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Patti Smith y el puchero en casa de los Morente

Soleá Morente ha sido la última invitada en pasar por nuestro Cadillac, la pequeña de la gran familia de artistas habla de música, infancia y recuerdos como este

 

RAQUEL ELICES

En la casa de los Morente Carbonell, en la que el arte baila y se siente por cada rincón de sus paredes, hay cosas que se dan por hecho, que estuvieron desde siempre. Para Soleá, la pequeña de la familia, fue el cante. No sabe en qué momento llegó a su vida, simplemente estaba ahí. El incréible universo que la rodeada, era totalmente cotidiano para ella. Junto a Las chicas del Cadillac, la artista madrileña de sangre granaína echa la vista atrás, para recordar su particular infancia o su paso por el Ave María de Sacromente. Recuerda momentos tan inolvidables como aquel verano de 1994 en el que unió su voz, por primera vez, a la de su padre Enrique en el disco Malgré la nuit. “No era consciente de la grandeza de mi padre, apenas tenía nueve años, para mí era normal, pero ahora lo recuerdo con una emoción muy especial. Ahora lo viviría de otra manera, pero entonces, era pequeña y sencillamente, para mí, yo estaba acompañando a mi padre en el trabajo”.

Para muchos artistas que tocaban en Granada, el peregrinaje a casa de los Morente era una parada obligatoria. Un hecho que hizo que Soleá se encontrase con importantes figuras de la música desde muy pequeña. Una de ellas fue Patti Smith. “Un día nos llamó Laura García Lorca, sobrina de Federico García Lorca, quien tiene buena relación con Patti, entonces como ella era muy amiga de mi familia, cuando Patti vino a cantar una vez a Granada, llamó a Enrique y le dijo que estaba con ella y que si podían ir las dos a casa”, explica. La noticia, pillo a su madre por sorpresa y dijo: “Pero cómo no me avisáis que estoy haciendo el cocido y no sé si a esta mujer le gusta”. ¿Y qué le pareció a Patti el puchero de Aurora? “Le encantó, comimos juntos, con Laura haciendo de traductora, y luego Patti y mi padre se bajaron al estudio y estuvieron recitando allí alguno de sus poemas, mientras mi padre tocaba la guitarra… tiene que haber alguna grabación de eso”, responde Soleá.

Esta y otras muchas anécdotas, se cuentan en el último programa de Las Chicas del Cadillac. Puedes escuchar el episodio aqui: