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Calizo: escalar la montaña sagrada del rock

La banda presenta su disco el próximo 12 de enero dentro del marco de INVERFEST

 

MARÍA CANET

Un cuerpo de piedra que contiene un alma humana, así es Calizo, un personaje que surge de la arena del desierto del Sahara dispuesto a abandonar su tierra en búsqueda de un porvenir mejor. La particular odisea de este ser de vis mitológica es narrada por Víctor Frutos, ‘Pitu’ (voz), Javi Vacas (bajo), Jose Funko (guitarra) y Roberto Lozano, ‘Loza’ (batería) en Soy La Montaña (Calaverita Records, 2023), primer elepé de Calizo que transita entre el hard rock y la psicodelia de Ty Segall o Wolfmother y reminiscencias aflamencadas de Triana, Kiko Veneno o Lole y Manuel.

A pesar de la amplia experiencia de sus cuatro componentes en la escena musical —Javi Vacas como bajista de Vacazul, 3000 Hombres, Los Reyes del KO, Sex Museum, Los Coronas, Corizonas; Loza, batería de Sobrinus, Sex Museum, Los Coronas o Corizonas; Funko como guitarrista en MamaFunko , Speak Low, Aurora & The Betrayers  o ahora en Gipsy Power y Pitu como director del festival Enclave del Agua (Soria), manager y compositor —  esta nueva superbanda ha llegado de forma “providencial”, afirma Pitu con una gran sonrisa desde una taberna del centro de Madrid. Tras años en un segundo plano como manager y compositor de Aurora & The Betrayers o Frankie Fuzz, sintió de nuevo la “inquietud de montar mi propio proyecto tras el final de Aurora & The Betrayers. Tenía claro que, si apostaba por mi proyecto, quería algo de fantasía. Al primero que llamé es a Javi Vacas”. El bajista llamó a su habitual compañero de fatigas, Loza — “es increíble lo empastados que están a la hora de tocar” — mientras Pitu hizo lo propio con Funko: “la cultura musical de los cuatro es la misma, coincidimos estéticamente en muchas cosas… Estoy orgulloso de haber empezado este proyecto con 46 años, antes no hubiese salido esto”.

“Pensé en crear un personaje como Bowie hizo con Ziggy Stardust para meterle en diferentes situaciones”

La vuelta a sus orígenes, el rock — “yo empecé en bandas de heavy metal” — , y la lírica en castellano para “conectar con la gente” fueron las premisas iniciales que se materializaron en un primer disco que acabaron por desechar: “las letras eran súper costumbristas y no me aguantaba cantando, me notaba súper plano”, se sincera Pitu. ‘Soy La Montaña’, tema que da nombre al disco, fue la primera canción que les puso sobre un nuevo camino, que esta vez sí, les convenció: “a partir de ahí, empezamos a tirar del hilo. Pensé en crear un personaje como Bowie hizo con Ziggy Stardust para meterle en diferentes situaciones. También nos flipa la ciencia ficción, la arqueología; la representación de Calizo en la portada del disco está basada en los exvotos de los íberos”, explica. Dejar que aflorara su alma flamenca a la hora de cantar, acabó por conformar la personalidad de la banda: “mi padre es guitarrista flamenco; mi hermana bailaora. En mi casa siempre se ha escuchado a Bambino, Camarón, María Jiménez, Lole y Manuel…  Yo tenía muchos prejuicios en ese sentido, porque yo cantaba así en casa, pero no ha salido de casa hasta que me lo han sacado ellos”, reconoce. Triana o el trabajo de Enrique Morente junto a Lagartija Nick en Omega, a los que versionan en ‘Manhattan’, original de Leonard Cohen, son dos reconocidas influencias que les han permitido “encontrar un camino, pero tampoco me puedo poner a componer pensando en un muerto; nos gustan los Royal Blood, Queens Of The Stone Age, la producción moderna. Hacemos rock de toda la vida, pero en le sonido sí que intentamos ir acompasados con la gente que está haciendo música ahora. Quiero pensar que piso el pedal de efectos flamencos muy poco”, subraya.

Grabado en el estudio de Javi Vacas, producido por el propio Funko y masterizado por Dani Alcover, Soy La Montaña, de cuyo arte se encargó Loza, da con esa personalidad que nace de una amalgama entre el rock, la psicodelia y la cadencia flamenca. La contundencia de la base rítmica o del fuzz contrasta con una prosa delicada de cierto deje lorquiano — “me flipa; es mi autor de cabecera” — como ocurre ‘Pájaro de Agua’ o ‘Cristal y Papel’, que tiene a la naturaleza como principal protagonista del álbum: “nos interesa hablar de lo que ocurre con el Sahara Verde, que es un tema muy de actualidad y que nos importa a los cuatro”. ‘Al Alba’ de Aute les sirvió de inspiración para la psicodélica ‘Amanecer’: “siempre hay una chispa, un motorcillo con el que arrancas. La letra parte de esa idea, de un tío encarcelado al que matan a la mañana siguiente. En el caso de Aute era un republicano; en el nuestro es Calizo, pero luego logra escapar”. ‘Tormenta’, el pasaje más dulce con una poderosa guitarra española, convive con ‘Ritual de la serpiente’, un “tripi psicodélico: Calizo encuentra a un chamán que le hace volar dentro de una serpiente” y con el épico final de ‘Como el árbol’, con una coda beatle que “le da sentido al disco. Es el único tema de amor que hay”. Un trabajo que cuenta además con varias colaboraciones como las de Jairo Zavala (Depedro), El Indio (Vetusta Morla) en las percusiones, Taki Tekyurt (solo de Soy La Montaña), Kike Blanco (teclados en ‘Amanecer’) o Julián Maeso con su hammond en ‘Luna Negra’: “me preguntó que a quién iba a llamar para tocarla en directo, y no puedo llamar a nadie; es irreproducible” cuenta entre risas.

Con la idea de llevar las aventuras de Calizo al cómic, la banda, que hace unos días publicó una versión del ‘Yo Nací’ de Kiko Veneno, se centra en sus próximos conciertos (el más cercano el del próximo 12 de enero en la sala El Sol dentro del ciclo Inverfest) a la vez que ya trabaja en su segundo álbum: “no hemos matado al personaje, así que volverá. Es una forma de hablar de nuestras propias experiencias de una forma metafórica”, dice Pitu. Calizo no ha hecho más que empezar a escalar su propia montaña.