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BRAVA, raíces en el asfalto madrileño

Hablamos con el conjunto de Aluche sobre su debut discográfico, Fina Estampa, donde apuestan por la fusión del rock urbano con la rumba o el funk

 

MARÍA CANET

Nerea Santotomás entra en un bar donde es recibida con alegría y pide lo de siempre. Es uno de esos locales de barra metálica, carta poco exótica y fieles parroquianos, que en la capital empiezan a ser cada vez más escasos ante la invasión de franquicias, gastrobares o brunchs. A Jorge Montero, su compañero de banda, le sirven el café a su gusto a los pocos minutos de sentarse. Ambos son habituales de El Chorrón, uno de los bares que hacen que Aluche resista ante la gentrificación: “el barrio es muy importante para mí, y más en un momento como el que estamos viviendo. Está genial que vengan turistas, pero primero hay que asegurar de que la gente de aquí tenga todos los servicios básicos cubiertos. Aquí no pasa; no hay ambulatorio”, explica la cantante. Esas raíces arraigadas en el asfalto de la periferia madrileña son precisamente la esencia de BRAVA, conjunto que ambos lideran.

La banda que completan Iñigo Alzueta (batería) y Marco Torres (bajo) ha revitalizado la escena rockera del foro donde destacan otras bandas como Los Jaleo o Camellos. A pesar de jugar con cierta imaginario quinqui tanto en las canciones como en su estética  (se presentan como La Nere, Jorgesucristo, El Mark y El Iñi), afirman tajantes sentirse “más cerca de Estopa que de El Vaquilla. Somos gente de barrios humildes pero no formamos parte de la marginalidad, que no hay nada de malo, pero son circunstancias”.

“Nos hemos inventado la etiqueta de rock cañí para poder dar rienda suelta todo lo que nos gusta y no encasillarnos en un género concreto”

La pasada primavera presentaban Fina Estampa (Autoeditado, 2024), un trabajo donde la poesía se encuentra en los detalles cotidianos a lo Extrachinato Y Tú o Extremoduro, y que en lo musical apuesta por la fusión del rock urbano (Leño, Asfalto, Marea) con el funk, la rumba, o la escena Caño Roto de Las Grecas o Los Chichos: “nos hemos inventado la etiqueta de rock cañí para poder dar rienda suelta todo lo que nos gusta y no encasillarnos en un género concreto”, cuenta Jorge. Ambos llevan la música en su ADN. Jorge empezó a hacer “playback con guitarras sobre el ‘Necesito respirar’ de Medina Azahara y cintas que me grababa mi primo de Extremoduro” mientras que Nerea creció entre los camerinos de la orquesta de sus padres: “lo primero que quiere ser una niña es como su madre: la veía maquillada y me encantaba, pero no tenía claro que ese fuera el camino”. El deseo por formar su propia banda de rock, llegó en la adolescencia: “una mañana desayunando cereales vi en VH1 el videoclip de ‘Basket Case’ de Green Day y pensé: esto es lo que quiero hacer”. Curtida en el teatro musical — “he dado muchas clases de canto porque estuve mucho tiempo cantando muy mal y odio hacer siempre lo mismo”— y tras un primer proyecto de banda fallido — “sólo teníamos el nombre: las Black Sheeps, pero no llegamos ni a ensayar” — Nerea conoció a Jorge en 2015, en el bar en el que trabajaba: “compartíamos muchas referencias y al poco tiempo empezamos a componer juntos, en torno al 2017 ya empezamos el trabajo como banda en el local”, añade Jorge.

BRAVA es ante todo una banda de directo que ha rodado sus temas en salas antes de que su álbum viera la luz. Toda una proeza en un momento “muy duro para las bandas” donde “pagar por tocar es la norma”. Bajo la producción de David Baldo (Repion, Carlangas, Shego), “un tío muy guay con el que se curra increíble. Siempre nos ha dado su visión, pero dejando que nosotros, que somos muy pesados en el buen sentido,  tomáramos la última palabra”, narra Jorge, Fina Estampa capta la urgencia y la garra de sus conciertos. A pesar de que ‘Martirio’, que compusieron “muy cerquita de la grabación. El resultado en el estudio no quedó a la altura de lo que merecía la canción, así que volveremos a grabarla”, el grueso del elepé lo conforman composiciones habituales de su repertorio en directo.

El elepé es la huella sonora de tres etapas diferentes de la banda. ‘Laberinto’, ‘Muy Profesional’ y ‘Cuando te vayas’, que en su origen era un blues —“queríamos ser como la Tedeschi Trucks Band. Originalmente la letra era más larga, pero la acortamos para que siguiera esa escala repetitiva del blues”— pertenecen a esos inicios donde predominaban las guitarras rockeras. ‘Farolero’, con guiños a la música negra y cadencia aflamencada, les abrió “un camino compositivo que no habíamos trabajado hasta el momento con el rollo funky y que nos llevó a temas como ’17 Palos’ o ‘En Carne Viva’”, cuenta Jorge.

En la lírica, el día a día y el familiar paisaje del barrio sirven para señalar realidades incómodas a nivel sociopolítico. Es el caso de ‘En Carne Viva’, cuya alegre melodía rumbera a lo Estopa o “el ‘Felicidad’ de La Cabra Mecánica”, choca con la temática: “es un tema tristísimo que habla de evitar tus movidas consumiendo drogas”, o ‘Leña en el barrio’, un experimento de “punk circense” transformado en alegato contra los abusos policiales: “la compusimos cuando vivíamos en Lavapiés, coincidió con la época de los ataques tan brutales de los antidisturbios a los manteros”. Con la ironía como arma y cortes melódicos constantes, el tono burlón de ‘Perrx’, pretende reírse de “todo lo que se nos ocurre, desde el progresismo hasta a los padres”, señala Jorge. “Hay mucha gente que no lo entiende y se incomoda, pero si incomoda es que está bien” sentencia Nerea con orgullo. La denuncia se alía con la resistencia en la oscura ‘Malos Tiempos’, de guitarras que remiten a ZZ Top o Los Deltonos para reivindicar que “escena del rock siempre ha habido, otra cosa es que se le dé la relevancia que merece”.

Entre la autodefensa y el ataque, también hay tiempo para homenajear a figuras silenciadas. El ejemplo es ‘17 palos’, que narra la historia de Catalina, una joven que con tan solo diecisiete años atracó un banco en Barcelona: “conocí la historia por una persona muy cercana a mí y me dejó muy loca: robar un banco siendo menor de edad y mujer”. Catalina, pseudónimo que se inventó Nerea, —“quería ser respetuosa con la familia” —, drogodependiente, atracó el banco y tuvo un triste final. La compositora, explica, quería “darle una segunda oportunidad en la canción, que quede un final abierto para que la gente pueda imaginar que le pudo ir bien. Su hijo escuchó la canción por casualidad, me llamó y me dijo que le había encantad, así que me llevo el regalo más grande”, cuenta con entusiasmo. Otra celebración, la de la amistad entre mujeres, vertebra ‘Amiga’, de poso country bajo el influjo de Hendrik Rover o los acústicos de M-Clan. Un tema que,  Nerea dedica a una amiga norteamericana —“nos costaba hasta comunicarnos y, a día de hoy, seguimos manteniendo la amistad” — que refleja el triunfo de la sororidad en una generación donde “constantemente nos enfrentaban, nos hacían competir. A partir de los 27 he notado un cambio en cómo me relaciono con las mujeres; el feminismo nos ha ayudado a vernos como iguales y no como competidoras”, admite la vocalista.

La Nere y Jorgesucristo terminan con calma sus cafés y se despiden de los camareros de El Chorrón. Caminan con alegría por su barrio mientras señalan la jamonería, uno de esos negocios extintos en el centro de Madrid. BRAVA ha brotado y ahora resiste desde el asfalto.

 

PRÓXIMOS CONCIERTOS 

23 /11 SALAMANCA. LA CHICA DE AYER +MALLO
29/11 ZARAGOZA. LA LEY SECA +LOS JALEO
13/12 MADRID. GRUTA77 +MAMA LADILLA