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The Limboos, el arte de escapar del bucle

Hablamos con la banda sobre Off The Loop, su último disco, que ofrece un giro hacia una sonoridad orquestal

 

MARÍA CANET

La industria musical se erige muchas veces como un bucle del que resulta difícil escapar. Hace unos meses, el grupo The Limboos planteaba en un post de Instagram el siguiente dilema: “¿es mejor cancelar un concierto para no perder dinero o seguir adelante como si no pasara nada?”. Una disyuntiva a la que se enfrentaban tras colgar el cartel de “entradas agotadas” en Madrid, al proseguir la gira de presentación de su nuevo disco Off The Loop (The Limboos Music, 2024), en Valladolid y Ponferrada. Lejos de la capital, en muchas ocasiones, los números (alquiler de salas, hotel, dietas, sueltos, altas y demás gastos) no dan. Más que un reclamo de atención, pretendían “hablar en crudo. Realmente, nos planteábamos cancelar esos conciertos, de hecho, poco después tuvimos que cancelar el de Burgos. Parece que, a través de las redes, hay que pintarlo todo de un falso éxito; no mola decir que no has vendido un puto ticket”, se sinceran Roi Fontoira (voz y guitarra) y Sergio Alarcón (guitarra, teclado, percusión).

The Limboos, el proyecto que lideran junto a Daniela Kennedy (voz y batería), se ha consolidado tras una década de rodaje como una de las formaciones punteras dentro del rock and roll y rhythm and blues nacional, escena en la que hace unos años destacaban Aurora & The Betrayers, Anaut o Julián Maeso. Sin embargo, aún no han logrado escapar a la precariedad de la industria: “cuando grabas discos, no ingresas. Hay que estar en el candelero, tocando constantemente para poder vivir de ella”, cuenta Sergio. “Nosotros vivimos de la música, pero te requiere una pequeña inmolación que es dejar el curro normal de oficina”, añade Roi.

Como indica el título de su último trabajo, The Limboos tratan de deshacer el nudo de una industria que ahoga y no dejarse atrapar por esa “tormenta perfecta de conciertos gratis, la burbuja de festivales y lo que se proyecta por redes”. Presentaron su último trabajo en formato físico y en conciertos antes de que pudiese escucharse en plataformas digitales; su propuesta musical reivindica desde el rock grajero de la Inglaterra de los 60’s a los ritmos latinos. Una mezcolanza que encuentra su raíz en las sobremesas familiares que Roi y Sergio, primos hermanos, vivieron desde la infancia en Galicia: “se sacaban las guitarras después de comer. Además del folclore gallego, se cantaban canciones de Dylan, Lou Reed, Bowie… En casa de nuestra abuela siempre estuvo el tema de las rancheras, luego llegamos a Machín” explica Sergio. Con la adolescencia y “a través de las comparsas, que es algo muy de O Grove”, apunta Roi, llegó “el desvirgamiento en la fiesta; ahí conocí a amigos un poco mayores que tenían más bagaje musical: descubrí a los Kinks, a los Sonics, y me metí en el rollo más garajero de los 60’s”. Una fusión de estilos que tiene el “rollo criollo de Nueva Orleans, y, sobre todo, cómo mezclan las cosas,” como principal referencia: “no queremos ceñirnos a nada”. Una coctelera que, con el bagaje de Roi en el directo y la formación armónica de Sergio, se ha agitado con un espíritu libre y amateur –“Daniela sólo llevaba unos meses tocando la batería cuando dio el primer bolo”– desde sus inicios.

«Parece que, a través de las redes, hay que pintarlo todo de un falso éxito; no mola decir que no has vendido un puto ticket”

Off The Loop también les ha permitido salir del bucle en el que se habían sumergido como banda. La pandemia, subrayan, fue un punto de inflexión para buscar un nuevo sonido: “Con Baia (Penniman Records, 2019) sentíamos que habíamos completado un círculo. Nos sentíamos un poco anclados al sonido del saxofón y queríamos movernos hacia otro lado, así que se lo comentamos a Dani (saxofonista). Santi (bajo) cambió de vida y también dejó el grupo”, explican. Tras fichar a Javi Geras como nuevo bajista, la figura de Martín García Duque (Speak Low, Aurora & The Betrayers) en la producción, fue clave para dar una dirección a las nuevas composiciones: “estábamos caminando en terreno desconocido a nivel compositivo, y necesitábamos esa voz que nos dijera que lo que estábamos haciendo estaba bien. Si no hubiera estado él, estaríamos aún en el primer estadio de producción. Quedamos con él a comer y le hicimos un “bautizo gitano” con la idea de que se metiera en el grupo. Martín es un tío con un bagaje total, venía de donde veníamos nosotros, y tiene la misma mentalidad: hacer canciones que molen sin ceñirnos a un género”, comentan. Dejarse producir por primera vez, admiten, les ha resultado “fácil, al final te tienes que fiar. La única condición que puso es que la última palabra la tuviera él. Eso ha sido verdad al 85%; no sacaba la pipa a lo Phil Spector, pero había momentos matanza de Texas donde recortaba bien”, recuerdan entre risas.

La estela orquestal de Scott Walker, Lee Hazlewood, Dusty Springfield o Burt Bacharach se impone en el grueso del elepé, especialmente en ‘Dark Is The Night’, tema que mejor refleja esa nueva esencia: «el fuzz, las cuerdas, arrancar sin la batería para que después se incorporara (eso fue idea de Martín)… Le dimos muchas vueltas a la estructura”. Una nueva sonoridad de la que Roi reconoce haber sospechado: “me faltaban conexiones y tuve que apretar un poco para meter rock and roll”, narra. Con ‘Unfinished Ending’, tema que cierra el disco y donde “más mano metió Martín”, estaban, señala con sorna “a un pasito de la balada Scorpions; me iban a hundir. Al final le dimos un rollo a lo Nina Simone del ‘I Put A Spell On You’ hasta la parte del medio, “el badulaque”, que llama Daniela, donde torna a Screamin’ Jay Hawkins para acabar a lo ‘Unchained Melody’”. Cortes como ‘The Guest’ –“teníamos a Jack White en mente a la hora de cantar. Daniela la grabó en una primera toma”, afirma Sergio– o ‘Stranded (i’m moving on)’ en la onda de los Stooges aportan esa “agresividad del rock and roll. Había muchos medios tiempos muy bonitos, pero me faltaba algún tema que fuera a la yugular”, confiesa Roi.

Vocalista habitual del conjunto, Roi comparte, por vez primera en este nuevo trabajo, protagonismo con Daniela, voz principal en cortes como ‘Dark Is The Night’. Juntos entablan un juego de relevos evidente en la lisérgica ‘In The Loop’ o ‘The Guest’. Las armonías vocales también cobran importancia en los coros de ‘Red Line’, el primer tema que salió para el disco e hizo “de guía, nos ayudó para coger confianza de cara al resto de composiciones. En origen se llamaba ‘Dr. John’, porque el rollo de la batería iba en la onda del ‘Locked Down’ ”, o ‘Hangin’ Up’; ambas beben del soul y del góspel que tanto marcaron el principio de su trayectoria. Para este último tema, confiesan, «llegamos a plantearnos contactar con P.P Arnold, (cantante de soul norteamericana que formó parte de las Ikettes que acompañaban a Ike & Tina Turner) que vive en Málaga, porque le veíamos un punto Small Faces y ella había grabado con ellos, pero se quedó en una idea”. El cine, concretamente, las bandas sonoras de Ennio Morricone, “especialmente algunos riffs de guitarra”, aportan mística western con tintes psicodélicos a ‘Where The Wild Things Come True’ o ‘X’, otra prueba de que el conjunto no entiende de fronteras sonoras: “muchas canciones las descartábamos en un principio porque pensábamos que no eran para The Limboos. Al final, hemos llegado a la conclusión de que Limboos es todo lo que hagamos nosotros”, sentencian. El arte de salir de la rueda y acomodarse en el limbo; ahí todo depende de uno mismo.