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Malamute: hemos conseguido que todo sea una gran decepeción

Diego Jiménez e Irene Gutiérrez, Malamute, han hecho un disco para los que quemaron ‘El viaje de Copperpot’ y veían Los Simpsons a las dos de la tarde

 

PAULA BLANES

Se está haciendo viral en TikTok un vídeo que representa muy bien lo que ha supuesto la última década para una persona nacida en los 80-90. El primer plano muestra a una chica escondiéndose ante la crisis económica de 2008 mientras suena la bocina de La Purga. En el segundo, cierra la puerta estrepitosamente ante la llegada de la COVID-19 mientras vuelve a escucharse el pitido. En el tercero y último, la misma persona desayuna tranquilamente al ritmo de una música alegre. El rótulo reza: crisis post pandemia y Guerra de Ucrania. Ya no parece importarle que el mundo se vaya al garete.

Ser millennial es eso: Una gran decepción tras otra mientras te encoges de hombros y te ríes, porque no te queda otra. Son las vibraciones del último álbum de Malamute, dúo formado por Diego Jiménez e Irene Gutiérrez. Mientras otros grupos han cogido toda esta rabia generacional para ponerse trascendentales como Biznaga en Bremen no existe o Carolina Durante con su himno ‘No tan jóvenes’, ellos optan por las baterías y guitarras alegres pero con letras que van a pinchar. De hecho, la carta de presentación de este trabajo es: “Puede parecer un disco para cantar enfadado, pero en realidad esperamos que sea muy catártico, y que cuando lo escuches del tirón, al acabarlo, entres en un modo zen de paz y felicidad, te hagas un gurú de los libros de autoayuda”.

El primer paso para lograr este objetivo es ‘Pesadillas’, donde sale la primera protagonista del discurso de esta, nuestra generación: la ansiedad; la de los atracones, el insomnio y la intranquilidad constante. Se preguntan en qué plano astral dejas de sentirte mal y reivindican su derecho a la desconexión. Una primera pista que sirve de teaser de lo que viene después,

Por muy Escorpio o Géminis que seas, en ‘Tu signo del Zodíaco’ dejan claro que quien es un mierda lo es; y no vale usar el comodín del ascendente para justificarlo. En ‘Una casa en el Sardinero’ se unen con Ariadna Punsetes para reclamar vivir en un lugar mejor, un palacio en el que se les trate como a una reina. Eso sí, “si me das a elegir entre tú y la riqueza es mejor que no preguntes. Escoger me da pereza”. Como esos artículos que de tanto en tanto se comparten en los que se vomita sobre lo vagos que son los millennials y que la precariedad viene porque no trabajan lo suficiente.

El desamor y la depresión salpican la gran mayoría de canciones de Una gran decepción. ‘Deshacer el hechizo’ va, precisamente, de olvidar un amor frustrado al que se ha idealizado de más; pero si una canción congrega toda esencia de este LP es ‘La Oreja de Van Gogh’. Lo más reproducido de este disco en Spotify y la más citada por los medios musicales precisamente por su inicio, “Te voy a lavar la boca con jabón si te vuelves a meter con La Oreja de Van Gogh”; o momentos como “Me gustan las películas donde muere mucha gente aunque hay una de Meg Ryan que la tengo aún pendiente” o “y es que a veces me apetece meterme en la cama y  ponerme el pijama y escuchar canciones tristes”.

Monopolio de la tristeza’ y ‘Almas gemelas’ incide en la pereza que dan los sad boys que están en una eterna competición por ver quién está peor (“Qué bien tan mal”, como dirían Ojete Calor) o que dicen “ser especiales”. Irene les pregunta “¿Cómo son tus relaciones? ¿Las has sacado de canciones?” y deja claro “Que te guste la misma basura que a mí no te convierte en mi alma gemela”. ‘Absolutamente nada’ es un guiño tras otro a escenas de Los Simpsons (“Pasa el fotograma en el que me rompiste el corazón”) y en ‘Física Cuántica’ reconocen que se les da regular disimular las lágrimas. Cierra la canción que justifica que todas estas pequeñas decepciones sean ‘Una gran decepción’. “Quiero que pasen pronto todos estos días. Que no me apetece nada ni sé qué hacer con mi vida / No es que me vaya mal. Es angustia existencial”.

Aunque Malamute hable de su música como “un pop frívolo y simplón de gente que se aburre en su habitación”, con Una gran decepción definen a la generación que (sobre)vive a “La sociedad del cansancio” que describe el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. Puede que pase lo mismo con TikTok, la “app de los bailecitos”. O los memes de Twitter. O el “boom” de la nostalgia noventera. Cosas que de un primer vistazo parecen superficiales y naïve pero que encierran un mensaje mucho más profundo. En cualquier caso, escuchar este disco será lo mejor de las peores cosas que te pasarán este año.