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Quincalla, rock and roll como forma de vida

El grupo vallecano presenta su debut este 28 de marzo en la madrileña sala Cadavra

 

ANTONIO GOMARIZ

En La Aguja Rock Bar, en pleno corazón del madrileño barrio de Lavapiés, cada rincón destila pasión y un exquisito gusto por el rock and roll. A mano derecha, te da la bienvenida un impresionante mural con los diseños de la portada de Nuggets, el icónico recopilatorio de garage rock de los años 60. A mano izquierda, te observa fijamente un imponente poster de Lou Reed y, al fondo, preside el local un cuadro de Frank Zappa. Tras la barra nos recibe y sirve una caña bien fría Manu, rodeado de montañas de vinilos y sin perder nunca de vista el pinchadiscos que da nombre del local. Además de regentar desde hace varios años este emblemático punto de encuentro para los rockeros de la zona, Manu es el cantante y guitarrista de Quincalla, el grupo que ha formado junto al bajista Javi y al baterista Parra, quienes se suman a la conversación en torno a la barra de La Aguja.

Vallecanos de pura cepa y amigos de toda la vida, acaban de presentar su primer disco, Morir Dormido (EntreBotones, 2024), producido por Edu Molina (Hermana Furia) en los estudios de grabación Garlic Records. No es, ni mucho menos, el primer proyecto musical que emprenden pero desde el primer momento tuvieron claro que Quincalla iba a ser diferente porque nacía de “una visión muy clara y compartida” tanto en lo musical, como en la profesionalización de todos los procesos que rodean a la banda y al lanzamiento de su debut discográfico. “Queremos hacer algo que nos divierta y nos guste y quién sabe si en algún momento poder llegar a vivir de ello. Pero la visión desde el primer momento fue de intentarlo. Desde el presupuesto que decidimos para elegir el sitio donde grabar, un baremo que marcó una diferencia respecto a otros proyectos, hasta conseguir posicionarnos en algunos medios de comunicación”, comenta Javi. Los tres coinciden en que la acogida “está siendo increíble” y en pocos meses han conseguido desbloquear logros aspiracionales como presentarlo en la Sala El Sol, grabar en los conciertos de Radio 3 o participar con una reinterpretación de ‘Funny How Love Is’, en un disco colaborativo de versiones de Queen, Queen Reimagined II, junto a otras bandas como los citados Hermana Furia, Calizo, Le Mur, Venturi o Cometa, entre otros.

En el plano musical, Morir Dormido es un álbum que te da la bienvenida con unas guitarras cortantes que automáticamente te sitúan en el rock callejero de toda la vida. Sin embargo, es un trabajo que no se encorseta, sino que transita con total naturalidad entre la psicodelia y las armonías más propias del power pop, incide en álgidos estribillos, deleita con guitarras funkys y zarandea con dejes punkarras como los de ‘La Bajona’. Aunque en su entorno lo tuvieran complicado para coincidir con más gente de su rollo, Quincalla ha logrado aglutinar a los que “más pasión y ganas” tenían por seguir haciendo música, algo que ha marcado la diferencia a la hora de componer el disco. “Nos compenetramos muy bien. Son muchos años y tenemos tan definido lo que nos gusta, lo que es esta banda y lo que queremos nos sale todo con mucha naturalidad. Aunque planteemos canciones muy diferentes, todo lo sentimos como muy nuestro y vamos a bloque”, destaca Manu.

Pese a su insultante juventud, se consideran “mazo carcas” en lo que a gustos musicales se refiere y abrazan por completo el rock clásico de los 60s y de los 70s “como forma de vida”. Aunque Parra es el principal encargado de estar puesto con lo que se hace hoy en día “para ver hacia dónde va la industria y qué grupos lo están petando”, como es el caso de Viagra Boys, los tres coinciden al unísono cuando se trata de afirmar cuál es el gran referente entre sus coetáneos: The Lemon Twigs. “Ambos compartimos ese rollo revival sesentero, con mucho estribillo y mucha armonía. A ellos, claro, siendo de Nueva York, al intentar recrear un estilo americano de los 60’s les sale lo que les sale, mientras que a nosotros siendo de Madrid y con las raíces que tenemos… Inevitablemente acabamos tirando hacia Leño y hacia un rollo más urbano”, comenta Manu.

No se puede negar que los chicos de Quincalla son fieles discípulos musicales de una larga tradición de rock urbano madrileño, así como de su relación de amor-odio con su ciudad natal. Si ya en 1978 Burning cantaban aquello de “¡Hey, Madrid, te odio! / Pero, ¿qué le voy a hacer? / No puedo dejarte / Y quedarme sin mujer” y Leño tan solo un año después hacían lo propio con su icónico alarido “Es una mierda este Madrid / Que ni las ratas pueden vivir”, casi medio siglo después Quincalla demuestran con ‘Tal Vez’ estar ante una encrucijada muy similar a la de sus predecesores: “¿Me tengo que ir de Madrid / Tal vez / ¿Tengo que resistir? / Tal vez?”.

 “Esa imagen de la única chabola que se salvó, lo nuevo frente a lo viejo, resistirse a lo moderno… Nos representaba bastante bien”

A tomar una dirección u otra no contribuye precisamente el hecho de que Vallecas cada vez se parezca menos al lugar que les permitió formarse como músicos y, sobre todo, encontrarse entre semejantes. “Nos da un poco de pena que en el barrio se han ido cerrando un montón de espacios donde confluíamos con otras bandas y nos apoyábamos los unos a los otros. Muchos de esos lugares donde se juntaba gente de diferentes índoles han desaparecido. Se ha complicado mucho más la unión que facilite crear una escena y tener más medios para que los grupos puedan tocar y desarrollarse en mejores condiciones”, lamenta Javi. Precisamente de esa combinación entre la música que les apasiona y el descontento con una “ciudad que da mucho, pero que también chupa mucho” nace el peculiar concepto que abanderan y que impregna Quincalla desde su sonido, letras, imagen y concepto: la psicodelia de descampao’. “En Vallecas había y sigue habiendo algún descampado espectacular. De hecho, la imagen de la portada del disco eran unas colonias en las que vivía mucha gente y las derruyeron todas… Lo único que quedó fue una chabola, cuyo propietario se negó a vender, y a su alrededor construyeron unas urbanizaciones super nuevas y modernas”, explica Javi. “Esa imagen de la única chabola que se salvó, lo nuevo frente a lo viejo, resistirse a lo moderno… Nos representaba bastante bien”, remata Manu.

Sin embargo, entre los planes de Manu, Javi y Parra no está el dejarse llevar por el pesimismo y ya tienen la mente puesta en un segundo disco con el que pretenden “innovar y hacer algo un poco más diferente” desde el punto de vista estilístico, además de “enfocarlo hacia el lado bueno de las cosas” en el plano anímico. “En este disco todas las canciones llevan el “no” todo el rato, así que ahora vamos a intentar hacer un disco no con el “sí”, pero quizás con el “algo está bien”. Sobre todo para no quemarte… Estar todo el día con que todo es una mierda tampoco es sano”, señala Parra. Motivados por ese irrefrenable vicio de hacer canciones, trabajarlas, grabarlas, escucharlas compulsivamente y llevarlas al directo, Quincalla miran con optimismo hacia un futuro que los llevará de Vallecas a Lavapiés y quién sabe hasta donde, pero con la certeza de que sea donde sea será a ritmo de rock and roll.