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El temporal de Robe Iniesta

El artista es nómada. O, al menos, debería serlo. He comentado en repetidas ocasiones lo frustrante que me resulta dar con grupos “planos”; aquellos que encontraron la fórmula mágica y son reacios a salir de ella. Su producción puede llegar a ser de una calidad excelente, a pesar de que en la mayoría de casos la gallina de los huevos de oro tiende a envejecer con el paso del tiempo, pero siempre resultarán más meritorios esos artistas que vayan más allá de sus tres acordes por antonomasia y arriesguen, experimenten, innoven.

Del mismo modo, a menos que salgas del armario metafóricamente en relación a tu producción, debe existir un nexo entre las distintas expresiones de la misma. Al igual que en cualquier expresión de arte un estilo bebe del anterior y sucesivamente, un disco no puede nunca ser inconexo a su predecesor. Como animal de costumbres, el fan exige relativa coherencia continuista en los trabajos del músico.

Quizás por ser “maestro de la contradicción y experto de romper lo prohibido” Robe rompió con su camino hace dos años publicando su primer disco en solitario. Desde luego que innovando mientras coquetea con su faceta más lírica, como en la mayoría de casos como este su sector de fans más puretas rechazó ese cambio en su producción musical. Obviando a esos conservadores según los cuales imagino que The Beatles deberían haber colgado las botas en el 67, es innegable la calidad de los dos álbumes que por el momento Robe ha publicado bajo su firma. Resulta anecdótico recaer en que el placentino está atravesando un proceso que ya vivió otro músico de gran relevancia en el rock español a finales del siglo pasado, su amigo Fito Cabrales, pues no eran pocos los que le consideraron un vendido tras acabar con Platero y Tú para dar rienda suelta a su música con los Fitipaldis.

Resulta extraño encontrarse con un Robe de estas características. La crudeza que mostraba como frontman en discos como Agila, o Yo, Minoría Absoluta y convirtiendo algunos de los conciertos de Extremoduro en verdaderas bacanales contrasta con un estilo mucho más íntimo haciendo parecer sesiones privadas sus actuaciones (unas maneras que por otra parte dejaban intuirse en los últimos años con Extremo). La última noticia en cuanto a la gira que le está llevando por toda España ha sido la presunta estafa llevada a cabo por la plataforma Viagogo, llegando casi a triplicar el precio de las localidades de sus conciertos. Previamente, Robe volvió a estar en boca de todos recientemente, al enfrentarse a parte del público por grabar con el móvil su actuación. Aunque con todo el derecho del mundo, no deja de resultar paradójico este giro de 180 grados en los últimos años. Adquirir una mayor madurez profesional no tiene por qué ir ligado a romper con lo que suponías hasta el momento. Del mismo modo que quienes acudan a sus conciertos han de adquirir una postura distinta a la que tenían al ir a gritar “Golfa”, Robe tiene que entender que su público no puede transformarse de la noche al día.

Sería una verdadera pena romper la atmósfera que Robe consigue crear en esta gira por problemas de este tipo. Si eres miembro de la vieja guardia, piensas que se le ha subido demasiado el ego y no comprendes este refinamiento, tienes más de 20 años de discografía para deleitarte. Si por el contrario Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas y Destrozares te cautivaron, aún estás a tiempo de ver su gira Bienvenidos Al Temporal, atravesando en estos momentos su segunda parte: Casi Me Corto El Pelo, una referencia a su paso por escenarios que poco tienen que ver con una melena desaliñada como la suya.

Robe renuncia al mundo. Nosotros no renunciamos a él.