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Odetta: cómo la tradición acabó siendo el emblema del cambio

Odetta es recordada como la gran inspiración de Dylan, el modelo para Joan Baez y la adorada de Janis Joplin

 

PALOMA HERNÁNDEZ MATELLANO

Entender la música como un arte al margen de lo que se respira en la sociedad, al margen de los problemas de la calle que algún día pasarán a la historia, es no entender la música. Incluso cuando pretenden ser una evasión de la realidad, las canciones siempre beben del mundo en el que nacen. El artista vive, siente y piensa, y separar su obra musical de sus vivencias personales es como arrancarle a un árbol sus raíces: pierde su esencia.

A finales de los años cincuenta, la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana llevaba décadas de recorrido en la música folclórica negra, pero sin embargo solo entonces empezaba a ser un asunto de plena actualidad en la política estadounidense. Y, mientras el jazz se había vuelto demasiado complejo y el rock and roll carecía de significado, la música folk desbordaba conciencia e integridad. Ejemplo de ello es el primer disco en solitario de Odetta Holmes, Odetta Sings Ballads and Blues (1956). El álbum, que combina canciones tradicionales con versiones de piezas de blues, está grabado con una guitarra acústica y la voz de Odetta, que conservaba el más puro espíritu de la música folclórica negra, demostrando que no se necesitaba nada más: se podía encabezar una revolución a través de los ritmos de siempre.

Abre el disco la saloma ‘Santy Anno’, un canto característico de los marineros cuando desempeñaban su trabajo y, si en ‘If I Had a Ribbon Bow’ Odetta fantasea sobre cómo sería su vida si fuese blanca, con ‘Shame and Scandal’ ridiculiza los chismes de una familia holandesa. Pero entre ironía e ironía, Ballads and Blues devuelve al oyente de golpe a la cruel realidad negra en ‘Another Man Done Gone’: “Otro hombre se ha ido / No sabía su nombre / Han matado a otro hombre”. Interpretada solo con la voz de Odetta y un palmeo de fondo, este canto espiritual es el duelo sincero de toda una comunidad afroamericana que siempre había tenido que resignarse ante las injusticias.

El álbum se nutre de los ritmos tradicionales que se popularizaron en décadas anteriores, pero que reviven al incorporar nuevas técnicas musicales heredadas del blues como el fingerpicking. Con delicados arpegios de guitarra, ‘Buked and Scorned’ y ‘Hound Dog’ realzan la voz de Odetta en un tono de lamento que, lejos de virtuosismos, acentúa lo verdaderamente trascendental: el mensaje. De distinta manera pero con el mismo objetivo, en ‘Joshua’ y ‘Been in the pen’ se emplean ritmos acelerados para reflejar la tensión y dureza de la discriminación racial, llegando en ‘God’s Gonna Cut You Down’ al clímax de esta propuesta: un canto a capella que nada tiene que envidiar de las velocidades del rap actual.

Los cuarenta y seis minutos que dura Odetta Sings Ballads and Blues podrían condensarse en el popurrí que le pone fin. ‘Oh Freedom’, ‘Come and Go with Me’ y ‘I’m on My Way’, con un ritmo cada vez más intenso, hablan de la esclavitud, del vivir arrodillado y de la lucha por un futuro mejor. Eran los grandes himnos populares de la comunidad negra interpretados por quien para Martin Luther King siempre sería “la reina de la música folk americana”.

Odetta es recordada como la gran inspiración de Dylan, el modelo para Joan Baez y la adorada de Janis Joplin. Con algunos de ellos compartió actuación en la Marcha Sobre Washington (1963), donde interpretó precisamente el ‘Oh Freedom’ que cierra este álbum, emblema del movimiento por la justicia social. Odetta Sings Ballads and Blues es el respeto por la tradición y la aspiración al progreso, es convertir lo popular en reivindicativo, y es la lucha a través de la música.