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‘Meet me in the bathroom’: El rock renace en los 2000

Lizzy Goodman traza la historia oral del rock and roll en Nueva York en la primera década de los 2000 a través de las voces de sus protagonistas: The Strokes, The White Stripes o The Yeah Yeah Yeahs

CRISTINA G. HERNÁNDEZ

Entre jóvenes músicos, artistas, managers, discográficas y periodistas, la escena musical de Nueva York a finales de los 90 estaba igual de boyante que en los 70. En la industria aún había dinero, pero el britpop a un acorde de la decadencia: Oasis estaba a punto de estallar y Blur ya no sonaba a Blur. Kurt Cobain dejó huérfana, con su suicidio, a toda una generación de jóvenes que querían ser como él y esos chavales, que necesitaban algo a lo que aferrarse, fueron los que revolucionaron de nuevo la escena rock de Nueva York.

Entre fotos y declaraciones, Nos vemos en el baño (Meet me in the Bathroom, Neo Person 2018) deja a los propios artistas contar su historia de la misma forma que contarían las batallitas en un bar. Todo el libro se convierte así en un gran cotilleo en el que todos participan, explicando la misma noche y las mismas relaciones desde la perspectiva de cada uno de ellos. De esta forma se llega a los problemas con las drogas de Albert Hammond Jr. y Ryan Adams, a las noches de desenfreno de los Jonathan Fire*Eater antes de que cayeran en el olvido con tan solo un álbum publicado pero el peso en sus hombros de tener que salvar el rock que ya se daba por perdido con el auge del pop y el hip-hop.

nos vemos en el baño

The Strokes

El East Village de Nueva York entonces se estaba pudriendo y a la vez gentrificando. Subían los alquileres, pero las calles seguían llenas de camellos en la que llamban Alphabet city, ya que tenía el ABCD de toda rockstar: Alcohol, Blow (cocaína), Crack y Death (muerte). Así fue como acabó el teclista de Smashing Pumpkins por algo que compró allí. En todo ese contexto, los niños de papá y los estudiantes de arte se enriquecían unos de otros, y dentro del circuito de bares como Tiswas o Motherfucker y salas como Brownie, CBGB o Mercury Lounge se formaron más que The Strokes, la nueva promesa del rock después de Jonathan Fire*Eater, Interpol queriendo ser la nueva Velvet Underground o The Yeah Yeah Yeahs con una mujer al mando que antes de tocar se bebía siete cosmopolitans. Las discográficas tenían auténticas disputas entre ellas para firmar a las bandas que estaban emergiendo ya no solo en Nueva York, sino también en ciudades como Chicago o Detroit, con Jack White a la cabeza a punto de formar The White Stripes, otra de las bandas estandartes en esta nueva era del rock de garaje.

Smashing Pumpkins

Smashing Pumpkins

En esa misma línea, bandas más alejadas del sonido post-punk, sucio, rápido y energético, como Kings of Leon o The Killers también empezaron a consolidarse como parte de la nueva generación de rockeros, cuando en mitad de esta efervescencia creativa ocurrieron los atentados del 11 de septiembre de 2001. La juventud y la necesidad de vivir al día se intensificaron desde entonces, sirviendo de inspiración y reflexión incluso inconscientemente, como suele ocurrir con grandes acontecimientos internacionales. Todo se reflejó en la música y en Meet Me in the Bathroom. Muchos de los grupos que tocaban o pinchaban enfrente de 100 personas, como LCD Soundsystem, Mark Ronson, The Strokes, o The White Stripes se catapultaron a la fama en cuestión de muy poco tiempo, dando lugar al renacimiento del rock como fenómeno de masas y dejando el camino abierto para otros artistas como Arctic Monkeys o Franz Ferdinand.