¡Naino!: una historia gitana de soul, funk y disco
El funk en España de James Brown al Gipsy Rock
DAVID ESTANCOUSQUI
El funk sigue siendo un género residual, minoritario y maltratado en España. Los referentes del soul en nuestro país, como Anaut, Freedonia, la eterna Fundación Tony Manero o los ya extintos The Sweet Vandals, no dejan de ser una mera aproximación mitómana a lo extranjero. James Brown no solo revolucionó el rock dando importancia vital al ritmo, sino que con ello construyó un discurso negro en plena lucha por lo derechos civiles en Estados Unidos. Es por eso por lo que el soul, y su evolución en el funk, no pueden desligarse del contexto americano, y aquí se resuelve como ejercicios de mimetismo en lugar de una fusión real con la que adaptar el género a la tradición española.
Pero esto no fue siempre así. Después de que la british invasion alumbrara el rock ye-ye de los sesenta en España, a comienzos de los setenta los gustos españoles viraron hacia el pasodoble, la copla, la canción melódica o los cantautores de la nova cançó. Es ahí, en ese erial del rock patrio a principios de los setenta, cuando los gitanos cogen el testigo de los restos del rock andaluz –Smash se disolvieron en 1973- para introducir en España el soul, el funk y su evolución disco. Principalmente a través de un género tan permeable como la rumba, pero los ejemplos son variados y de una riqueza cultural inclasificable, por adaptar al rock las músicas propias de su etnia. Así se recoge en ¡Naino! (Spanish Gipsy Soul Funk Disco. 1974-1984), un clásico oculto con el que Adarce Records ilustra, con un formidable muestrario -recopilado de sellos como fueron Belter (principal sello de flamenco y rumba), EMI-Regal y Discophon (especializado en rumba catalana)- una de las etapas más brillantes del rock en español.
Las predecesoras: Las Grecas
Uno de los primeros pasos en lo que se denominó Gipsy Rock lo dieron Las Grecas al publicar en 1974 su primer álbum, que además llevaba ese mismo título: Gipsy Rock. En él, las hermanas Carmela (1954) y Tina Muñoz (1957-1995) introdujeron en su universo tradicional (la rumba) y en su lenguaje, los grooves y sonidos americanos. Poco a poco los irían definiendo y puliendo en los discos posteriores como, por ejemplo, en este magnífico blues romántico ‘No sé qué hacer’ editado ya en 1976 para el elepé Tercer Álbum.
El Sonido Caño Roto
Las Grecas, ascendentes de la fusión entre rock y flamenco, dieron salida así a la rumba urbana de Los Chunguitos, pero también fueron imprescindibles para lo que se llamó el Sonido Caño Roto. El Sonido Caño Roto fue un género en sí mismo cuya identidad se forjó a través de la asociación entre los palos típicos del flamenco (la rumba, las bulerías, el fandango) y el rock, y cuyos representantes más ilustrados fueron Los Chorbos, el grupo madrileño, del que fue miembro Manzanita (1956-2004). El Sonido Caño Roto, que así se llamó el primer disco de Los Chorbos, fue lanzado en 1975, pero es en el single de 1978, ‘Pueblo Gitano’, en el que se plasma totalmente la revolución del discurso que llevó a cabo James Brown con la reivindicación racial de los negros en Estados Unidos, característica inherente al soul y al funk, y que aquí Los Chorbos trasladan a su propia realidad mostrando y reivindicando el orgullo de ser gitano.
¡Naino!
¡Naino!, editado en 2017 por Adarce Records, es un recopilatorio que repasa la década entre 1974 y 1984, y con el que se intenta dar forma a una reflexión para entender lo que supuso en España la fusión del flamenco y la rumba con el soul, el funk y el disco.
Ya en los años sesenta, la rumba catalana empezó a fusionarse con los ritmos latinos. Algo que llevó a su máximo esplendor Gato Pérez a finales de los setenta, ya era de sobra conocido por artistas como “El Pescailla” que incluso se atrevió a fusionarse con la bossa nova (‘Notarás que aún te quiero’, 1975).
De la misma manera, el soul, el funk y el disco encontraron en el flamenco y la rumba al mejor aliado para introducirse en España. En ¡Naino! encontramos ejemplos de verdadero desparpajo y valentía. Marian Conde, coplera, abre el disco entre gemidos con ‘Tómame que tómame’. Dignos de nombrar son ‘Ven, ven, vente’, esa mezcla de soul y funk de Los Maravilla o ‘Déjalo’, puro soul, de Dolores Vargas “La Terremoto”.
Incluye también la primera cara del disco quizá el momento más excéntrico en la carrera de Lola Flores que, cuando dijo en una entrevista que fue la primera en rapear en España no le sobraba razón, pues en ‘Cómo me la maravillaría yo’ “La Faraona” rapea a golpe de trabalenguas sobre una base funk de corte jazzy.
Sigue Perlita de Huelva, coplera por antonomasia, cantaora de flamenco y pasodobles prototípica, que aquí se descuelga con un funk disco titulado ‘Mi almohada’. Y así vamos evolucionando, como la propia historia del funk, hacia el disco, primero con el ‘Vente conmigo’ de Trigal, después con el ‘Zorongo’ de Las Deblas, para continuar con Rumba Tres y su ‘Buscaremos un rincón’.
Cierra el disco Chipen, dúo formado por Peret Reyes y Johnny Tarradellas, emblemas de la rumba catalana, y su ‘Volao’, la grabación más tardía y posiblemente el tema en el que ya el flamenco es menos apreciable y toman mayor protagonismo directamente el funk y el disco.