
La banda barcelonesa Black Islands regresan con ‘Disco Nuevo’
RAQUEL ELICES
Hay golpes que te quitan los filtros de un solo revés. Lo que queda después es todo carne, huesos y una lección: necesitamos ver la vida de forma más directa y natural. De eso saben bastante los barceloneses Black Islands que, tras su debut en 2014 y con una gira de más de un año a sus espaldas, regresan ahora como el Ulises a su Ítaca, reforzados tras un viaje en el que han vivido golpes y naufragios.
A modo de terapia, tomando las chispas que siempre avivan entre las cenizas nace Disco Nuevo (Mama Vynila Records, 2018). Un título tan directo como su sonido, que sigue fiel al rock más crudo, pero que está vez abre la puerta a melodías más luminosas, entre las que se cuela algún que otro pildorazo pop, como en ‘Montaña mágica’. El otro gran salto es la apuesta por el castellano, idioma en el que Javi Adrover (vocalista) ha querido componer íntegramente este álbum. Estrategia comercial o no, lo cierto es que este cambio nos permite ver al desnudo sus historias más personales, entre las que se cuela la defensa de los animales (‘Reino Animal’), mensajes de calado social (‘Juventud Perdida’) o pequeños himnos de lo cotidiano (‘Hospital’).
La naturaleza que habita en todo el disco empieza ya desde su portada, un diseño creado por la ilustradora de comics Cristina Daura, en el que se aúnan animales, montañas e islas. Un intento por arrancarle sonidos a la tierra que llevó a los chicos de Black Islands a ensayar los primeros temas del LP en las profundidades de un bosque en Los Pirineos, donde viven dos de los integrantes. De ahí Adrover parece haber rescatado esa parte salvaje que desprende su voz y que campa a sus anchas a lo largo de los diez temas que componen este segundo largo. Punzadas penetrantes que nos llegan en temas como ‘Ora pro nobis’, destinada a estallar como ninguna en sus directos cuando nos griten eso de “No me quieras tanto, quiéreme mejor”.
Canciones cortas y precisas que emanan energía a raudales y en las que se mezclan los tintes indie-rock de los años noventa, propia de grupos como Los Planetas o Lagartija Nick, y una esencia post-punk que recuerda a Joy Division. Un sonido marcado por la producción de Santi y Víctor García de Cal Pau Recordings y Ultramarinos Costa Brava, y las colaboraciones de Las Ruinas y Tronco. Así se configura un álbum con carácter en el que los barceloneses se han dejado la piel para mostrarnos toda su entraña animal.