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Otra vez has llorado en la ducha escuchando Iván Ferreiro

Y si eso ha pasado, además tienes un tema de Emilia, Pardo y Bazán para cantarlo bien fuerte en su nuevo disco

 

RAQUEL ELICES

Dicen que lo suyo es autoficción pervertida hecha canciones. Una forma de airear eso que uno sólo confesaría bajo los efectos de un alegre psicoactivo, sin miedo al qué dirán. Llorar con canciones de Iván Ferreiro en la ducha, por ejemplo. Una escena cruda y con ciertas dosis de ternura que Emilia, Pardo y Bazán defienden en la canción ‘Preocúpate Mañana‘, uno de los diez temas que dan forma a su segundo largo, La Fiesta que me prometiste (2024). El cuarteto de Talavera de la Reina se reafirma como buenos hacedores de hits y canciones infalibles como lo fueron aquellas ‘Madriz Central’ o ’12 de Octubre’ que nos descubrieron a esta banda y su cronista generacional, Sergio Sanguino, uno de los letristas más personales del panorama nacional.

La fiesta que me prometiste tienen mucho de confesional, pero también se meten en piscinas donde todo el mundo se ha bañado alguna vez. En ‘Electrodomésticos‘, uno de los primeros singles que avanzaron, nos hablan, a fuerza de potentes guitarrazos y una melodía in crescendo, de una historia de amor fatal, como cantaría Nacho Vegas y Cristina Rosenvinge en un lunes post resaca, con el obsceno sabor de la madrugada del sábado todavía entre los dientes. La mano de Carlos Hernández, productor del disco, y que también ha trabajado con Carolina Durante, Triángulo de Amor Bizarro o Victorias, se palpa en el sonido, pero su trabajo deja espacio para que impere la personalidad de un grupo que sigue demostrando que ser de provincias es sexy.

El LP transita por un sendero más luminoso en ‘Nube Kinton‘, al menos, en la parte melódica. La canción en la que descubrimos el título del disco («Muerdes los labios con intenciones tristes / dónde está la fiesta que me prometiste«) nos habla de la cotidianeidad de un amor que se desvanece en la pareja («Me da vergüenza cada vez que coincido en el ascensor con algún vecino / escuchan nuestros silencios / cuando estamos cuerpo a cuerpo»).

Vuelve a colarse la conciencia de clase y la ideología, como buenos animales políticos que son, en ‘Metros treinta‘, una canción sobre la precariedad de toda una generación que, si todo va mal, al menos, puede salir a perrear un rato («recuerdo la primavera / y vuestro amor de clase obrera / encerrado en treinta metros cuadrados«).


Aunque el amor lo sobre vuelta todo, son muchos temas que salpican las letras de La fiesta que prometiste. Sobre la ansiedad, la salud mental nos sacuden canciones como ‘De rodillas‘ y ‘No merece la peña‘, llenas de catarsis y dignidad. Más veraniegas resultan ‘Me derretía‘ o ‘Catar 2022‘, para ciertos nostálgicos futboleros.

Dos de las piezas más interesantes las encontramos al final, con ‘Esos mensajes (dream rumba)‘ que invita al baile triste y en la que se permiten mayor juego con los ritmos, y ese guiño al Sr. Chinarro, remitiendo a «la gente del montón». Además y, definitivamente, ‘No es que no quiera despertar‘, es una canción perfecta para el cierre del disco. Con un sonido más sucios y poderoso y una rabia que le encantaría a Jota de Los Planetas cuando entonan aquella osadía de: «… y volverte a follar / No es que no quiera dormirme / Pero es que voy a aburrirme sin alguien con quien jugar». Miserias que con Emilia, Pardo y Bazán merecen la pena ser cantadas y que en La fiesta que prometiste suponen la consagración del grupo como autores de grandes estribillos repletos de vivencias personales en las que todos podemos sentirnos identificados (a golpe de guitarrazo).