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The Struts: La vulnerabilidad de la estrella de rock

Las bandas de rock no suelen mostrar vulnerabilidad, por eso sorprende la propuesta de los ingleses

 

ANTONIO GOMARIZ

Qué hay de verdadero en la música rock si consideramos agotado el clásico mantra del sexo, drogas y rock n’ roll es lo que parecen venir a responder The Struts con su nuevo disco, Pretty Vicious (Big Machine Label Group, 2023). Un trabajo que, sin perder un ápice del brillo, la energía y la celebración intrínsecos al cuarteto británico de glam rock, encuentra el equilibrio enfrentando toda esa impostura rockera con la colección de canciones más madura y reflexiva que han compuesto hasta la fecha.

Compañeros de generación, espíritu y escenario de bandas como Greta Van Fleet, Rival Sons, Goodbye June o Dirty Honey, The Struts representan la vertiente más glam de esta nueva ola de actualización del rock n’ roll setentero y ochentero. Los referentes y las comparativas son tan obvios y se han repetido tanto que harían empequeñecer a cualquiera, pero no a un Luke Spiller que lleva desde los once años imitando a Freddy Mercury frente al espejo y ha demostrado en repetidas ocasiones e incluso en compañía de Brian May y Roger Taylor que es un heredero más que digno de sus grandes ídolos. Impulsados por el arrollador carisma de su líder y vocalista, The Struts llevan una década cimentando una sólida discografía que han tenido la oportunidad de sacar a relucir en escenarios multitudinarios al compartir cartel con bandas como Foo Fighters, The Who, Guns N’ Roses o The Rolling Stones.

Pasado, presente y futuro del rock se entrelazan continuamente en el camino de la banda de Derby que, además, ha lanzado Pretty Vicious con apenas dos semanas de diferencia respecto al vigesimosexto álbum de sus satánicas majestades, Hackney Diamonds. Sin temor a las comparativas ni a quedar opacados, el cuarto trabajo de The Struts está fuertemente imbuido por sus referentes, pero vuelve a brillar con luz propia su despampanante y característico glam rock. Pasando del éxtasis festivo y la sensualidad rockera de los electrizantes riffs de guitarra y los estribillos coreados tan ochenteros a otros momentos intimistas marcados por las baladas a ritmo de piano, los británicos continúan echando más leña a esa hoguera incandescente que es su repertorio en concierto.

“The Struts representan la vertiente más glam de esta nueva ola de actualización del rock n’ roll setentero y ochentero”

Cortes como la juguetona ‘Too Good At Raising Hell’ (“un sexo tan bueno que haga a los vecinos fumarse un cigarro”) y la sensual ‘Pretty Vicious’ son toda una declaración de intenciones de una banda cuya música eleva unos cuantos grados la temperatura. Otras firmes candidatas para sumarse a la fiesta son ‘Do What You Want’ o ‘Remember the Name’ (“fumando como una chimenea, ardiendo como una dinamo”), cuyos riffs iniciales suenan más a los Stones que los propios Stones y sus estribillos están firmados por y para ser coreados al unísono. 

Como contrapunto melancólico y reflexivo destacan ‘I Won’t Run’ con su mensaje de resiliencia (“hay una oportunidad que tengo en mis manos, voy a aprovecharla si quiero mejorar”) y de reconocer los errores del pasado en ‘Bad Decisions’ (“ya no soy ese tipo de hombre, pero tengo que vivir con ello”). Además, sorprende la alta presencia del piano para abordar el desamor en ‘Hands of Me’ (“debo estar mal porque todos mis amigos me recomiendan que vaya a terapia”) o la nostalgia de ‘Somebody Someday’.

En una época en la que la vigencia del rock está continuamente en entredicho y en la que las nuevas propuestas se someten al escrutinio de la comparativa con sus homólogos de antaño, The Struts se reafirma como una banda con voz, imagen y estilos propios. Pretty Vicious es un recordatorio de que la exaltación sin complejos del rock es intemporal, a la vez que mostrar con honestidad el lado vulnerable que subyace al ruido, los focos y el maquillaje nunca fue más pertinente.