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Rocío Márquez y Bronquio: “el flamenco es la emoción de lo imperfecto”

La cantaora y Bronquio enriquecen el flamenco desde sus propios márgenes

 

 MIGUEL F. BAUTISTA

Rocío Márquez (Huelva, 1985) comenzó en el mundo del flamenco con solo nueve años y desde entonces ha desarrollado una carrera meteórica reconocida constantemente. Ha sido la primera mujer en obtener los cuatro premios específicos del género; además de la mpara Minera en el Festival de Cante de Las Minas de La Unión (2008), es la primera artista española en conseguir el premio francés Les Victorias du Jazz (2020), y la primera mujer en recibir la Medalla de Oro de la Petenera (2019). Su irrefrenable inquietud artística le ha llevado a tomar el flamenco como punto de partida para explorar todas las posibilidades artísticas y abrir nuevos caminos partiendo de su arte. Uno de esos  nuevos caminos llevó a la cantaora a trabajar junto al artista y productor de música electrónica, Santiago Gonzalo, Bronquio (Jerez de la Frontera, 1991) para concebir Tercer cielo (Universal, 2022), su último disco. Un trabajo que, entre otros reconocimientos, obtuvo el Premio Ruido al mejor disco del Año 2022 para PAM (Periodistas Asociados de Música).

“Las canciones en el escenario son caminos que se empiezan a abrir y tú eliges cuál recorrer”

En el precioso marco del Festival Murmura 2024, en pleno corazón de la Alpujarra almeriense, el dúo logra con la puesta en escena de su Tercer cielo, llevar el aroma de una embriagadora noche primaveral hasta el éxtasis sensorial. Tras bajarse del escenario, la foto es hermosa: inmediatamente, ya alejados de las tablas, saludan a sus familiares y conocidos más cercanos. Se mezclan sonrisas, abrazos, ternura, complicidad. en definitiva el mismo amor y devoción por las personas que por el arte. En un aula de educación infantil, transcurridos apenas minutos desde la finalización de su espectáculo, resulta interesante pulsar el estado emocional del artista tras representar su obra ante su público. Rocío se queda “con el disfrute, desde hace algún tiempo es lo único que busco. Necesito que haya una parte de juego, riesgo, cosquillas, algo de improvisación o preguntarme para dónde tiro. Al final lo que me llevo es esa sensación liberadora“.

De los innumerables géneros que componen el mundo de la música, la idea de fusionar electrónica y flamenco es para ambos una apuesta “personal basada en la devoción mutua por sus respectivos trabajos”. Rocío aclara que “realmente no busco la electrónica sino la forma en que Santi la orienta, tiene una forma muy flamenca de componer. Es un auténtico mundo de posibilidades a nivel creativo y a nivel vocal es muy chulo porque con todos los loops a mí me pone las pilas para que yo me pruebe por otro lado y pueda “rizar el rizo” y usar recursos que ya tiene el flamenco, estirando los melismas y exagerándolos. Es una respuesta a lo que él me está mandando, por lo que me motivan mucho las soluciones tímbricas que me ofrece y que hasta ahora no había podido experimentar”, explica detalladamente.

Bronquio, jerezano de nacimiento y amante del flamenco, explica el contraste entre ambas musicalidades: “es cierto que la música electrónica, al tener herramientas rígidas como una línea de tiempo, un compás visual, tienes que intelectualizarla y sin embargo, el flamenco en su composición es totalmente opuesto a la música electrónica, ya que se hace prácticamente con los ojos cerrados. Ese contraste me da frescura para salir del plano mental que te da la construcción de algo electrónico”.

Un disco tan complejo y rico en sonoridades como Tercer cielo resulta, por un lado, difícil de llevar al directo y, por otro, permisivo a la hora de abrirse a la improvisación. Para Rocío “estamos hablando de dos partes totalmente distintas. La primera fue grabar el disco y la segunda, su puesta en escena, no sólo a nivel musical, sino también a nivel físico. Primero, Santi se pegó el currazo de ver qué temas llevábamos al directo y que siguieran un hilo conductor sin interrupciones o saltos, precisamente para resaltar la experiencia sensorial. Decidimos que las transiciones entre temas en directo estuvieran abiertas y es de lo que más satisfecha estoy, sobre la marcha nos vamos comunicando por señas, dando al público la oportunidad de que vean que el espectáculo está muy vivo. Cantar con el cuerpo en el escenario es algo que no había hecho nunca, puede llevar a modificar la evolución del sonido en vivo. El directo son muchas puertas abiertas, muchas posibilidades. Las canciones en el escenario son caminos que se empiezan a abrir y tú eliges cuál recorrer”.

“Los que nos situamos en los márgenes o límites del flamenco somos los que enriquecemos este arte desde los inicios”

El mundo del flamenco, tradicionalmente apasionado y ortodoxo, suele mirar con recelo propuestas como la que plantean ambos, aunque la cantaora subraya, “tenemos que aprender a vivir con esa crítica y hemos tenido la suerte de vivir un momento en el que esto se puede afrontar sin penuria”. Para Márquez, “los que nos situamos en los márgenes o límites del flamenco somos los que enriquecemos este arte desde los inicios. No tengo duda que si la Niña de los Peines, Chacón o Marchena vivieran este momento, aprovecharían todas estas herramientas como hicieron con lo que tenían disponible en su momento. El flamenco es un género muy inclusive donde la emoción de imperfecto, de lo humano, es más emocional, el marco es mucho más amplio. Desde su origen, el flamenco necesita de todo lo que le venga de fuera, así se han constituido todos los estilos de ida y vuelta, la bailonga, la guajira, todos surgen a través de viajes entre América, África y España”.

Una apertura de miras que, su tesis doctoral sobre Técnica vocal en el flamenco, que obtuvo con calificación cum laude en la Universidad de Sevilla, le ayudó a “abrir la cabeza. Cuando empiezas tan pequeña, te creas demasiadas realidades cerradas. Al empezar a leer y a investigar descubrí que la Guajira aparece dentro del flamenco antes que la Soleá, desde entonces ya no volví a sentir ese dogmatismo”, explica.

El Tercer cielo de Rocío Márquez y Bronquio, se coloca a la altura del Omega de Enrique Morente y Lagartija Nick o La Leyenda del Tiempo de Camarón de la Isla. Bronquio reflexiona de forma audaz: “es evidente y no por la calidad del disco en sí, sino por la concatenación de mundos extremos que se da en todos estos discos. De todas formas, en esa liga de mitificaciones, el tiempo dirá”. En el horizonte atisban mil proyectos nuevos donde Rocío Márquez y Bronquio continuarán inyectando al flamenco esa savia nueva tan necesaria que lo hacer ser un arte rico y vanguardista, referente en la cultura popular a nivel mundial.