Coffee & Wine, el sonido una naturaleza mutante
El grupo está inmerso en la gira de presentación de Hirundinidae, su segundo álbum
MARÍA F. CANET
Es una mañana cálida en la que las cazadoras sobran, el color ocre se resiste a teñir los árboles y las terrazas siguen siendo una opción más apetecible que el plan sofá, peli y manta; cualquiera diría que el otoño ya ha llegado. Las golondrinas resisten en este veranillo de San Miguel que se prolonga como un paréntesis entre estaciones. Precisamente en ese punto, entre la luz del verano y la calidez del otoño, en una naturaleza mutante, aletean las canciones que componen Hirundinidae (Manderley, 2019) el último disco de Coffee & Wine. Desde su piso de Madrid, Ana Franco, voz y líder de esta banda de folk, comenzó a componer canciones cuyo motor es «la idealización del campo”. “Durante estos años he hecho muchas escapadas a una finca en medio de la nada en La Mancha y a los valles Pasiegos, y he llevado a cabo una contemplación paisajística que me ha ayudado a conectar con la naturaleza”, prosigue. Efectivamente, si uno cierra los ojos al escuchar cortes como ‘Cables and Woods’ o ‘Mockingbirds’ no le resultará complicado situarse en mitad de un bosque o imaginar la fauna y flora del lugar.
Entre su primer elepé From the Ground (2012) y este segundo trabajo han transcurrido 7 años de silencio, únicamente interrumpido por la publicación del EP From the Roofs en 2017. La dificultad de compaginar las vidas laborales de Ana y Andrés Cabanes (guitarra y otra mitad de Coffee&Wine) con su carrera musical es uno de los motivos: “Me cuesta mucho emprender un proyecto tan grande como es un disco porque lleva mucho detrás y soy muy perezosa, el proceso me cuesta bastante”, comenta Ana mientras da un sorbo a su café. Esta vez han contado con la ayuda de Dany Richter a la producción y de Adam Selzer (The Decemberists, Alejandro Escovedo) quién llevó a cabo las mezclas desde Portland: “La escena de Portland me encanta y había trabajado con algunos de mis artistas favoritos como Alela Diane. Nos puso en contacto un amigo común, y al ver las tarifas de su web pensé que sería imposible, pero le gustó el proyecto y decidió hacernos un favor sin que tuviera que hipotecar mi casa”, explica entre risas.
Como artesanos de las melodías, esa necesidad de tomarse el tiempo necesario se palpa en un sonido delicado y cuidado de manera exhaustiva, donde cada instrumento tiene su sitio: “No somos muy barrocos. Mi forma de tratar la música es mantener mucho las dinámicas; ahora parece que todo tiene que estar muy arriba, mucho volumen y yo paso” confiesa Ana. A pesar de seguir apostando por el carácter acústico (guitarras acústicas, banjos o mandolinas siguen siendo protagonistas), Hirundinidae resulta menos orgánico y lineal que sus predecesores: armonías vocales, un notable trabajo de percusión — “insistí mucho en que hubiera percusión además de batería tradicional, quería tambores indios, pero me pararon los pies”—, guitarras eléctricas fronterizas como las de ‘Always Late’, teclados, cambios de ritmo y temas enlazados como ocurre con ‘Feathers’ y ‘Castles’, dan prueba de ello. Como indica la compositora, esta mayor complejidad se debe a que “es un disco de banda”, gracias a la incorporación de Jaime Olmedo (bajo) y Juanma Padilla (batería): “Sigo pensando que el proyecto es mío y tengo que sacarlo adelante, pero esta vez quiero apoyarme en la banda y dar conciertos con ellos, aunque no siempre es posible”, sentencia.
Dentro de esta evolución destacan también letras “menos viscerales”. Si sus anteriores composiciones hablaban sobre “el amor o cómo me sentía frente a situaciones concretas”, estos nuevos temas invitan a reflexionar acerca de la vida o el paso del tiempo. Es el caso de ‘Old Photographs’, un corte que combina nostalgia y esperanza sobre guitarras que parecen provenir de un Honky-Tonk: “La canción habla sobre esos recuerdos que están ahí guardaditos y el riesgo de sacarlos a la luz. Vivimos en una sociedad super visual y no tenemos en cuenta cómo nos pueden remover los recuerdos el olfato o el oído”. Entre esas novedades está también el “componer una canción de amor desde la alegría”; se refiere entre risas a ‘Luis’, dedicada a su pareja.
Como veteranos de la música de raíces norteamericanas en España, celebran el hecho de que haya “más apertura” a pesar de ser un género minoritario: “Hubo un boom sobre el 2008-2010 del folk femenino con Russian Red, Anni B. Sweet o Alondra Bentley. Luego la gente no se fijaba tanto en eso y ahora, creo que sigue sin llamar la atención; Nat Simons es la única que tiene cierto reconocimiento. Antes siempre me preguntaban que por qué cantábamos y escribíamos en inglés, ahora no tanto”.
Coffe & Wine comenzaron su andadura desde el suelo, para ascender a las alturas; ahora, como las golondrinas, han alzado el vuelo para migrar, deteniéndose siempre en los sitios en los que merezca la pena pararse a escuchar.