The Death of Robert: cuando lo sutil e inquietante colisionan
El trío barcelonés presenta su segundo álbum, ‘the deer’, con el que consolidan su espacio en la escena independiente española
MARÍA JOSÉ SERRANO BENÍTEZ
Es común confundir la delicadeza con la fragilidad, la elegancia con el minimalismo. Afortunadamente, en la música independiente española emergen proyectos que desmienten este mito. Es el caso de The Death of Robert, trío barcelonés compuesto por Lara Giardina, Pablo Salvadores y Robert Panadès, quienes apuestan por una paleta sonora llena de matices evocadores y oscuros, pero también sofisticados y brillantes.
La banda acaba de publicar su segundo trabajo, The Deer (2023) donde pulen la delicadeza que ya comenzaron a esbozar en su álbum de debut, Casablanca (2020). Para esta ocasión, The Death of Robert ha compuesto y producido cada uno de los temas del disco junto con Alberto Pérez, de los estudios Sol de Sants. El resultado es un LP armonioso que destila una sonoridad instrumental nítida y minuciosa.
The Death of Robert bebe de una amalgama de influencias heterogéneas, conformando un caleidoscopio de subgéneros del pop-rock alternativo. En su música se atisba la teatralidad barroca de The Last Shadow Puppets, pero también la grandilocuencia de Nick Cave, el halo experimental de PJ Harvey o los pigmentos más oscuros de Artic Monkeys. Asimismo, la interpretación vocal de Lara Giardina encapsula la elegancia aristocrática de Alexandra Savior y la solemnidad más honesta de Angel Olsen.
El carácter sensual y delicado del álbum encaja a la perfección con su narrativa intimista, que explora diferentes aristas de las relaciones de pareja: desde el amor romántico hasta los vínculos tóxicos, pasando por el poder de la unión sexual o la falta de comunicación entre los individuos. La banda, conjugando la lírica con la instrumentación de manera impecable, ahonda en estos tropos desde una vertiente existencialista y poliédrica.
En el elepé, estructurado en dos capítulos, el cuidado en los arreglos instrumentales posee un protagonismo indiscutible. En ‘Cameron’, donde la banda ahonda en la fugacidad de las relaciones personales, la instrumentación orquestal confiere al tema un aire triunfalista. Le sigue ‘La Mala Hostia’, sencillo con ecos de noise rock en el que las guitarras y los sintetizadores post punk ceden el paso al final melódico y sosegado trazado por un piano y un violín. El preciosismo de estos temas contrasta con la desnudez instrumental de ‘Lilac’, tema desprovisto de todo artificio y que sólo con una guitarra arpegiada y la voz de Giardina es capaz de transmitir la sensualidad romántica de la letra de la canción.
El espacio más intimista del álbum lo ocupa ‘The Viennese Square’, con un dulce y delicado riff de teclado DX7 que invita al recogimiento interior. En el single ‘Polar Kisses,’ un riff de guitarra envolvente e inquietante abona el terreno para una sonoridad melancólica muy próxima a Lana del Rey. El disco se cierra con la pieza homónima ‘The Deer’, corte dreampop pausado pero cargado de una atmósfera onírica con el poder anestesiante de la mejor psicodelia. Un cierre catártico a un trabajo que explora de manera armónica distintas emociones a través de paisajes sonoros llenos de contrastes.
El detallismo impregna de personalidad y glamour la música de la banda, sugerente y delicada en algunos pasajes a la vez que oscura y majestuosa en otros. El trío recoge un vasto espectro de sonidos del pop-rock independiente con exquisitez y equilibrio. The Death of Robert demuestran en ‘The Deer’ que es posible integrar dicotomías sonoras de manera coherente y madura. Su estilo desmonta el mito: la sutileza no supone fragilidad y la elegancia no implica renuncia.