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The Dictators: la camiseta punk que no pudo ser

Provocación rock, autoafirmación adolescente y rock desairado en Go Girl Crazy!, todo un clásico oculto

 

MIGUEL CANALDA

Antes de que se instaurara la etiqueta de punk rock, cinco adolescentes judíos del Bronx se ubicaron sin saberlo a la vanguardia de esa rebelión sonora con Go Girl Crazy! (Epic Records). El primer disco de los Dictators, publicado en marzo de 1975, aunaba la mayoría de los elementos básicos del género, empezando por el provocativo nombre de la banda, el absurdo título juvenil y el sucio diseño de la portada protagonizada por Handsome Dick Manitoba, epítome del colega pasado de rosca y considerado el “arma secreta” de la banda porque su aportación consistía en vociferar aquí y allá y provocar a la peña dentro y fuera del escenario.

Con ese continente es fácil imaginarse el contenido. Las nueve canciones son himnos de la típica autoafirmación adolescente donde el yo es lo único que importa. Las letras recorren el universo de unos tipos que se acercan a la veintena sin rumbo ni futuro, que se burlan de todo y desairan a todos, que no se identifican con la mojigatería imperante en la televisión, que se ponen ciegos a comida basura, alcohol y las drogas que pillen, que se pirran por el humor más cercano al mono que al humano, que buscan meterse en problemas y que abominan del buenrollismo hippy pasado de moda. Sus 34 minutos huelen a sudor y a pies. Lo de la ideología y la politización se lo dejarían a los ingleses.

“Mi parte favorita de crecer / es cuando me pongo malo y vomito. / Es el precio a pagar / por comer hamburguesas todos los días”, berrean en ‘Master Race Rock’, cuyos repetidos “let’s go” del final estuvieron antes que el famoso hey oh, let’s go” que suena en el ‘Blitzkrieg Bob’ de los Ramones. Las insolentes voces de los Dictators están acompañadas por “riffs rudimentarios, guitarras frenéticas y alborotadas, fuerte énfasis en el ritmo, devoción por el tempo 4/4”. La descripción pertenece a la reseña del disco publicada en el número de junio del 75 de la revista Cream y escrita por Trixie A. Balm, quien acababa de definir sin proponérselo la música punk.

The Dictators se tomaron este primer disco demasiado a broma, según reconoció después Andy Shernoff, autor de todas las canciones del disco a excepción de las versiones o mofas del ‘I Got You Babe’ -sorprende ver a Sonny & Cher presentes en los albores del punk- y el ‘California Sun’ que posteriormente también versionarían los Ramones. Pero en Epic sí sabían lo que hacían. La producción corrió a cargo de Murray Krugman y Sandy Pearlman, muy ligados a los primeros trabajos de Blue Öyster Cult, banda a la estela del hard rock de los Black Sabbath; mientras que la foto de la portada se la encargaron a David Gahr, quien la década anterior había retratado el auge del folk y el rock y ahora cimentaba la imagen de la irreverencia juvenil con su instantánea de un burlón Manitoba en mallas de luchador sobre un fondo de sucias taquillas y el póster de los auténticos miembros del grupo colgado en la pared.

El resultado inmediato: limitadas ventas. A largo plazo: un puesto de honor, aunque escasamente reconocido, en la historia de la música. Entre los pocos que compraron y devoraron Go Girl Crazy! se encontró un trío de estudiantes que por fin se sintieron plenamente representados. Alentados por el descubrimiento, decidieron fundar la revista Punk que abanderó este nuevo movimiento en Nueva York. Su primer número salió en enero de 1976 y un mes después los Ramones entraron por primera vez en un estudio de grabación para iniciar su futura conversión en iconos. En cambio, ni rastro de los Dictators en las camisetas.