Wilma Lorenzo: “En un camerino suele pasar que te pregunten de quién eres novia”
La fotógrafa y periodista habla sobre su nuevo libro Toquemos juntos hasta que la muerto nos joda y sobre Alta Fidelidad a la música
SARA NAVAS
“Tú dispara hasta morir”. Estas fueron las palabras que, en forma de SMS, Leiva le mandó a Wilma Lorenzo (Madrid, 1989). Y así hizo. Esta ninja de la fotografía llegó de fuera para colarse dentro, ganándose el respeto de aquellos que, como ella misma, al principio no sabían muy bien cuál era su cometido. Durante un año y dos meses, acompañó a Leiva y a todo su equipo en una gira por España, Estados Unidos y México y de forma discreta y sin hacer mucho ruido se dedicó a inmortalizar los momentos en fotografías. Como resultado surgió Toquemos juntos hasta que la muerte nos joda (Planeta de Libros, 2018), un libro que refleja a través de imágenes la verdad de un artista, Leiva, y la realidad de una gira con un equipo que se mantiene unido desde hace años. Diez minutos de conversación con Wilma te hacen comprender lo importante que es perder el miedo a arriesgar, a probar y a huir por sistema de cualquier zona que sugiera confort. “Soy muy kamikaze”, responde esta fotógrafa hasta en dos ocasiones. “Saber hoy dónde voy a acabar dentro de cinco años me da pánico”. Inquieta, valiente y decidida, Wilma Lorenzo ha dado forma y sentido a la confianza que el músico depositó en ella en octubre de 2016. Y ocurrió así.
¿Cómo surgió Hasta que la muerte nos joda?
Fue de forma natural. Yo empecé a trabajar con Leiva encargándome de la comunicación y las redes sociales y poco a poco fui abarcando más en temas de management e imagen. Antes había trabajado con Juancho, hermano de Leiva, llevando la comunicación de Sidecars. Pero me sorprendió mucho que Leiva pensara en mí y me llamara para trabajar con él. Fue totalmente inesperado.
¿Estaba pactado que de esta colaboración saliera un libro de fotografías de la gira?
No, no. Surgió de una forma muy natural. Yo siempre voy con la cámara encima, incluso cuando no estoy trabajando, porque lo llevo en la sangre. A los dos meses de estar trabajando con Leiva empezó a sobrevolar la idea de que de las fotos que estaba haciendo podía salir algo. Como trabajaba para él lo enfocaba más como algo que le sirviera. Más adelante fue cuando pensé en hacer un proyecto donde contara la experiencia que para mí ha sido única. Era la primera vez que yo pasaba un año y medio de gira con un grupo.
¿No te dio cierto miedo?
La verdad es que no. Yo soy bastante kamikaze. En ese momento llevaba la comunicación del festival Mad Cool y decidí dejarlo. A pesar de que me encantaba mi trabajo, este nuevo proyecto me apetecía mucho.
Tal y como confiesas en el prólogo del libro (“No me gusta hacerme fotos, ni que me las hagan”), Leiva no es muy amigo de dejarse fotografiar. ¿Cómo marcasteis los límites entre aquello que podías mostrar en Hasta que la muerte nos joda y lo que no?
La verdad es que yo soy muy cauta a la hora de hacer fotos y de entrar a un camerino. Pero desde el primer día Leiva me dijo que me sintiera como en casa. Ese sentimiento se lo trasladó a la banda, porque no solo tenía que encajar con él, también tenía que haber feeling con el resto del equipo, gente que no me conocía y que no sabía bien qué hacía yo allí. Al principio no sabía ni yo cuál era mi cometido. Me dedicaba a comunicar y transmitir a través de Internet y las redes sociales lo que estaba ocurriendo. Yo fui viendo y descubriendo en qué momentos podía estar presente y de qué manera. Y como yo soy muy tímida y él es muy celoso de su intimidad funcionó bien. Por ejemplo, yo la mayor parte del tiempo trabajo con un teleobjetivo y eso implica que tengo que estar muy lejos para que las fotos funcionen. Principalmente yo soy una observadora. A mí me gustan los robados y fue muy fácil que funcionara porque ni a Leiva le gusta posar ni a mí los posados. Todos me acogieron muy bien y fue muy sencillo estar dentro.
¿Le enseñaste las fotografías y el texto antes de publicarlo?
Sí, este proyecto realmente es de los dos. Para mí no tenía sentido después de la confianza plena que había depositado en mí publicar algo con lo que él no estuviera satisfecho y orgulloso. Tardé mucho en enseñarle el texto, esperé muchísimo y me costó muchísimo hacerlo porque hablaba mucho de él y de mí. Al final estaba explicando lo que yo había vivido y lo que yo opino de él. Para mí era un marrón entre comillas porque le estaba contando lo que pensaba de él a la cara y contaba muchas cosas que ni siquiera él había contado de él mismo.
¿Qué fue lo que te dijo la primera vez que leyó parte del texto?
Alucinó mucho con que yo hubiera estado tan presente y me hubiera fijado tanto en detalles y en cosas que él creía que nadie se daba cuenta. Se emocionó y ahí vi que tenía sentido, si la reacción hubiera sido otra seguramente no hubiera seguido con el libro adelante. La razón de ser de este libro es la confianza que tenemos el uno en el otro.
¿Cómo se vive el ser la única chica de un grupo tan grande? ¿Intimida?
Es cierto que llegué con una actitud muy fría porque no les conocía. Ahora que sí que les conozco sé que no hubiera hecho falta tener esa actitud. Recuerdo que la primera noche de trabajo fue un concierto en Granada y no me quedé con ellos ni un minuto, al acabar el concierto me fui directa al hotel porque quería que quedara claro que yo iba a trabajar. Lo hice el primer día y no necesité hacerlo más. Enseguida me di cuenta de que estábamos en la misma onda. Respecto a lo de ser la única mujer, la verdad es que estoy muy acostumbrada.
¿Nunca has sentido que tenías que poner más barreras por si acaso?
Sí, está claro que al final vas con una protección de “por si acaso yo no voy a dar pie a nada”. Lo he tenido claro desde mi primera entrevista hasta hoy. Puede que esté adelantando acontecimientos, pero por si acaso hay que tener cuidado hasta que no sepas de qué va la otra persona con la que estás trabajando. Nunca he tenido malas experiencias en ese sentido, pero es algo que sí tienes en mente. Es una pena, pero la realidad es que si hay un fotógrafo que llega a un camerino nadie le pregunta qué haces aquí o en qué trabajas. Si la que va es una chica, sí. A mí me ha pasado estar trabajando en una sala y que me preguntaran: “¿Y tú de quién eres novia?”. Esto ocurre y por eso hay que poner una distancia muy grande al inicio y luego ir lidiando y viendo qué actitud tomar.
La realidad es que este es un mundo de hombres.
Sí, sí. Aunque afortunadamente la vida me ha cruzado con grandes mujeres profesionales dedicadas a este mundo, tanto artistas como de comunicación. Se crea un vínculo muy fuerte porque todas hemos pasado por cosas similares y sabemos lo complicado que es a veces trabajar en un mundo mayoritariamente masculino. Zahara, por ejemplo, es la jefa de una banda de hombres y ha tenido que sentar unas bases e imponerse. No siempre es fácil.
¿Después de un año y medio de gira cómo se enfrenta uno de nuevo a la rutina?
Te invade una sensación de vacío muy rara porque desconectas con todo lo de aquí. Te quedas colgado. La gente no te llama porque está acostumbrada a que no estés. Entonces te planteas: “Y ahora mi vida, ¿qué?”. Enseguida me entra la ansiedad de estar parada y tengo que empezar algo nuevo.
¿Dentro de cinco años dónde te ves?
Esa es la pregunta que me hace mi madre, pero a mí saber hoy dónde voy a acabar me da pánico. Yo siempre busco que donde trabaje esté feliz, motivada y pueda crecer. Eso es lo importante.
¿No da vértigo?
Es que soy muy kamikaze. He estado en sitios donde he sido muy feliz y he tenido estabilidad, pero si me levanto tres días sin ganas de ir a trabajar tengo que dejarlo y probar otra cosa.
¿Te planteas hacer una gira larga con otros artistas?
Tenemos la suerte de que en España hay una escena muy rica que a mí me gusta mucho para trabajar y lo haría con muchos artistas. Con Izal me encantaría porque ya les conozco muy bien y ya he trabajado con ellos. Eran mis amigos antes de que sacaran su primer disco. Con Mikel trabajaría siempre encantada.
Como amiga de los integrantes de Izal, ¿cómo has vivido las acusaciones de acoso que han sufrido?
Para mí fue un día horrible. Mikel es de mis mejores amigos y fue muy duro ver cómo una mentira soltada en redes sociales se hace verdad. Y el daño ya está hecho, aunque luego haya una rectificación o no haya pruebas. Me parece sobre todo injusto para la causa porque esto es como Pedro y el lobo, al final vas a hacer que pierda la gente que lo necesita de verdad y que realmente está sufriendo acoso. También te hace plantearte la información que recibes, porque lo normal cuando te llega una noticia es que te la creas y en casos como este ves que no es verdad lo que se estaba diciendo. Sacada de contexto cualquier cosa de cualquier persona puede hacer que salga perjudicada. Hay que tener mucho cuidado con las redes sociales y con lo que dices o escribes.
¿No lleva esto a la autocensura?
Bueno, al final se trata de ser inteligentes. Yo opino y me mojo pero yo mi vida privada no la cuento por más que parezca que me expongo. El día que salió lo de Mikel le defendí públicamente y se me criticó mucho. La verdad es que eché de menos una defensa más pública, me consta que a nivel privado sí que la hubo, por parte de amigos y conocidos. En mi opinión, públicamente el mundo de la música se quedó un poco atrás.
¿Hay algún momento de la gira que te marcara especialmente?
Han sido muchos. Ir a casa de Sabina, cenar con Bunbury y su chica, los Grammy Latinos… pero en realidad los momentos en los que sabía que estaba donde quería estar era cuando estábamos en un pueblo perdido de cualquier parte de España y con un aforo a medias. En esos momentos lo pasábamos muy bien y todo el mundo lo daba todo. México fue muy especial, fueron muchos días y nos conocimos realmente en ese viaje. Estar todos juntos en un casino de Las Vegas a las tres de la madrugada fue surrealista.
¿Recuerdas el momento en el que sentiste que ya eras uno de los suyos?
Sí, el concierto de Málaga, al mes de empezar. Ese día fue de los primeros que nos quedamos hasta tarde y hubo conversaciones de todos donde hablamos de cómo habíamos llegado cada uno allí.
Para terminar, ¿si tuvieras que elegir una canción de Leiva para definir el libro, cuál sería?
Me quedaría con Monstruos. No solo por ser la canción que da nombre al disco de cuya gira he formado parte; también por lo que representa la canción y lo que llegué a comprender su significado después de formar parte de la gira.