La Maravillosa Orquesta del Alcohol y su Salvavida
La gran orquesta indie de burgos presentan su segundo disco y se consolidan como una de las grandes bandas nacionales
JUANJO RIESGO
Salvavida (de las balas perdidas). Con ese nombre sería toda una decepción que el disco no te salvara realmente la vida. Cada cierto tiempo aparece algo que te llega y entonces todo hace clic, no puedes dejar de escucharlo, de volver a ello y repetirlo como un mantra, incluso de hablar sobre ello en sueños, como un loco en la calle que augura el fin del mundo. Hace una semana me pasó esto con el último álbum de La Maravillosa Orquesta del Alcohol.
Estos chicos de camisetas blancas que igual que podrían ser de la Irlanda profunda son del mismo Burgos, nos dejaron ver con los singles ‘La inmensidad’ y ‘Héroes del sábado’ que venían fuertes esta vez, que iban a ser la banda sonora del otoño y que, con un sonido más elaborado y letras más depuradas que hasta ahora, iban a poner patas arriba toda nuestra azotea creando la misma atmósfera de nostalgia que Yann Tiersen en Amèlie pero invitando a levantarnos como si nos sentáramos en una chincheta.
‘Mil demonios’ que, como David Ruiz dice, “se me acercan susurrando himnos de alergia a la alegría, como si la tristeza fuese solo mía” es el tema que da comienzo al disco, un viaje por lo más profundo y complicado del ser humano que a la vez explora los males de la sociedad. Ese viaje lo han querido reflejar también en los videoclips de cada canción del disco, en los que nos llevan por carreteras secundarias y autopistas según avanza el disco.
El hecho de que comience con ‘Mil demonios’ solo puede significar que necesita librarse de ellos. Así, tema tras tema, los chicos de La M.O.D.A van exorcizando sus demonios y los nuestros, lanzándonos el salvavida de las balas perdidas, entre las que se encuentra el miedo a La Inmensidad, segundo tema de este álbum. Es posiblemente uno de los mejores cortes y, a medida que se van incorporando instrumentos y combinando cambios de ritmo, consigue dar énfasis al estribillo y crear un grito que plante cara a esa sensación de “vértigo a la inmensidad de la existencia”. De decir que nada va a salir bien a tener esperanza, de morir como Oscar Wilde a ser Edith Piaf. Imagina qué disco sale cuando éste es el primer single.
Recitando más que cantando se presenta ‘Océano’, con la que, si aún no nos habían adentrado en el viaje, terminan de hacernos pertenecer a esa atmósfera de nostalgia en la que se comienza a introducir la lucha contra la desigualdad, más desarrollada en la segunda mitad del disco.
Después de querer dejarlo todo una vez llegados hasta aquí, después de haber perdido toda esperanza en que tanto nosotros como la sociedad vayamos a ser decentes algún día, “Una canción para no decir te quiero” seguida de ‘Héroes del sábado’ te reponen la energía y la fe en la humanidad. Somos nosotros los héroes del sábado, los que podemos cambiar el mundo solo con pensar, siendo valientes, perseverando: ‘No nos detendrán’ cantan al unísono en “Una canción para no decir te quiero”. Son cantos a la juventud, a la vida y al inconformismo, pero sin perder nunca el norte ni la humildad, siendo esta última una de las grandes ausentes hoy en día (“no te olvides de dónde vienes”).
Con ‘O naufragar’ se llega al ecuador de esta maravilla tanto sonora como visual y da paso a la mitad centrada en la crítica social. Se reconoce a la clase obrera, la gran olvidada, la que se mueve para buscarse el pan y que viene a este mar “a flotar, o naufragar”, mientras que desde ‘Himno Nacional’ critican la falta de libertad, principalmente de expresión, y la necesidad de aguantar y ser fiel y sincero con uno mismo: “un pie delante del otro”. Si en este país estuvieran bien vistas las votaciones, yo abogaría por que éste fuera el verdadero himno nacional.
‘Campos amarillos’ y ‘Vals de muchos’, en homenaje a nuestros mayores que vivieron y trabajaron toda su vida en el campo, siguen criticando la necesidad de los trabajadores de emigrar y machacarse para poder vivir, dejando así los pueblos vacíos. Con “Los locos son ellos” intercalada entre las dos anteriores y ‘La vieja banda’ cerrando el disco, a pesar de mantener el tono de crítica a lo establecido, resumen la esencia del álbum con un optimismo que aleja la nostalgia que evocaban al principio, dándonos otra oportunidad para salir a luchar por lo que es nuestro mientras volvemos a escuchar este tercer disco de La M.O.D.A., que ya se ha metido en nuestra cabeza para siempre.
Pocas veces te encuentras con que el nombre de una banda o de un disco lo defina tan bien, pero esta vez La Maravillosa Orquesta del Alcohol ha sido eso, maravillosa y Salvavida (de las balas perdidas) ha sido exactamente lo que dice que es. Uno de esos discos que puedes llamar casa.